Ramón Salazar propone un juego de improvisación para indagar en lo oscuro

  • El realizador malagueño Ramón Salazar ha irrumpido con fuerza en la competición oficial del Festival de Cine Europeo de Sevilla con "10.000 noches en ninguna parte", un juego de improvisación al que se han sumado los actores a corazón abierto, donde indaga en la zona más oscura de un adulto sin infancia.

Sevilla, 10 nov.- El realizador malagueño Ramón Salazar ha irrumpido con fuerza en la competición oficial del Festival de Cine Europeo de Sevilla con "10.000 noches en ninguna parte", un juego de improvisación al que se han sumado los actores a corazón abierto, donde indaga en la zona más oscura de un adulto sin infancia.

"Había dos cosas muy claras en nuestro punto de partida: que los lugares por los que no hemos pasado aun nos están esperando y que todas las decisiones que vas tomando en tu vida al final se van complementando para confluir", ha explicado el director en una conferencia de prensa en la que compareció con todo el elenco de la película.

Y esta no era una cuestión menor, la de estar todos juntos, porque, según ha detallado, la película se rodó a lo largo de tres años en las diferentes ciudades por las que transcurre la historia del personaje, un chico del que no conocemos el nombre, y se mueve, la mayor parte del tiempo corriendo, por Berlín, París y Madrid.

"Empezamos por el final, en el verano de 2010 en Berlín; era la parte más ligera, cuando los personajes son más libres", apunta Salazar que aplicó en su rodaje las mismas técnicas de sus cursos de interpretación para actores, a los que solo ofrecía una biografía como guión y escondía la de los otros para provocar las historias.

Tampoco hubo equipos de maquillaje ni peluquería, "me gustan las manchas, los sudores", dice Salazar, porque "juegan a favor de los personajes".

"Pero que no equivoque lo guay que parece Ramón -apunta una de las actrices principales, magnífica en su papel, y autora de la banda sonora, Najwa Nimri-, porque te ata supercorto".

"Cuando, después de cinco horas alguien se iba del tema, enseguida nos lanzaba la frase gancho para continuar; él generaba las situaciones y nosotros vivíamos a los personajes", intenta explicar la polifacética actriz y cantante, protagonista de cintas como "Los amantes del Círculo Polar" o "Abre los ojos".

Nimri, compañera del personaje en Berlín, y Lola Dueñas, son dos de los pilares femeninos de la historia, la catalana, ganadora de dos Goyas con "Yo, también" y "Mar adentro", convertida en "amiga invisible" de la infancia del protagonista, guía y amparo en su periplo por París.

"Para mi fue como irme a jugar a París, fue como tener la sensación de estar solos todo el rato, rodar corriendo con la policía detrás... lo recuerdo romántico", dice Dueñas sobre el rodaje, para declarar enseguida: "Me basta la mirada de Ramón para sentirme actriz".

Las otras dos patas del banco son Susi Sánchez, "la madre causante de toda esta historia", y Andrés Gertrudix, ese niño que no pudo jugar y al que sólo queda perdonar a su madre.

"Nunca leí el guión", desvela la valenciana, que borda su papel de madre alcohólica, extrema y desinhibida, un personaje, dice, que "se mueve por terrenos muy oscuros", a pesar de lo cual lo recuerda como "una de mis mejores experiencias", resume.

Y a Andrés, señala Salazar, "le oculté lo que le había pasado en su infancia al personaje".

"Lo considero un viaje emocional con tres compartimentos estancos, cada uno de los cuales propone un juego que hay que hay que ir completando", explica Gertrudix, "y es un viaje también real, físico, muy paneuropeo", añade.

Y destaca la libertad para trabajar, "algo que yo no había vivido nunca como actor".

Salazar ha invertido cuatro años en acabar esta película que se presenta en Sevilla y se verá en la Madrid Premier Week el próximo martes 19, pero aún no tiene distribuidora: "Esta película se toma su tiempo", bromea el director, quien confía en que "quien la tome de la mano se comprometa tanto como nosotros".

"Hice piedras con 27 años y ahora tengo 40; esto era lo que me tocaba ahora, supongo. Respeto mucho a los directores con sello personal pero a mí me gusta experimentar. Con '10.000 noches en ninguna parte' he tenido la sensación de primera película y esa sensación es impagable, me he sentido muy libre", concluye Salazar.

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