La crítica gastronómica en la era del 2.0

  • Hubo un tiempo en el que los únicos que podían opinar y crear tendencias en el mundo de la restauración eran los críticos gastronómicos. Ahora, gracias una vez más a las infinitas posibilidades del 2.0, todos podemos hacerlo. Callejera, inmediata y sobre todo democrática. Así es la nueva crítica gastronómica.
Alessia Cisternino

¿Os acordáis de este severo, triste y, por qué no, antipático crítico gastronómico de la película animada Ratatouille? ¿Tan amargado y aburrido por no encontrar ya nada que sorprenda sus papilas gustativas? Probablemente nunca un crítico gastronómico ha sido mejor representado en la gran pantalla.

Luego llegó el 2.0 y la posibilidad para todos los usuarios de criticar o aconsejar un restaurante, de dejar un comentario y compartirlo con los demás usuarios y el escenario cambió por completo.

En vez de un crítico gastronómico y unos pocos restaurantes (la mayoría de la veces inasequibles desde el punto de vista económico), miles de opiniones y miles de restaurantes, de todos los tipos, de todos los precios y en cualquier zona de la ciudad.

El tema es de esos que están destinados a generar polémicas, así que pongamos las cosas en claro desde el inicio: el crítico gastronómico es un experto dotado de un paladar noble o muy bien entrenado que seguirá teniendo en la opinión publica el lugar que le compete. Es un profesional del gusto y no un aficionado y por eso no se puede confundir con los clientes de un restaurante que luego opinan en su blog.

Dicho esto, no se puede negar que desde hace relativamente pocos años estamos asistiendo a otra revolución del 2.0, de la mano de los blogs pero también de webs especializadas en las que miles de usuarios expresan y comparten opiniones sobre todo tipo de restaurante.

Una de esas Webs, 11870.com, ha publicado recientemente una propia guía de restaurantes en la que  aparecen todos los establecimientos que, en base a un cálculo bastante complejo que tiene en cuenta diferentes variables, pueden lucir una nota media alta o muy alta.

“La diferencia con respecto a otras guías” explica Roberto Heredia, consejero delegado de 11870.com. “Es que no está construida por críticos o profesionales, sino que son los propios internautas, los usuarios de 11870.com y los clientes de los propios negocios los que deciden cuáles son los restaurantes y sitios que merece la pena visitar en cada ciudad. Por eso precisamente en nuestra selección hay negocios y restaurantes tan diversos en cuanto a tipos de cocina o precios”.

Otra web, ElTenedor.es (a través de la cual es posible reservar en un restaurante y también disfrutar de descuentos y ofertas que cambian cada día) ha estructurado el sistemas de las opiniones de los usuarios creando varios perfiles (el Aventurero, el Explorador, el Conquistador o el Rey Gourmet) en función de las reservas que hayan ido realizando a través de la web. De esta forma, la opinión de un “explorador” valdrá un poco más que la de un “aventurero” y la del “Rey Gourmet”, que es el nivel máximo, más que todas las otras.

Si a esto se suma otra norma imprescriptible de ElTenedor.es que es que pueden dejar un comentario sólo los que de verdad hayan estado en un determinado restaurante, resulta evidente que estas webs empiezan a estructurar conscientemente las opiniones de sus usuarios para que puedan competir, aunque sea a otro nivel, con las opiniones de los críticos gastronómicos o por lo menos crear otro foco dentro de la crítica gastronómica.

“En una web como ElTenedor.es”, explica Marcos Alves Cardoso, director general de ElTenedor.es en España, “la opinión de los usuarios tiene un objetivo diferente que es el que el comensal que ha disfrutado ya de su reserva comente a futuros comensales cuál ha sido su experiencia y que en base a ello tomen su decisión, si ir o no al restaurante en cuestión. Improvisados o no, en ElTenedor.es hay cabida para todas las opiniones, tanto positivas como negativas, pero en el caso de estas últimas suelen ser constructivas”.

“Esos comentarios constructivos”, sigue Marcos Alves Cardoso, “nos sirven a nosotros para conocer más lo que prefieren nuestros usuarios y sirve también a los restaurantes para mejorar en sus servicios, conocer de mano directa de sus propios clientes qué es lo que más les ha podido gustar y lo que no, y tratar de corregir los fallos cometidos. Tal vez no utilicen un lenguaje especializado a la hora de hacer sus comentarios, pero cumplen el efecto buscado de una crítica, formar una u otra imagen, ya sea positiva o no, de un restaurante”.

De hecho, si por un lado, esta evolución 2.0 de la crítica gastronómica ha hecho visibles restaurantes que antes no habrían podido aspirar a ningún tipo de mención y menos en periódicos o revistas nacionales, por el otro ha contribuido a crear un control democrático sobre el mundo de la restauración.

Si antes era fácil o por lo menos posible reconocer y ser amable e impecable con el crítico gastronómico de turno, ahora los restauradores tendrán que tener cuidado y ser perfectos, en la medida de lo posible, con todos sus clientes o sus faltas tardarán un minuto en ser compartidas en la web por miles de usuarios y potenciales clientes.

Es decir que a parte de haber llegado al reconocimiento de un igual derecho a opinar sobre un determinado restaurante o plato tanto para un crítico gastronómico como para el célebre “hombre de la calle”, la aparición del 2.0 ha en parte atenuado las diferencias entre un cliente y otro.

En otras palabras ya no hay clientes de serie A y clientes de serie B: somos todos iguales e igual de temibles. Por fin, también en el mundo de la restauración, tan popular y a la vez tan elitista, ha llegado el sufragio universal. Callejera, inmediata y sobre todo democrática. Así es la nueva crítica gastronómica.

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