El barrio de Venezuela en el que las madres lograron acabar con la violencia

  • Las madres del barrio de Catuche firmaron un 'acuerdo de paz' para evitar que sus hijos se mataran entre ellos; lleva funcionando desde 2006.

    "La familia popular venezolana es matricentral, porque ante la ausencia o intermitencia de la figura del padre, es la madre quien pone las normas de vida". 

El barrio de Venezuela en el que las madres lograron acabar con la violencia
El barrio de Venezuela en el que las madres lograron acabar con la violencia
P.R.

La guerra entre las bandas armadas venezolanas de La Quinta y Portillo, dos pequeñas localidades del barrio de Catuche, en el centro de Caracas, ha dejado a decenas de madres sin hijos. Algunas de ellas perdieron, según informa BBC Mundo, hasta cinco hijos.

Algunas de ellas, viendo los enfrentamientos entre sus hijos, incluso denunciaban a los rivales, vigilaban y hasta escondían armas en sus hornos. Sin embargo, en el año 2006 se produjo un cambio: las madres firmaron un "acuerdo de paz". Desde entonces no se ha registrado ningún homicidio en Catuche en relación al enfrentamiento entre ambas. "No es que se hayan vuelto a ser amigos, pero ya no se matan", explica al medio una de las madres implicadas en este logro. 

En las últimas dos décadas la violencia criminal ha convertido a Venezuela en uno de los países más inseguros del mundo. La mayoría de los homicidios se han dado en los barrios populares, en los que se lucha por el prestigio y el control del territorio. 

"La familia popular venezolana es matricentral, porque ante la ausencia o intermitencia de la figura del padre, es la madre quien pone las normas de vida", explica al medio el sacerdote Alejandro Moreno. En Catuche, las 'alcahuetas' de la violencia pasaron a ser las controladoras de la paz. "No tienes que hablar con nosotros, sino con las viejas chismosas" 

"Para acabar con la violencia no es con nosotros con quienes debes hablar, sino con las viejas chismosas", le decían los niños a una trabajadora social que fue a echar una mano al barrio ante la increíble violencia que se registraba. La frase le sirvió, aconsejada por un sacerdote, para preparar una reunión en la que solo participaran las madres: "Ese día lloramos, rezamos, nos abrazamos". 

Y ahí decidieron firmar el 'acuerdo de paz' con cuatro puntos principales: si se incumple, se llama a una reunión de las madres -sin estar presente la del joven que incumpla la ley-; quien rompa el acuerdo tres veces se denuncia a la policía; no se pueden llevar extraños al barrio y por último, no está permitido hacer la señal de abrir fuego en plena calle. 

Desde entonces, nadie ha sido denunciado. 

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