El alza de tipos del BCE seca el mercado de deuda corporativa

La mayor parte de las empresas no financieras españolas se decanta por no emitir bonos ante el encarecimiento de los intereses y opta por el ‘wait and see’ a la espera de indicios de que la inflación afloja. 

Las emisiones de deuda empresariales también atraviesan su particular sequía en este 2022 al que se le resiste la lluvia. El giro de política monetaria de los bancos centrales, que ha provocado bruscas subidas de tipos de interés, y la volatilidad mundial desatada a raíz de la guerra en Ucrania son el cóctel que explican el freno de la actividad de las corporaciones españolas en el mercado de capitales. Después de años habituadas al dinero barato, el encarecimiento de los costes de financiación está provocando que se lo piensen dos veces antes de recurrir al endeudamiento vía bonos, en un escenario en el que la incertidumbre manda y aprovechando que cuentan con una situación de liquidez elevada tras años de financiación extraordinariamente barata.

“Estamos muy lejos del volumen de otros años en los que financiarse ha sido más barato y, que en el caso de la zona euro, ha estado apoyado por los programas de compras del BCE”, explica a La Información el director de mercados de capitales de Société Générale, Fernando García. No obstante, no es la única razón que está llevando a las empresas a mantenerse alejadas de los mercados de deuda: los bancos todavía ofrecen financiación a costes competitivos en comparación con el mercado de bonos y este sería un factor que también explicaría los bajos volúmenes de este año. “El mercado de capitales es la última vía a la que recurren las empresas si tienen que levantar financiación ahora mismo”, reconoce García.

La realidad es que las emisiones están llegando con cuentagotas y que la sequía es especialmente dura desde el verano. Hasta el 20 de octubre de 2022, tan solo siete empresas no financieras españolas habían realizado emisiones sindicadas en mercado y seis de ellas dieron el paso justo antes de que el Banco Central Europeo (BCE) anunciara el pasado mes de julio un encarecimiento de hasta el 0,5% del precio del dinero, el primero desde 2011 y el mayor ajuste en 22 años. El resultado de las que se han atrevido a tantear a los inversores explica esta reticencia. La semana pasada Adif rompió el vacío, pero lo 'pagó caro'. El 17 de octubre captó 500 millones de euros con el objetivo de financiar o refinanciar proyectos relacionados con la sostenibilidad medioambiental, pero tuvo que abonar un interés del 3,5%; un tipo mucho más exigente que el 0,55% al que logró recursos en noviembre de 2021. 

Comparativamente, las colocaciones de la primera parte del año fueron más 'baratas'. Con la excepción de eDreams Odigeo, con un rating B (Fitch) y CCC+ (S&P), muy por debajo del de Adif, con un Baa2 (Moody's) y un A- (Fitch), todas se habían emitido a rentabilidades inferiores (salvando el distinto perfil y plazo).

Amadeus fue la que abrió el mercado en 2022, con una emisión de bonos de 500 millones a un tipo de interés variable ligado al euríbor a tres meses más un diferencial de 60 puntos, según datos de Société Générale. Además de eDreams Odigeo, Telefónica (2,592%), Prosegur (interés del 2,5%), Cellnex (2,25%), Acciona Energía (1,38%) e Iberdrola (1,38%) completan la lista de compañías no financieras españolas que se han atrevido a tantear el mercado de deuda en 2022.

La banca, no obstante, sí está siendo más activa en colocaciones sindicadas, pero está acusando la subida de los tipos de interés, que han ido en ascenso en paralelo al encarecimiento de la deuda española -la semana pasada el bono a 10 años llegó a superar el umbral del 3,6%, marca inédita desde 2014, tras comenzar 2022 en el -0,6%. La necesidad que tiene el sector financiero de refinanciar sus operaciones a largo plazo (TLTRO) habría permitido mantener el volumen de actividad del sector.

La sequía de colocaciones no parece que esté cerca de resolverse, ya que el precio de los bonos no solo refleja el efecto de la subida de tipos del BCE y de otros bancos centrales, sino que consigna otros riesgos macroeconómicos, como un posible debilitamiento económico, de acuerdo con Credit Suisse, y de otros factores exógenos como el parón de las compras de deuda del BCE. 

El resultado es que las cifras del mercado de deuda son mucho más flojas que las de los ejercicios anteriores. Durante el primer semestre de 2019 (último ejercicio completo sin Covid) las emisiones sindicadas alcanzaron los 9.000 millones de euros, para crecer hasta los 15.000 millones en la primera mitad de 2020 -la misma cifra que de enero a junio de 2021-, mientras que durante los seis primeros meses de este año la cifra se limita a 5.000 millones. Desde Société Générale achacan esta ralentización de la actividad del mercado primario a las presiones inflacionistas por el conflicto en Ucrania, provocando desconfianza entre los inversores, que ahora también son más selectos y tiene predilección por los activos vinculados a proyectos responsables con el medio ambiente y sociales.

Pendientes de la decisión que tomen en Fráncfort el próximo jueves tras haber ejecutado el pasado mes de septiembre la mayor alza de tipos de la historia del banco central, con un repunte de 75 puntos básicos, la previsión de cara a la recta final del año y para 2023 dependerá de cómo evolucionen los intereses de la deuda. Desde Tikehau Capital, el director ejecutivo de deuda privada, Ignacio López de Hierro, se muestra optimista y considera que hay oportunidades en este segmento. El 'timing' es el problema. Todavía falta visibilidad sobre cuál será el techo de los tipos y de la inflación, algo que mantiene a las empresas en una actitud de cautela.