Estas gafas 'MK Ultra' prometen calmar el dolor solo con ráfagas de luz y sonido

  • Una empresa comercializa un dispositivo que, supuestamente, alivia el dolor llevando a un "estado de conciencia alternativo".
Gafas terapéuticas Sana
Gafas terapéuticas Sana
Sana

Entre 1953 y 1973, la CIA desarrolló un programa (secreto e ilegal) llamado MK Ultra para investigar sobre los límites del control mental. Sus experimentos con humanos eran diversos e iban desde la administración continuada de drogas y psicotrópicos como el LSD, hasta la privación sensorial total. Y, por supuesto, la sobreestimulación del sujeto a través de una sobreexposición a imágenes o sonidos durante horas o, incluso, días. Uno de los objetivos primordiales era mejorar las técnicas de tortura durante la Guerra Fría para que el prisionero en cuestión se derrumbase lo antes posible y cediese en un interrogatorio. Pero aquella idea del control mental no era novedosa en los 50, sino que bebía del conductismo más extremista de la Psicología de principios del siglo XX. Ahora, 50 años después, una empresa sanitaria ha retomado la idea... para calmar el dolor crónico.

El principio que mueve a Sana Health es el mismo que el de la CIA durante 20 años o que el de los captores del protagonista de 'La Naranja Mecánica' cuando le obligan a ver imágenes violentas mientras le administran un fármaco para provocarle aversión a la violencia: el control mental. Para lograrlo, la compañía también ha recurrido a la sobreestimulación sensorial, creando unas gafas opacas que prometen calmar el dolor utilizando solo ráfagas de luz y sonido, tal y como explica este artículo de 'CNBC'.

Se trata de una respuesta al brutal incremento de opiáceos en EEUU para tratar el dolor crónico. Desde las primeras oleadas de muertes por sobredosis en los 90, el consumo de opiáceos se ha extendido tanto en los últimos años que, en 2017, el Departamento de Salud y Servicios Sociales (HHS) decretó el estado de emergencia por el abuso de este tipo de sustancias terapéuticas. Las cifras que maneja el organismo son devastadoras: cada día, 140 estadounidenses mueren por sobredosis, con 91 casos específicos por opiáceos.

Por eso, Richard Hanbury decidió fundar en 2015 Sana Health, una compañía que trata de aunar la innovación tecnológica y los tratamientos no invasivos. De ahí nacieron sus gafas, que "combina una intervención que dura 16 minutos con algoritmos patentados que restauran el equilibrio en el cerebro e inducen un 'estado de flujo' [estado mental operativo en el cual una persona está completamente inmersa en la actividad que ejecuta] terapéutico". El objetivo es que el paciente se evada del dolor llevándolo a un "estado de conciencia alternativo", según Hanbury.

Una terapia que aún no convence a las autoridades

La clave estriba en un sensor incorporado en las gafas que detecta el ritmo cardíaco y adecúa la frecuencia y duración de las ráfagas de luz y sonido a cada sujeto, que teóricamente modifica las ondas de su corteza cerebral hasta hacer que entre en un estado de relajación que le permita evadir el dolor. El principal escollo de la compañía es que, hasta ahora, Sana Health solo cuenta con varios ensayos clínicos que aún no han convencido a las autoridades.

Actualmente, las gafas solo están disponibles para pacientes en ensayos clínicos, mientras buscan ser homologadas como dispositivo médico, aunque Hanbury espera la futura aprobación de la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos (FDA) para octubre. Sana es, junto a otras compañías del sector como Bioness y Cefaly, uno de los impulsores de estos novedosos dispositivos de neuromodulación que tienen el potencial de reducir o eliminar por completo el dolor, así como la excesiva dependencia de los opiáceos para tratarlo.

Pero, al contrario de lo que pueda parecer, esta es una línea de investigación médica que empieza a ganar peso en EEUU: en 2017, la FDA aprobó un dispositivo portátil desarrollado por Cefaly para el tratamiento de las migrañas agudas. Se coloca en la frente durante una o dos horas durante un dolor de cabeza y envía pulsos eléctricos a través de la piel hacia el nervio trigémino en la cara, calmando al principal culpable del dolor con un efecto sedante. Y también hay otros dispositivos para aliviar este tipo de dolor, como el StimRouter de Bioness, asimismo aprobado por la FDA y que está compuesto por pequeños electrodos con forma de alambre que se insertan debajo de la piel del paciente a través de una sencilla cirugía, justo al lado de un nervio. Un dispositivo externo puede estimular ese nervio enviando pulsos eléctricos a través de los electrodos.

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