Guisos de pintura y cerámica

  • Romper la barrera del arte aislado a través de la cocina con cuadros para ver, oler y saborear; pequeños guisos de pintura y cerámica que apelan a los sentidos más primarios del ser humano y sus relaciones sociales. El Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) pone la mesa y estrena carta expositiva.

Javier Marín

Valencia, 25 abr.- Romper la barrera del arte aislado a través de la cocina con cuadros para ver, oler y saborear; pequeños guisos de pintura y cerámica que apelan a los sentidos más primarios del ser humano y sus relaciones sociales. El Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) pone la mesa y estrena carta expositiva.

Las paredes de este museo se convierten desde hoy en un extenso mantel blanco con 136 obras que viajan desde la estética decimonónica al cubismo, proponiendo una forma "diferente" de percibir el arte al amparo de los delirios de Dalí: "La pintura será comestible o no será".

Partiendo de esta premisa, la exposición plantea un menú degustación en diez áreas, un itinerario que comienza con "El menaje" (con obras de Man Ray o Ramón Gaya), prosigue por "Lo comestible" (Miquel Barceló o Claes Oldenburg) y se adentra en "Los bodegones" de Paul Klee, Salvador Soria y Julio González.

También hay espacio para la creación audiovisual en la sección "Ingestum", que, entre otras, proyecta una breve pieza filmada en blanco y negro por Bigas Luna que muestra a una madre amamantando a su bebé en mitad de un huerto.

Y entre la abundancia de alimentos y vino, un pequeño recuerdo para los que mueren de hambre: "A gift for hungry people" (un regalo para los hambrientos), de Josep Renau, enmarcado en la sección "Lo que nos come, lo que nos consume".

Manolo Valdés, el Equipo Crónica, Alberto Schommer o Walker Evans también forman parte de la lista de chefs artísticos que contribuyen a este singular menú.

"Los ojos tienen una dimensión carnívora, con ellos nos comemos la belleza", justifica el comisario de la exposición, Fernando Castro, que reivindica el gusto y el olfato como sentidos propios del arte.

La exposición, que permanecerá hasta el próximo mes de julio bajo el nombre "La cocina de la pintura", plantea una revisión, a su juicio novedosa, de la relación entre las artes plásticas y la gastronomía, combinando obras clásicas y contemporáneas.

Según recuerda, la comida es uno de los más sólidos eslabones de las relaciones humanas y la cocina es uno de los más claros signos de identidad territorial. Su relación con el arte se articula a través del gusto y el placer estético.

"La forma en qué consumimos un plato no es la misma que empleamos para contemplar una obra, pero no podemos dejar de pensar que tanto en la gastronomía como en el mundo de la plástica hay elementos artísticos que permiten establecer puntos de contacto", explica el responsable de la muestra.

El taller didáctico que complementa la exposición, que plantea la creación de un "collage" con elementos básicos de la alimentación (cereales, pasta y legumbres), refuerza esta idea, que adquiere su imagen más evidente en los bodegones.

"Todos hemos llevado un bodegón. Cuando nos hacían un bocadillo de Nocilla para ir al colegio llevábamos en la mochila una obra de arte contemporáneo. Y ahora casi siempre llevamos un recibo del supermercado en la cartera", apunta.

Como aderezo a la muestra, el IVAM ha organizado una serie de encuentros culinarios que contarán con las recetas de tierra, mar y cercanía del chef Ricard Camarena (una estrella Michelin) y el menú lunar imaginado por Quique Dacosta desde la cima de sus tres estrellas.

Arte y gastronomía, dos esferas y una dimensión común que redunda en el universo de Dalí: "En el fondo todo es erotismo", admite Castro.

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