El rastreo, una práctica casi olvidada en España, gana adeptos

  • El rastreo, una habilidad innata del hombre cuya práctica casi había desaparecido en España, está renaciendo de la mano de profesionales ligados a la naturaleza y la introducción de un certificado internacional y un software gratuito ideado en los años 90 para comunidades de cazadores y recolectores africanos.

Marina Segura Ramos

Madrid, 9 mar.- El rastreo, una habilidad innata del hombre cuya práctica casi había desaparecido en España, está renaciendo de la mano de profesionales ligados a la naturaleza y la introducción de un certificado internacional y un software gratuito ideado en los años 90 para comunidades de cazadores y recolectores africanos.

Se están empezando a crear foros especializados en Internet, constituyendo grupos de rastreo y algunas asociaciones de educación ambiental incorporan esta opción a sus actividades, han indicado a EFE expertos en este campo.

José María Galán, guía en el Parque Nacional de Doñana desde 1992, se ha formado en Sudáfrica y superó las pruebas necesarias para ser "senior tracker": durante una semana siguió el rastro de leones y después se evaluó su actitud, destreza, sigilo, silencio, identificación de huellas... Así hasta 25 factores.

Su empresa (rastreo.eu) es pionera en la expedición del llamado certificado KUDU (antílope) de la organización sudafricana sin ánimo de lucro Cybertracker, el nombre homónimo del software gratuito que ideó en 1997 para ayudar a los comunidades recolectoras y cazadoras de Sudáfrica y Botsuana, bosquimanos que no saben leer ni escribir.

Galán, que apunta al renacimiento de esta actividad en España, cree que el rastreo supone aproximarse a la naturaleza con una actitud más dialogante. Entre su clientela, la mayoría son guardias forestales, guías de parques nacionales e investigadores.

José Carlos de la Fuente, guarda forestal de la Diputación de Barcelona, ofrece cursos enfocados a la identificación. Trata de enseñar los principales indicios de la fauna, que en España se ha vuelto muy esquiva debido a la humanización del paisaje. "Hemos presionado mucho a los animales, pero siguen ahí", señala.

"Cuando te introduces en el rastreo lo que más satisfacción da es ver que viven cerca ginetas, garduñas, tejones...", explica De La Fuente, cuyos alumnos van desde amantes de la Naturaleza a biólogos ambientólogos, guardas forestales, guías de naturaleza, veterinarios y naturalistas.

Entre los indicios están los excrementos, las huellas, marcas en árboles y tierra, restos de alimentación -no es lo mismo una cáscara roída por un ratón que por una ardilla-, las guaridas como las tejoneras, zorreras, conejeras, los pelos prendidos en vallas o los mechones de pelo en las heces y un largo etcétera, añade el guarda.

En su opinión, el rastreo es una habilidad innata de los seres humanos que durante miles de años ha servido para sobrevivir, tanto para escapar de los grandes depredadores como para obtener alimentos.

Actualmente, no son muy numerosas las personas dedicadas a estas áreas, "pero cada vez somos más -destaca-".

Entre ellos se encuentra el presidente de la asociación Ecotono, Juan Gómez, que ofrece el "rastreo puro", es decir, saber reconocer las huellas de una nutria o zorro; inferir la datación de la huella, el tamaño del animal, etcétera.

Después del rastreo básico viene la modalidad del "pisteo", que consiste en seguir a los animales hasta encontrarlos.

Otra modalidad es el rastreo para encontrar a furtivos y el rastreo dirigido al Ejército, el rastreo de combate.

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