El gran Hotel de Zanzíbar, The Residence

  • Un viaje lejano a un hotel de lujo sólo tiene sentido si el destino tiene algo que contar y Zanzíbar es una gran historia.
Zalzivas
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Zanzíbar es una pequeña isla situada frente a la costa de Tanzania, un país de lagos, fauna salvaje y belleza indescriptible. Si en el continente las distancias tienen unas dimensiones difíciles de abarcar mentalmente para un europeo, Zanzíbar recobra los límites más humanos a los que estamos acostumbrados en esta parte del mundo. Una isla de belleza infinita, de playas salvajes, aguas transparentes y arrecifes de coral. En Zanzíbar confluyen evidentes influencias culturales africanas, pero también indias y árabes que hablan de un pasado rico y comercial, pero oscuro y esclavista también.

Stone Town es el barrio antiguo de la capital y Patrimonio de la Humanidad, que guarda toda la esencia de su pasado como gran mercado de especias entre uno y otro lado del mundo. Las mezquitas y sus minaretes conviven con viejas iglesias de torres desconchadas. Calles estrechas, bazares animados por el bullicio y la alegría permanente de sus gentes. Viejos edificios de piedra y coral, de grandes portalones de madera de impactantes repujados, patios y balcones bellamente tallados. Fachadas coloniales de blancas columnatas, dan una personalidad singular a un país africano.

Mercadillos de destartalados puestos callejeros de comida junto a los cuales se sientan hombres que parecen ociosos mientras esperan que alguien se acerque. Gente que camina descalza, mujeres que visten con telas de vivos colores que realzan y embellecen su figura. Otras caminan erguidas mientras sostienen grandes cubos en sus cabezas. Grupos de niños, con el uniforme escolar, ríen y juegan entre los estrechos callejones. Hombres jóvenes se desplazan por la ciudad vieja en bicicletas oxidadas.

The Residence, se encuentra más al sur, prácticamente enfrente de la capital Dar Es Salam con una gran lengua de mar por medio. Más de treinta hectáreas en la que el lujo más absoluto se combina con la exuberancia de una naturaleza tropical que va a morir a la playa de arena blanca y aguas transparentes del Océano Índico. Su decoración combina las culturas swahili, omaní e india, a la que suman un toque europeo, británico, concretamente. Sesenta y seis amplias villas en las que hospedarse con terrazas y piscinas individuales con vistas al jardín o al mar.

Sus dos grandes restaurantes permiten disfrutar de la mejor gastronomía local. The Dining Room ofrece una cocina internacional con toques e influencias del gran mundo de las especias que han sido el gran motor económico de la isla. The Pavillion, sin embargo, ofrece una experiencia cuya cocina es eminentemente mediterránea, una cocina fusión en la que se hacen guiños a todas las culturas culinarias que convergen en el Mar Mediterráneo. Si a la belleza del lugar se suma una gastronomía placentera y un spa en el que relajarse al máximo, el destino y el hotel se convierten en obligatorios.

The Residence Zanzíbar es el gran oasis en el que descansar tras visitar una isla cargada de un pasado interesante, de relatos duros por su pasado esclavista; de narraciones sobre la riqueza y ostentación de los mercaderes árabes que un día centraban sus operaciones en la isla; pero sobre todo son historias de gente, que como en toda África, sonríen a la vida.

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