De la Lastra (Bestinver) alerta de 'desdén' hacia el riesgo de iliquidez en los gestores

Burbuja de deuda
Burbuja de deuda
Pixabay

Con los recientes problemas en las gestoras británicas Woodford y H2O en la cabeza (el primer caso llega a ponerlo incluso como ejemplo), el presidente de Bestinver, Beltrán de la Lastra, ha puesto sobre la mesa su preocupación por el riesgo de iliquidez y los problemas que ha generado a algunos afamados gestores. Un asunto que, desde su punto de vista se ha tratado con "desdén" o dándole poca importancia por parte de algunos gestores en España. Así lo asegura en la carta trimestral elaborada por la gestora. Una comunicación en la que también ha hecho referencia a las rentabilidades negativas que ofrecen muchos bonos estatales. 

Cuando están a punto de cumplirse cinco años de su llegada a Bestinver, de la Lastra insiste en que la liquidez ha sido siempre para él una parte primordial en la gestión del riesgo. "Invertir en compañías en las que podemos tener un porcentaje elevado y desproporcionado del total de su capitalización puede provocar efectos indeseados sobre la rentabilidad de nuestras carteras, tanto en el momento de construir las posiciones (empujando su precio al alza) como sobre todo en el momento de las reducciones (empujando el precio a la baja)", asegura, y pone como ejemplo el caso de Woodford en Reino Unido. 

En referencia a los tipos negativos que ofrece la deuda ha recordado que en el mundo hay más de trece trillones de euros (12 veces el PIB español) invertidos en renta fija con tires negativas, algo que puede parecer inconcebible: "que el prestamista pague al prestatario y que el depositante pague al depositario...", como está empezando ya a pasar en algunos países de Europa.

Desde su punto de vista, la denominada “Represión Financiera” castiga a los ahorradores y solo premia a los inversores que estén dispuestos a soportar la volatilidad. En su opinión, habría que plantearse si los precios de los bonos reflejan los fundamentales de la economía y el riesgo crediticio del emisor o si, por el contrario, las tires de los bonos son una anomalía provocada por la intervención de los Bancos Centrales. Así, considera que las acciones de los Bancos Centrales no han cambiado "sustancialmente" en los últimos meses como para "explicar la continua caída de las rentabilidades de los bonos en lo que llevamos de año".

De la Lastra incide en que los datos macroeconómicos actuales apuntan a una desaceleración económica global, que de momento no es recesión; y ha dejado claro que a su gestora le preocupa más la inflación que los serios problemas que genera la deflación y el riesgo que temen algunos expertos de japonización de las economías occidentales. 

Los efectos de las rentabilidades negativas de la deuda sobre la renta variable son múltiples, aunque destaca dos: desde finales de 2018 la volatilidad ha vuelto para quedarse y, además, en un entorno de máximos históricos en los precios de los bonos, son precisamente las compañías que más se parecen a los bonos las que mejor se están comportado.

Así, compañías que desde su punto de vista son estables en sus fundamentales en sectores defensivos como alimentación, consumo estable y otros, se han disparado ante la incertidumbre del mercado frente a la guerra comercial, la amenaza de un menor crecimiento de la economía global y la búsqueda de retornos ante los tipos de interés históricamente en mínimos y negativos. "Son los Bancos Centrales los que han forzado a los inversores a aumentar su tolerancia al riesgo en búsqueda de retorno", añade y pone como ejemplo que Diageo, Nestlé, LVMH o L’Oreal hayan subido en algunos casos más de un 40% en el año, disparando sus múltiplos de valoración, llegando a pagarse más de 30 o hasta 40 veces los beneficios por estas compañías. Más aún las Amazon o Netflix.

"Las compañías de gran calidad siguen liderando el movimiento al alza en los mercados, pero también ejercen de valor refugio en los momentos de debilidad. En cambio, las compañías cíclicas llenan de dudas los ánimos de los inversores, que no ven valoraciones suficientemente atractivas como para iniciar posiciones, sin diferenciar entre compañías cíclicas de calidad, que se encuentran en un momento débil del ciclo, de... las que además de ser cíclicas son de mala calidad y no deberían ser objetivo del inversor a largo plazo", explica. Por ello apuesta por la cautela para medir muy bien las decisiones de inversión y "no asumir más riesgo del que debemos". 

El momento actual para el inversor en valor no es de sufrimiento, dado que las rentabilidades acumuladas en el año —superiores al 10%— son atractivas. Pero se encuentra con un escenario altamente exigente. "Las compañías que hoy ofrecen mayor valor no son precisamente las que mejor se están comportando en los últimos meses", sentencia. Pese a ello, apuesta por subirse al tren de las firmas de máxima calidad, aun pagando un precio que limita su potencial de revalorización al estar poco por encima del de la liquidez. Es decir, decantarse por compañías cíclicas que pueden no estar en su mejor momento del ciclo, pero que sí ofrecen un atractivo potencial de inversión, algo que "es sin duda más osado, y a nuestro juicio, más acertado", asevera.

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