El pescador tradicional es otra especie en peligro

  • El movimiento Slow Fish alerta sobre la lenta extinción de los pescadores artesanales en su feria bianual que se celebra en Génova del 27 al 30 de mayo
El "campanu", de casi seis kilos, pescado en el río Narcea
El "campanu", de casi seis kilos, pescado en el río Narcea
Sara Acosta

No sólo las especies marinas están en peligro de colapso comercial y de extinción por la expansión de la pesca industrial y la demanda creciente de pescado en todo el mundo. Los propios pescadores se enfrentan a un futuro incierto en el que la materia prima puede que no siga acudiendo a las redes en los próximos años.

El movimiento Slow Food que nació en 1989 de la mano del sociólogo italiano Carlo Petrini para denunciar los excesos de la agricultura industrial y su impacto en la salud y en el futuro de los propios agricultores, lanzó en 2004 Slow Fish, la misma iniciativa trasladada al mar.

Ambas iniciativas son más que meras denuncias, quieren ser la muestra de que no sólo es deseable cuidar más el campo, el mar y lo que comemos, sino que además es posible, más saludable e incluso más económico. La cita de Slow Fish en esa edición será en Génova, del 27 al 30 de mayo, y tendrá por hilo conductor la amenaza que pesa sobre los pescadores artesanales que aún trabajan en muchas partes del mundo. Ellos son los primeros que empiezan a defender su modo de vida.

El mejor ejemplo de ello es la cooperativa Lonxanet en España, formada por pescadores de Carnota que tras el accidente del Prestige en 2002 fueron conscientes de la amenaza directa que pesaba sobre su futuro. Decidieron aliarse y crear una plataforma de venta de pescado 'sostenible', es decir, protegido de la tormenta de la demanda de la industria con la creación de una reserva de especies prohibida a la pesca durante un periodo suficiente para su reproducción.

En otros países existen iniciativas parecidas, y Slow Fish les da voz en una serie de encuentros con los propios pescadores. Así, los asistentes a la cita podrán charlar con el irlandés Franck Fleming, quien hace cuatro años decidió crear el sello 'Responsible Irish Fish' que garantiza la transparencia en la cadena, desde la pesca hasta la mesa.

El salón contará con un mercado de degustación de las especies que funcionan como baluartes del mar porque los pescadores dedicados a ellas conservan técnicas antiguas, más respetuosas con esta materia prima. Los visitantes podrán probar el bogavante de Oosterschele (Holanda) y el bacalao de More og Romsdal. Además, hasta 20 cocineros se alternarán en los fogones ara preparar con estos baluartes algunos de los platos más originales de la cocina del mar.

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