Paloma y su pequeño de ocho años salvaron la vida en Berlín por solo seis metros

  • Decidieron sentarse a merendar en las escaleras de la Iglesia minutos antes del atentado y eso les salvó la vida. Paloma, de 22 años, protegió a su hijo de la histeria, lo dejó a salvo y se puso a ayudar a los heridos.

    'Vi a dos cuerpos debajo del camión y a otra persona con las piernas totalmente destrozadas. Todo el mundo gritaba y corría. Aún estoy intentado soltar los nervios', reconoce Paloma.

Los relatos del atentado ocurrido en Berlín, que recordó a la tragedia aún no olvidada de Niza, siguen apareciendo y poniendo los pelos de punta. Entre los que vivieron la tragedia producida anoche en el centro de la capital alemana frente a la Iglesia Memorial Kaiser Wilhelm, junto a un popular mercadillo navideño, también se encuentran españoles. Salvaron la vida de milagro.

Paloma, una madrileña de 24 años, y su hijo, de ocho años, salvaron la vida por escasos metros y minutos. Solo la suerte impidió que engrosaran la lista de fallecidos que ya asciende a 12. 'Todo el mundo empezó a correr. Yo cogí a mi hijo para apartarlo y que no lo arrastrasen', cuenta la mujer, aún con el shock en el cuerpo.El camión, con las luces apagadas se acercaba sin piedad hacia la gente para arrollarla

Al menos doce personas murieron por su impacto o directamente atropelladas y otras 48 resultaron heridas al irrumpir, pasadas las ocho de la tarde, este camión negro de unos doce metros de largo en lo que hasta entonces era un feliz mercadillo de navidad de la localidad de Kurfürstendamm, una zona típica y comercial de la ciudad, donde centenares de personas compraban a esa hora regalos y algo de comida para picar.Vivos por seis metros

'Nosotros estábamos a unos seis metros de donde ha quedado el camión al pararse', relata Paloma. El camión recorrió poco más de 50 metros sembrando a su paso la muerte y la mutilación, en medio de los gritos y el terrible ruido de la desesperación. Puestos, mesas, casetas y cuerpos eran arrollados a su paso.

Paloma, de 24 años y su hijo de ocho pasaban sus primeras navidades en Berlín. Su ilusión solo era pasar la tarde a los pies de la Gedächtniskirche, uno de los referentes turísticos de la capital, y tomar unos churros con chocolate.

Paloma y su hijo tuvieron la suerte que a otros les faltó. El camión paró a escasos metros donde ellos se encontraban. Les salvó las ganas del pequeño de tomar un poco de carne y pan. Para tomarlo tranquilos se apartaron unos metros del mercadillo y se sentaron en las escaleras de la Iglesias, para estar más tranquilos. No sabían que acababan de tomar la decisión que les iba a salvar la vida.'Yo cogí a mi hijo para apartarlo y que no lo arrastrasen'

Al principio, Paloma no podía identificar lo que estaba pasando: 'No sabía si se estaba cayendo el mercadillo, una caseta detrás de otra, o si se estaba derrumbando una casa en obras cercana'. La gente empezó entonces a huir despavorida.

'Todo el mundo empezó entonces a correr. Yo cogí a mi hijo para apartarlo y que no lo arrastrasen. No nos hemos movido porque en los momentos de pánico masivo lo peor es salir corriendo', argumenta con una tranquilidad asombrosa Paloma. Entonces, esta madrileña llevó a su hijo a un rincón donde ella no le perdía de vista en ningún momento pero él no podía ver a los heridos, y en un acto instintivo se acercó a intentar ayudar.

'Había dos personas debajo del camión', recuerda de dos de los muertos en el accidente, 'otro con las dos piernas destrozadas' y al menos otro a su lado 'inconsciente' por lo menos. Otros visitantes del mercadillo estaban ya trasladando en unas improvisadas camillas hechas con tablones de madera a algunos de los heridos y dos policías que había cerca empezaron a coordinar a los voluntarios hasta que llegaron los equipos de emergencia.

Paloma atendió entonces a un señor con un golpe en un brazo, a otro con una contusión sangrante en la cabeza y a una señora que, al caerse, se había torcido una muñeca. 'No he querido ponerme con los más graves porque no sé primeros auxilios', dice la joven, que considera que la respuesta de los servicios de emergencia ha sido 'muy, muy rápida'.

'Yo he visto dos puestos que se habían caído y hemos ido a mirar que no hubiese nadie debajo y a retirarlo todo, porque en uno de ellos había una cocina y teníamos miedo de que empezase a arder', relata. Sólo cuando han empezado a llegar los primeros equipos de bomberos y ambulancias, Paloma y su hijo se han marchado de vuelta a casa, que se encuentra en la zona.

'Todavía tengo que soltar los nervios', reconoce la joven madrileña tras la experiencia, y añade que su hijo sólo ha empezado a llorar cuando han abandonado el mercadillo. Acababan de salvar la vida, pero nunca olvidarán la noche del 19 de diciembre en la que decidieron pasar las Navidades en Berlín. Nunca.

M.T.
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