Portugal dirige el mayor proyecto turístico de la década al sector del lujo

  • La búsqueda del lujo no decae ni en tiempos de crisis, o al menos eso piensan en Portugal, donde en pleno terremoto económico y social se ha anunciado la construcción de un nuevo complejo turístico marcado por la exclusividad y que cuenta con el apoyo del Gobierno luso.

Oscar Tomasi

Herdade de Comporta (Portugal), 13 abr.- La búsqueda del lujo no decae ni en tiempos de crisis, o al menos eso piensan en Portugal, donde en pleno terremoto económico y social se ha anunciado la construcción de un nuevo complejo turístico marcado por la exclusividad y que cuenta con el apoyo del Gobierno luso.

Con un presupuesto de 92 millones de euros -16 de ellos procedentes de ayudas europeas, el resto es capital privado nacional y extranjero-, el proyecto ha sido calificado como la inversión más importante de la última década a nivel turístico en el país, y está dirigido fundamentalmente a clientes foráneos.

Tanto es así que incluso está previsto instalar una pista de aterrizaje de cerca de dos kilómetros de longitud en las inmediaciones, suficiente para "jets" privados.

El complejo está previsto que comience a funcionar en verano de 2015 con un hotel formado por 40 "bungalows" -de más de 135 metros cuadrados cada uno- y un edificio central que aglutinará restaurantes, varios "spas" y demás servicios, acompañados por un campo de golf diseñado por el arquitecto británico David McLay Kidd, un especialista en esta área.

Dentro de este campo de golf se levantará también un refinado club que tendrá la firma del premiado arquitecto portugués Eduardo Souto de Moura.

Posteriormente, las instalaciones se completarán con la construcción de 40 villas individuales con piscina propia, playa privada y 850 metros cuadrados de terreno, a cargo de la firma de "resorts" de lujo Aman, con sede en Singapur y para el que ésta será su primera inversión en la Península Ibérica.

El precio por noche en los "bungalows" se estima en unos "modestos" 800 euros por persona, mientras que comprar una villa supondrá un desembolso (únicamente apto para bolsillos privilegiados) superior a los cuatro millones de euros, aunque también existirá la opción de disfrutarlo en régimen de alquiler.

El pistoletazo da salida oficial de los trabajos, coronado con la colocación simbólica de la primera piedra, reunió a dos de los más importantes ministros del actual Ejecutivo luso, el de Exteriores y el de Economía, reflejo de la importancia estratégica que otorgan al proyecto.

"Quien invierta ahora en Portugal -todavía en medio de la peor crisis económica de su historia reciente- lo hará en mejores condiciones, con menor coste, que si lo hace el próximo año", advirtió el titular de Exteriores, Paulo Portas.

El lugar escogido para albergar este ambiente de lujo y sofisticación es Herdade da Comporta, una vasta área tradicionalmente agrícola, llena de bosques, campos de arroz y viñedos, localizada a unos 120 kilómetros de Lisboa.

Con apenas 3.500 vecinos esparcidos por las siete aldeas en las que está dividida administrativamente la zona, el complejo pretende atraer a turistas de clase alta garantizando total privacidad.

¿Por qué escogió esta zona?, le preguntaron al propietario del grupo de "resorts" Aman, Adrian Zecha, un hombre octogenario, de sonrisa fácil y con aire despistado. "Es un área enorme -más de 12.500 hectáreas- y prácticamente virgen", razonó.

La idea es apostar por un turismo ecológico de lujo, que preserve la riqueza paisajística y especialmente las dunas, lejos del mundanal ruido, según explicó.

Todo el suelo es propiedad de la familia Espírito Santo, una de las ya tradicionalmente más ricas de Portugal y ahora conocida por la entidad financiera que lleva el mismo nombre, que lo compró en 1955 a la firma británica The Atlantic Company, cuyo interés se debía a su riqueza agrícola.

Esa herencia agrícola se percibe nada más entrar en Herdade de Comporta. A pocos kilómetros de la playa se encuentran decenas de pequeñas casas bajas, blancas, donde dos ancianos saludan sorprendidos a quienes no conocen, mientras otro aparca su tractor y recoge los aperos de labranza.

Poco o nada que ver con el tipo de turistas que comenzarán a recibir en breve, dispuestos a pagar precios exorbitantes por una tranquilidad de la que los lugareños disfrutan desde hace años.

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