África desde ol Donyo Lodge, al pie del Kilimanjaro

  • Un viaje para observar y fotografiar a los cinco grandes: búfalo, elefante, león, rinoceronte y leopardo.
África
África
África
 

Visitar África siempre reporta sensaciones encontradas. Por una lado, la fascinación por paisajes infinitos que se extienden más allá de donde alcanza la mirada, cielos inabarcables apenas tocados por alguna nube que rasga la uniformidad azul, una naturaleza agreste, apenas domesticada por el hombre y desconocida en otras latitudes. Por otro, como la tímida reserva con la que se contempla a los hijos del continente se convierte inmediatamente en admiración porque alcanzan un grado de felicidad natural que desconocemos en occidente.

Un viaje para observar y fotografiar a los cinco grandes: búfalo, elefante, león, rinoceronte y leopardo. Un grupo en el que incomprensiblemente no incluyen al más grande de todos, la jirafa. Y se hace desde la perspectiva que nos dejó Karel Blixen (Memorias de África). Yo tenía una granja en África, al pie de las colinas de Ngong... Paisajes infinitos que pertenecen a sus dueños naturales, los animales salvajes que se acomodan bajo los árboles retorcidos, esos adornados de hermosas flores blancas; para protegerse del sol y del calor que cae a plomo durante una buena parte del día en la llanuras.

Toda visita a África debe comenzar en el museo que la ciudad de Nairobi abrió en su propia casa, para honrar su recuerdo. El de una mujer blanca que desde su frágil fortaleza vivió África regentando una granja de café en los primero años del Siglo XX. Desde allí comienza el verdadero viaje para adentrarse en la realidad de un continente inabarcable, emocionante, diferente, capaz de crear una infinita sensación de paz y bienestar, de comunión con la naturaleza y un sentimiento de culpa por como hemos prostituido y transformado el resto del planeta.

Al pie de las colinas de Chyulu, desde el porche de la gran habitación al aire libre del Donyo Lodge camuflado en una perfecta simbiosis con la naturaleza, se divisa una llanura de color verde claro, de la que sobresale el perfil de los elefantes y se escucha algún aullido sordo, apagado y seco de algún león que trata de reclamar la atención de los suyos. Sumidos en un silencio sobrecogedor se divisa la imponente figura del Kilimanjaro que tantos turistas profanan desafiando su cumbre nevada apenas han salido del cascarón de su ciudad artificial.

Donyo Lodge organiza salidas a lomos de un caballo para acompañar a cebras y jirafas en su lento caminar diario; observar al rey de la selva descansar bajo esos árboles retorcidos; o caminar por la sabana junto a los masai para compartir un poco de su cultura y su forma de vida. O simplemente contemplar el universo fascinante de África desde la sombra del porche o sumergido desde el borde de la piscina infinita que se asoma al pie de la colinas Chyulu en mitad del gran parque forestal. Pero el verdadero paisaje a contemplar es el de la imponente bóveda celeste del hemisferio Sur, que se enciende cada noche cuando se retira el sol; para mostrar un cielo estrellado fascinante y único. Un momento para celebrar con el mejor trago de whisky posible.

Hotel África
 

Derek y Beverly, los propietarios de Donyo Lodge, son encantadores, tal y como los imaginaría cualquiera. Él con pelo canoso y coleta, pero con elegante porte inglés y ella con una belleza contenida aderezada por la fascinante experiencia vivida en esta parte del mundo. Cada lodge está abierto a la naturaleza. No hay muros ni paredes. La naturaleza entra a borbotones en la estancia. Apenas un ligero cristal separa el dormitorio del resto de la naturaleza y un mosquitero cubre la cama. Sentimientos encontrados. Sobrecogedora sensación de pequeñez que choca con la euforia de ser testigo privilegiado de un mundo que se oculta a occidente. La cena en la cabaña abierta bajo el techo de madera y paja, a la luz de las velas no tiene precio.

Mostrar comentarios