En la Antigua Grecia, el peso de esta maldición se cristaliza en una palabra: 'andreia'. El término, articulado por primera vez en la tragedia de Esquilo 'Los Siete contra Tebas', datada del 467 a.C, incorpora una compleja sutilidad que la palabra 'anèr', hombre como género masculino diferente de 'anthropos', o 'especie humana', no contenía y que se forma a partir de la suma de ideas similares: el coraje físico que se despliega en el campo de batalla, la expresión de fuerza bruta y valentía delimitadas por el orden y la disciplina, la audacia frente a la adversidad...
En la image, el actor galés Richard Burton junto a un busto de Alejandro Magno, a quien encarnó en una película en 1956, ganó su fama de hombre viril y turbulento al lado de la actriz Elizabeth Taylor.
En latín, la palabra 'virilitas' se refiere no solamente a lo masculino, sino también a los órganos genitales propios del género. Así, la distancia entre ambos tñerminos va extendiéndose a Roma. un hombre ya no lo es solo por su condición genética, sino que se hace también en lo moral, en la virtud, en la actitud, y por supuesto, en sus signos exteriores. Hombre no solo hay que serlo, sino también parecerlo.
En la imagen, un joven Marlon Brando. Es probable que el actor estadounidense no necesitara de ninguna película para convertirse en universal objeto de deseo. Si la hubo, tal vez fue 'Un tranvía llamado deseo'.
Los romanos se preguntaban si alguien que pasa las horas muertas cuidando se su cuerpo, mirándose en el espejo (elemento asociado entonces a la belleza femenina) era o no viril. No importaba con quién se acostase uno, lo importante era mantener un rol activo, dominante.
En la imagen, Johnny Weissmüller, nacido de la pluma de Edgar Rice Burroughs (1875-1950). El personaje de Tarzán no apareció hasta 1914, pero su celebridad le llegó con el actor estadounidense, que lo convirtió en objeto de deseo.
Los bárbaros, obligados a defender constantemente a sus familia de las invasiones romanas, devienen para los súbditos del emperador en ideal de perfección masculina en cuanto a su ardor guerrero, muy en sintonía con una conducta que en la cultura latina ha ido perdiéndose en favor de una refinada laxitud.
En la imagen, Kirk Douglas retratado en la playa de Venecia en 1953. El actor se consagró como paradigma de virilidad en 1960, tras encarnar al rebelde Espartaco a las órdenes de Stanley Kubrick.
La religión tiene cada vez más poder ideológico, político y social. Los hombres de Dios se convierten en una legión de soldados perfectos, célibes, entregados a una causa que no es de este mundo: sacrificados, disciplinados, una clase social aparte, que contagia e impone al resto de la sociedad su moral, y ostenta un poder brutal y total, aunque no tanto como el de los reyes absolutos, regentes en la tierra por autoridad divina. En la imagen, Luis XIV de Francia, retratado por Hyacinthe Rigaud.
Mario Canal / FOTO: GETTY IMAGESSean Connery (en una imagen de 1970), le debe su fama de hombre viril e irresistible a su interpretación del agente 007 James Bond, surgido de la fantasía de Ian Flemming en los años 50. Sin embargo, con el paso del tiempo, la delicadeza se convierte en tendencia y los perfumes y las joyas ya no pertenecen solo a las mujeres. El Siglo de las Luces potencia esta imagen cultivada y sensible del hombre que ya no tiene miedo al conocimiento, que ya no teme salirse de una norma arcaica.
Mario Canal / FOTO: GETTY IMAGESLas sucesivas guerras, la pérdida de su dimensión humana en favor de la tecnológica, el acceso de la mujer al poder, el de las minorías -raciales y por orientación sexual- al debate público, y por último, el incesante vaivén de modas que los medios de comunicación agitan y la sociedad de consumo adquiere, han confeccionado unos ideales viriles que en ocasiones trasmutan radicalmente de las rebajas de invierno a las de verano.
Mario Canal / FOTO: GETTY IMAGESLa francesa Editions de Seuil, una de las casas editoriales más prestigiosas del país vecino, cuenta con la colección 'Histoire de la virilité', un ejercicio de rigor histórico se presenta ilustrado con una fascinante y creativa exposición de los parámetros que definieron y definen lo viril, desde la Antigua Grecia hasta nuestros días.
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