Tiendas vacías en los barrios turísticos de París tras los atentados

  • En pleno periodo prenavideño, los centros comerciales, mercados de Navidad y tiendas de lujo de los barrios turísticos de París están registrando una caída de clientes "catastrófica" como consecuencia de los atentados.

"Esto está desierto", constata Marine en el sector de cosméticos de la gran tienda Printemps, cuya dirección señala una baja de frecuentación de 320%.

La joven vendedora se muestra agradecida con los clientes y turistas "que hacen el esfuerzo de venir". "La gente es comprensiva, y las marcas lo entienden si no alcanzamos nuestros objetivos" de venta. "Estamos más en el intercambio humano que en las cifras, lo que es de rigor al acercarse las fiestas" de fin de año, dice.

En la entrada de la tienda, los vigilantes hacen abrir los bolsos, detectores de metales en mano, desde hace dos días. "Somos una presa. Todo está vigilado y hay muchos policías de civil", afirma Marine.

"Desde los atentados, facturo entre 100 y 200 euros por día, cuando habitualmente la media es de 2.000", declara China, vendedora de una firma de accesorios para cuartos de baño.

Entre las dos grandes tiendas, Printemps y Galeries Lafayette, vecinas en un gran bulevar de la capital, algunos turistas toman fotos de las vitrinas adornadas para Navidad.

"Agradezco a los clientes que vienen pese a todo. El lunes tuvimos clientes asiáticos. Ellos nos salvaron", dice una vendedora de sombreros de Galeries Lafayette.

"Los chinos no tienen miedo de nada", confirma un vendedor de una célebre marca de moda italiana.

En la avenida Montaigne, que alberga a no pocas grandes casas de moda, las tiendas también están vacías. "A diferencia de las grandes tiendas, aquí no se trata de un problema de seguridad. Es una cuestión de estado de ánimo. La gente se dice que es indecente ir de compras después de tales acontecimientos", estima Armelle, cajera de una marroquinería de lujo.

En la avenida de los Campos Elíseos, donde los adornos luminosos para las fiestas fueron encendidos el jueves por la tarde, se encuentran las casetas de madera del mercado de Navidad, que abrieron el viernes pasado unas horas antes de que al otro lado de París los atentados causaran 129 muertos.

"Es catastrófico. No vendemos ni para pagar el alquiler diario de la caseta (600 euros). Tenemos la impresión de que la gente no tiene ganas de comprar cosas superfluas", dice Marlène, una de las vendedoras de este mercado efímero.

La caseta de gastronomía húngara y el restaurante brasileño instalados en la avenida para la ocasión constatan la misma baja de frecuentación: "unos treinta cubiertos por día, cuando el año pasado la media diaria era de cien", dice Jude, responsable de la gran sala del "Brasil team".

Confrontados al miedo de los clientes, los empleados administran como pueden su propia angustia. "Desde el viernes no tomo el metro", asegura Francesca, una italiana que es vendedora en una zapatería de la calle Saint-Honoré.

Dos equipos psicológicos fueron organizados por las grandes tiendas para ayudar a los empleados.

"Los administradores nos preguntan cómo estamos. Hay mucha comprensión. Tenemos también consignas de seguridad. Si las cortinas metálicas se cierran, tenemos que quedarnos dentro y seguir las consignas de las personas que llevan una banda de identificación en el brazo", explica la vendedora de sombreros de Galeries Lafayette.

st/mc/app

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