Ronaldo Menéndez rastrea el comunismo como excusa para recorrer el mundo

  • Con el pretexto de rastrear las sombras del comunismo por todo el mundo, el escritor cubano Ronaldo Menéndez plasma en su libro de viajes "Rojo aceituna" su periplo durante trece meses por lugares como Cuba, Bolivia, Vietnam o Camboya.

Madrid, 3 may.- Con el pretexto de rastrear las sombras del comunismo por todo el mundo, el escritor cubano Ronaldo Menéndez plasma en su libro de viajes "Rojo aceituna" su periplo durante trece meses por lugares como Cuba, Bolivia, Vietnam o Camboya.

"No es un libro político ni de ideología", aclara tajante Menéndez en conversación telefónica con Efe y añade que "Rojo aceituna" nace de "una contradicción", puesto que deseaba liberarse durante unos meses "de la vida cotidiana", pero al mismo tiempo tenía "un pequeño remordimiento" por hacer un viaje de esa magnitud sin un fin preciso.

De ahí que como "idea de viaje", o simple "autojustificación", el escritor planeara un recorrido por los "países que han tenido que ver con el comunismo", aunque luego el libro retrate principalmente sus aventuras, desventuras y vivencias en una experiencia tan intensa y singular.

En cualquier caso, el comunismo no es un tema ajeno a Ronaldo Menéndez (La Habana, 1970), escritor cubano afincado en Madrid que compagina su labor como crítico y docente con la escritura de libros como "Covers, en soledad y compañía" o "Río Quibú", en una trayectoria reconocida con el Premio Casa de las Américas de cuento y el premio Lengua de Trapo de novela.

De los barrios de La Habana al inmenso río Mekong en Laos, pasando por karaokes en La Paz o veladas nocturnas en torno a hogueras en islas de Camboya, el escritor comparte junto a su pareja Natalia un insólito viaje de mochilero por Latinoamérica y el Sudeste asiático, que describe en "Rojo aceituna", publicado por Páginas de Espuma, con abundantes dosis de humor e ironía.

"El humor es una barrera para románticos como yo. Me permite tener la distancia para no ser patético, aunque a veces con ello roce el cinismo y otras veces, lo soez", dice Menéndez.

Gran parte de sus ácidos dardos tienen como diana la cultura de los mochileros, incluso pese a que él mismo forma parte de ella durante este viaje y cuyo "idealismo" describe como una "vida edulcorada" y un "rol teatralizado", en busca constante de "lo auténtico" y "lo místico".

Por otra parte, empezar su aventura desde Cuba fue para Menéndez una "rampa de lanzamiento" antes de despegar, una manera de soltar lastre, ya que siente que regresar a su país es "un dolor, siempre un problema a solucionar".

El choque cultural y las frecuentes contradicciones políticas y sociales que encuentra en los diferentes lugares dan cuerpo a un relato fresco, sincero y muy personal de un viaje que el escritor confiesa que le fue muy útil "para escribir mucho", para sentirse "dueño de su tiempo" y, paradójicamente, para sufrir ahora "la nostalgia de partir" de nuevo.

Tanto es así que Menéndez ya prepara su próxima aventura con aspiraciones literarias: un recorrido por China en el que retratará los sinsentidos y las situaciones ridículas y absurdas que suceden en todos los viajes.

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