Sitges es un enclave de la costa catalana que mantiene una relación con la cultura muy estrecha desde que el pintor catalán Rusiñol cayera rendido ante sus evidentes encantos. Un pueblo pesquero de clima envidiable que, mantiene un clima templado gracias al Macizo de El Garraf que hace de parapeto sosteniendo las nubes para permitir que el sol apunte constante a sus más de veinte playas.
Acostumbrado a una atmósfera de artistas que trataban de reflejar la luz del Mediterráneo en sus ateliers y a tertulias que eran el epicentro de la vida de Sitges; se mantuvo un espíritu abierto que contribuyò a recibir a una floreciente comunidad gay y albergar el Festival de cine fantástico.
Tan sólo unos kilómetros tierra adentro, se extiende el Penedés, tierra de vinos y espumosos de calidad a la que sumar una gastronomía en torno a los mejores embutidos, las gambas caladas, los pescados frescos y ensaladas como el Xato, a base de atún y bacalao, escarola y aceitunas negras. Son platos que retrotraen sus recetas del pasado para constituir la base de una gastronomía sobresaliente. En Sitges existe una propuesta de restauración de nivel y bares de toda la vida como El Cable, en el que disfrutar de las mejores patatas bravas de la costa acompañadas de…. sí, una botella de cava bien fresca.
Desde 1963 La Nansa es, más que un restaurante, una institución en Sitges, un laboratorio en el que se investiga el ADN de la cocina local y el recetario particular de la zona. Desde sus fogones se ha rescatado la memoria gastronómica de platos descritos en libros de época como el Xató, la ensalada a la que se refería Rusiñol y sus amigos como un indispensable en la mesa. Otro plato con ADN, la cazuela de arroz a la sitgetana, elaborado en una taberna local reflejado en algún libro del primer tercio de siglo XX. Incluye costilla de cerdo, salchicha, sepia y langostinos. Los calamares en tono dulce por la cebolla pochada, y el vino malvasía, otro de los incunables de la cocina de Sitges.
Incluso en el capítulo de los postres, Sitges desarrolló una suerte de dulces propios que endulzaban desde hace cien años los paladares de sus refinado pintores. Postres como los `escumes’, una creación del pastelero Ángel Quingles de cuyo obrador nació en los primeros años 20 del pasado siglo. Un postre ligero y aéreo que recuerda la espuma que forman las olas del mar cuando mueren en la orilla. En La Nansa se versiona sobre un helado de naranja. El menú ADN tiene un precio de 30 euros. Además menús diarios de cocina tradicional a 20 euros. Una bodega interesante con vinos locales singulares.
C/ Carrer de la Carreta 24, Sitges, Barcelona
http://www.restaurantlanansa.com/nova/
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