"La primera vez que no te quiero" engrandece a las mujeres de la transición

  • Concha Carrón.

Concha Carrón.

Madrid, 12 sep.- La escritora Lola López Mondéjar tenía "una deuda" con las mujeres de la transición, y los esfuerzos que tuvieron que realizar para desprenderse del pasado, un compromiso que ha saldado con su última novela, "La primera vez que no te quiero".

En su obra "más personal", López Mondéjar (Murcia, 1958), psicoanalista de profesión, reconoce, en una entrevista con Efe, que nunca había utilizado sus conocimientos de psicoanálisis para uno de sus personajes de ficción, algo que sí ha hecho en esta ocasión con Julia, protagonista de su novela.

"Nunca había inventado un personaje tan vinculado al psicoanálisis como Julia", señala la escritora, quien admite "la profundidad" en la que se mueve su última obra por tener una mirada "adiestrada a no quedarse en la superficie, a ahondar más allá", algo que -dice- "se nota" en su escritura.

"La primera vez que no te quiero" (Siruela) narra la historia de Julia, una joven de la Transición que, como otras muchas, tuvo que reinventarse y aprender a vivir una nueva época emprendiendo una investigación íntima.

Julia busca el origen de una tristeza, de un desasosiego en el que vive periódicamente, y en esa búsqueda encuentra un doloroso episodio de su infancia, en el que pudo haber muerto.

"Si las mujeres de esa generación hubiéramos seguido la trayectoria de nuestra madres habríamos muerto", asegura contundente Lola López Mondéjar, quien recuerda que las madres de entonces preparaban a sus hijas, desde pequeñas, para casarse como único objetivo: "nuestro destino estaba escrito: era la muerte subjetiva de la mujer".

En su novela, la autora trata de transmitir la incapacidad de las madres de la Transición, que entonces tenían entre 20 y 30 años, "para transmitir el amor a una vida nueva", y recuerda que esa era una época en la que se abandonaban los antiguos mandamientos, como la religión o la represión sexual, para abrazar "otros nuevos", como la libertad sexual "como imperativo".

Con una estructura impresionista en forma de bucle en la que la escritora va y viene del pasado al presente, Mondéjar admite que es el libro en el que más ha bebido de sus propias emociones y uno de los más liberadores, si bien precisa que, para ella, toda novela es "una liberación, una catarsis".

"Todo proceso creativo tiene un componente de autogénesis, de volverte a crear con materiales nuevos", subraya, para señalar que la novela también refleja el hecho cierto de que "la vida siempre va por delante" y que "vas corriendo detrás de la vida, con la lengua fuera, y no la alcanzas".

La infancia como etapa crucial en la vida es uno de los puntos fuertes de la obra, de forma que a medida que Julia se desprende de su infancia "tiene una metamorfosis hacia la alegría; se desprende del lastre del pasado y se acaba sintiendo plenamente feliz".

Lo más triste, en su opinión, es la constatación de que, frente "a la lucha" de mujeres como Julia en la Transición por dejar un futuro mejor a sus hijos, actualmente los jóvenes "no tienen lugar en el mundo".

"La generación de Julia tenía futuro, expectativas, esperanzas mientras que la de ahora es una generación sin futuro", asegura la autora murciana, quien subraya que la generación precedente "tiene que hacer un hueco a la que sigue en el mundo, y nosotros no le hemos hecho hueco a la siguiente, sobran".

El principal motivo que ha llevado a esta triste realidad es, en su opinión, el hecho de haber puesto en el eje de todo el capital, el dinero, "a cambio de abandonar lo que dignifica la vida humana", como son los afectos y todos los derechos sociales del individuo, "que ahora mismo se están dinamitando".

"Si Julia tuviera que escribir ahora su historia, de los 55 a los 60 años, la sensación sería de derrota máxima", asegura López Mondéjar, quien asevera que la generación de jóvenes actual debe buscar "salidas colectivas; justamente las que más penalizadas están por el pensamiento hegemónico".

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