La industria de la persuasión: por qué el Brexit y el terraplanismo se expanden

  • Los propios usuarios de tecnología nos hemos convertido en el eje central de la persuasión, en la moneda de cambio para venderlo todo.
Representación de una Tierra plana
Representación de una Tierra plana
Pixabay

Miremos donde miremos, nos intentan vender algo. La publicidad, como máximo exponente del poder de la persuasión, ha cambiado mucho con el paso del tiempo. Sustentada por nuestros hábitos, pensamientos y gustos, se ha convertido en una trampa de la que es difícil escapar.

En la actualidad, estamos alerta acerca de las publicidades más engañosas en nuestro día a día, una publicidad invasiva que comercia con los datos de nuestras rutinas digitales. Grandes empresas que se permiten llevar a cabo prácticas abusivas, sin importar los daños y los gastos que le puedan suponer. Por eso, tendemos a buscar fórmulas y estrategias para no sentirnos estafados por la industria de la persuasión. Algo que se hace cada vez más difícil.

Steve McKevitt investiga la comunicación de marca y ha publicado varios libros sobre los problemas que enfrentan los consumidores, las empresas y la sociedad en esta, nuestra era, dominada por el marketing. En un artículo para 'The Conversation', analiza la situación actual de la maquinaria de la persuasión en el que el papel del consumidor ha cambiado tanto: "Los consumidores de hoy ya no están simplemente en el extremo receptor de la publicidad a través de los medios de comunicación masivos. Ahora, los que usamos las redes sociales todos los días nos hemos convertido en una parte clave del proceso de persuasión en sí", dice.

Desde el principio de los tiempos a la persuasión en línea

Cuando se puso en marcha la maquinaria de la persuasión, todo era más que detectable. Carteles que identificaban marcas para convencernos de que esto o lo otro era lo que debíamos consumir. La publicidad interrumpía los programas de radio y televisión. Todo era bastante identificable.

Luego todo se fue modificando. La persuasión, de la mano de la publicidad, se abrió camino en diferentes y espinosos campos, como una herramienta para manipular mentes e ideologías.

Ahora, los canales han cambiado y mucho. También nuestros hábitos. La persuasión se ha convertido en algo fundamental para dar forma a la opinión de las personas. "En esencia, ha cambiado la interacción humana en sí misma en la medida en que el consumo -en lugar de la clase, la región, la geografía o la ocupación- se ha convertido en la principal forma de autoidentificación y autoexpresión", apunta McKevitt.

A través de los canales de las redes sociales, presentamos versiones estilizadas y editadas de nuestros estilos de vida. Intercambiamos sin ningún tipo de pudor ideas e información en segundos. Y es por todo esto que estamos "en el corazón de nuestro mundo único de comunicación, contenido y comercio. Casi todas las actividades que realizamos ahora involucran algún tipo de intercambio comercial", según McKevitt.

Y, convertidos en anuncios con patas, ojos y perfiles en redes sociales, nos hemos convertido en transmisores involuntarios de mensajes ajenos. Casi sin importar cuáles: algunos ejemplos son la campaña de desinformación que rodeó al Brexit en 2016, así como el auge de las 'fake news' -mensajes populistas normalmente asociados a partidos políticos- o el resurgir de las teorías terraplanistas, erradicadas de nuestro esférico planeta hasta la aparición de las nuevas tecnologías y canales de distribución.

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