Un purasangre no es un caballo cualquiera. Hay que verlos muy de cerca, olerlos, tocarlos para sentir el poder que detentan sobre el suelo que pisan. Su porte es regio, orgulloso, un dibujo de trazo perfecto; sus músculos, desarrollados hasta el límite, como los de un velocista en los tacos de salida; su oscura mirada es vivaz y confiada; su pelo, cortísimo y limpio, refulge incluso a la luz del día más encapotado; su respiración, como un motor al ralentí, a punto de estallar, te deja sin aire ni palabras. Pero para que todo esto suceda han de pasar otras muchas cosas que no son ni fáciles ni gratis: tiempo, espacio, dinero. Y todas en cantidades generosas, además.
José MachadoEsta pequeñísima ciudad se encuentra a 20 kilómetros de Cambridge. Si esta última es un templo del conocimiento, Newmarket lo es de campeones, ineludible destino de peregrinación para los amantes de las carreras de caballos que, al menos una vez en la vida, deben asistir a la celebración de una de las pruebas más importantes del orbe, la Two Thousand Guineas Stakes. (Foto: Jordi Adrià).
José MachadoEl purasangre precisa criarse en libertad en amplias praderas cercadas, limitando el uso de las cuadras a lo imprescindible. Son los mandamientos de una pasión casi religiosa en busca del caballo perfecto. (Foto: Jordi Adrià).
José MachadoLas carreras modernas, la que se repiten todos los años bajo las mismas condiciones de peso, distancia, temporada, tienen su origen en Inglaterra, más o menos al mismo tiempo en que empieza a funcionar el Stud Book, en el último cuarto del siglo XVIII.
Se corre en todo el mundo, de Kentucky a París, pasando por san Sebastián, Australia, Irlanda, Japón y Oriente Medio. Divididas en distintas categorías y grupos según diversas condiciones –de edad, peso, distancias…-, la cuantía de sus premios va desde los 5.000 a los 4.000.000 de dólares. Por no movernos de los límites de su origen nos quedamos con tres carreras inglesas muy especiales. (Foto: Jordi Adrià).
Desde el siglo XVII, bajo el reinado de Carlos II, la cría de caballos florece en los 40.000 acres sobre los que se levanta hoy Newmarket, una población donde el purasangre se integra de lleno con el paisaje y la vida de los ciudadanos. (Foto: Jordi Adrià).
José MachadoEn Newmarket, la pequeña ciudad británica, todo gira alrededor del caballo purasangre, te deja sin aire ni palabras. Palabras que no llegan a la boca al ver la elástica tensión de su galope y escuchar la armónica y apabullante sincronía de su paso, tocado sobre el tambor de una pista de entrenamiento. Pero para que todo esto suceda, han de pasar otras muchas cosas que no son fáciles ni gratis: tiempo, espacio, dinero. Y todas en cantidades generosas, además.
José MachadoCuando una carrera puede decidirse en el cajón de salida y su particular teoría del caos echa a correr camino de la meta, todo lo que sucede antes de ese mismo momento debe estar previsto y controlado al milímetro. Y, si todo sale bien, la gloria: un gran semental, con 12 temporadas por delante para cubrir –lo que significa, aproximadamente, unos 840 hijos; y en este hipotético caso (hablamos de un semental de nivel medio-alto, al precio de 20.000 euros por monta; aunque los hay por los que llega a pagarse hasta las 70.000 libras), sus ingresos brutos podrían llegar a los 17 millones de euros. (Foto: Jordi Adrià).
José Machado