El drama del coronavirus en ocho gráficos: un año de miedo e incertidumbre

Estos días se cumple un año desde que el coronavirus llegó a España. Desde entonces, el miedo ha ido de la mano de la incertidumbre y la fatiga pandémica en el tobogán de emociones en el que todos, en algún momento, nos hemos subido. Lejos queda ya ese 8-M con las ministras del Gobierno de Pedro Sánchez al frente de una polémica manifestación que, como si de un déjà vu se tratara, vuelve a recobrar vida doce meses después de ser testigos de cómo la pandemia golpeaba sin piedad a todos los sectores y con la única esperanza puesta en que el ritmo de la vacunación acelere.

Nadie se imaginaba que casi un año después el coronavirus seguiría marcando la agenda de un país cuyos datos de evolución del virus dejan ocho gráficos terroríficos, empezando por las personas que han perdido la vida por la Covid-19 -más de 70.000- siguiendo por el número de contagiados -3.149.012- y terminando por cómo han ido evolucionando cada una de las tres embestidas de una enfermedad que empezó como una neumonía desconocida en Wuhan y ha acabado haciéndose un hueco en el diccionario de la RAE. 

"No se nos olvidarán nunca los primeros días", aseguran los sanitarios, a los que un tsunami de casos les hizo firmar hasta 12 partes de defunción en una sola guardia en el mes de marzo del fatídico 2020. Y el panorama no iba a mejorar, con las UCIS saturadas, con camas en las cafeterías y a la espera de unos respiradores vitales para hacer frente a una enfermedad de la que muy poco se sabía y tan deprisa avanzaba. Eran días en los que la cifra de fallecidos rozaba los 1.000 muertos en solo 24 horas -950 se registraron el 2 de abril-. 

El personal de Sanidad se llevó los primeros aplausos desde unos balcones en los que, según avanzaba la pandemia, se veían secar las plantas de esos vecinos que nunca más volvieron. Desde que empezó la pandemia el virus ha matado a 71.138 personas en España y el número de contagiados asciende ya a 3.149.012, según los últimos datos publicados por Sanidad. Sobre el número real de muertos hay cierta polémica ya que otras fuentes como el INE o el Sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria (MoMo) publican una cifra más alta: hasta 83.019 muertes en exceso (por cualquier causa) desde que comenzara la pandemia.  

Y en este sentido, lo nunca visto antes: la crueldad con la que el virus arrebata a los seres queridos. Solos. De la noche a la mañana. Sin que el propio paciente fuera consciente del estado de gravedad en el que llegaba al hospital. Son muchos los casos que ni los neumólogos se explicaban cómo podían seguir con vida después de ver la radiografía de sus pulmones. En alguna ocasión se ha llegado a pensar que el oxímetro estaba estropeado porque los niveles que registraba en algunos pacientes eran "incompatibles con la vida". "Qué difícil es fingir que todo saldrá bien", relataba la doctora Latif Essa a La Información cuando en el mes de marzo se enfrentaba a los primeros casos de coronavirus en Madrid. 

Son muchas las frases que se les han quedado grabadas a fuego al personal sanitario. "No me dejes morir", "Sácame de esta", "No me pongas el respirador que no sé si me despertaré". Son algunas de las súplicas de unos pacientes a los que esperaban ver después de irse a descansar unas horas tras maratonianas guardias  "pero un día después ya no estaban". Ningún experto se imaginaba un escenario así. Nadie podía pensar aquel 26 de febrero de 2020 en el que se comunicó el primer caso del virus no importado en España -un hombre de 62 años hospitalizado en Sevilla- que el porcentaje de ocupación de las camas UCI iba a ser tan seguido minuto a minuto como si de una final de Champions entre dos equipos españoles se tratara. Hoy roza el 25% después de semanas superando el 50%. Los intensivistas ya dieron la voz de alarma porque ese frío dato era mucho más preocupante si se entendía lo que significaba: "eso son solo enfermos de la Covid-19, a los que hay que sumar los que habitualmente ingresan en cuidados intensivos". Así, la ocupación en las UCI en España ha rondado el 130%. Un colapso sanitario. 

El 11 de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) dio el paso y declaró el brote de coronavirus como pandemia. Tres días después, el 14 de marzo de 2020, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, decretaba el estado de alarma en España. Por delante, una primera ola con cientos de féretros acumulados en los depósitos de las funerarias hasta tal punto de que en Madrid el Palacio de Hielo se convirtió en una morgue improvisada. Cada día se conocían por cientos los fallecidos en las residencias de mayores sin que los familiares nada pudieran hacer. Poco se hablaba en aquellos días en los que el virus impuso el teletrabajo de la incidencia acumulada. Una línea roja que avisa del principio de una nueva ola de contagios, como sucedió tras el regreso de las vacaciones de verano y esta Navidad. Desde Sanidad se disparan todas las alarmas de riesgo extremo cuando se superan los 250 casos por cada 100.000 habitantes.

No hace mucho ese dato superaba los 1.000 casos en algunas comunidades autónomas como Extremadura, que ahora puede presumir de ser la única que está por debajo del objetivo marcado desde Sanidad (50). La tercera ola ha sido más mortífera que la segunda. A día de hoy esa IA se sitúa en España en los 149 casos. La mayoría de las comunidades están ya casi en niveles de riesgo medio, excepto Ceuta, Melilla y Madrid. Ésta última sigue muy cerca del riesgo extremo, con 245 casos por cada 100.000 habitantes y precisamente es, junto a Canarias y Baleares, la única que rechaza el plan de Semana Santa acordado en Comisión de Salud Pública que contemplaría el cierre perimetral y un toque de queda de 22:00 a 06:00 horas .

Los expertos ya avisaron en verano, y antes de Navidad, de que hacer una desescalada rápida podría pagarse caro. El 'modus operandi' del virus no cambia, cuanto más vida normal se intenta hacer, más aumento en número de contagios, de hospitalizados, de ocupación de las camas UCI y, por último, de fallecidos hay. Todo va en cadena y la tercera ola a España le tocó 'surfearla' cuando todavía no se había superado la segunda. La ministra de Sanidad, Carolina Darias, y el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, son claros al respecto: "Todavía hay una alta ocupación que desciende muy despacio". Piden a la población no bajar la guardia ni tan siquiera si se está vacunado. La viróloga del CSIC Margarita del Val echó esta semana un jarro de agua fría al advertir de que alguien que ya tenga las dos dosis puestas "puede contagiar como los asintomáticos.

Mantener la distancia de seguridad, lavarse la manos, utilizar gel hidroalcohólicos y, lo más importante, ponerse bien la mascarilla -que parece haber llegado para quedarse mucho tiempo- son los principios básicos en la lucha contra el coronavirus. Pero después de tantos meses uno de los principales enemigos de seguir esas normas es lo que se ha bautizado como fatiga pandémica. Los sanitarios están agotados, se sienten impotentes e indignados con los irresponsables, pero ya no solo ellos. Uno de cada tres españoles reconoce que ha llorado en algún momento, según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Un 71% de la población ha sentido miedo a contagiarse de la Covid-19, un 39% a morir debido al coronavirus y hasta el 88% ha temido en el último años que se contagie algún familiar o ser querido.

La salud mental de los españoles es uno de los daños colaterales menos reconocidos de la Covid-19 pero son numerosos los expertos que ponen ya el foco en ella por haber trabajado en la primera línea de la lucha contra el virus, por haberlo padecido y estar sufriendo las secuelas de la enfermedad, por haber perdido a algún familiar o por, simplemente, haber vivido un año en el que la necesidad de respuestas era constante, sin que las hubiera. Los jóvenes, a los que tanto se les señala por las fiestas ilegales a las que asisten sin ser conscientes de que le puede costar la vida a un familiar, así como los más pequeños de la casa también han sufrido este último año. Más de la mitad de los padres españoles (52,2%) han notado algún cambio en la manera de ser o de comportarse de sus hijos, más irritables o triste.

Todos hemos cambiado en algo tras un año de pandemia. Ahora somos un poquito más virólogos, mejores cocineros, dignos albañiles, expertos compradores online, runner principiantes, paseadores de perros, suscriptores de alguna -o varias- plataforma de televisión, más usuarios de zoom y hasta un poquito más científicos conociendo al dedillo la efectividad de cada una de las vacunas contra el coronavirus que a día de hoy se ponen en España. Es en lo único que coinciden todos: la vacuna es la esperanza para plantar cara al virus. La mortalidad de los mayores de 80 años en España ha empezado a caer en comparación con otras edades, por primera vez en la epidemia. Ha sido la edad más castigada en todas las olas y los primeros en recibir las dosis que con cuentagotas empezaron a llegar desde el pasado 27 de diciembre.

Según datos del pasado jueves, en España se habían inoculado ya 4,2 millones de dosis pero los inmunizados con la pauta completa aún representan solo el 2,77 % de la población: 1.308.913 personas. El objetivo, que el 70% de los españoles estén ya vacunados en verano. A partir de ese momento existirá la ansiada inmunidad de grupo y el coronavirus, así como sus numerosas cepas, habría sido vencido. El primer objetivo, evitar una temida cuarta ola. Según Simón "queda mes, mes y medio". Como se cantaba al inicio de la pandemia, Simón parece tener claro que "resistiremos".

Siguen faltando respuestas a este año de miedo e incertidumbre. En cada ola las comunidades autónomas han sufrido de forma desigual sus embestidas. "Los éxitos en un periodo pueden ser errores en el siguiente", sentenciaba Simón. En el resto de países igual. Alemania, Portugal, Italia... todos han sufrido en algún punto concreto un duro golpe del que también se van recuperando. Pero desde la OMS han empezado a alertar porque después de seis semanas seguidas de descensos, los casos empiezan a subir.  En estos últimos siete días se han registraron 2,6 millones de nuevos contagios y 63.477 muertes, que elevan la cifra total desde el comienzo de la pandemia a 114 millones de infectados y 2,5 millones de fallecimientos.