Belgrado, ¿la próxima capital europea de la fiesta?

  • Diez años después de la guerra, Serbia quiere volver al ritmo de Europa. Mientras que Croacia recibe casi 51 millones de turistas cada año, Serbia cuenta con menos de dos millones. Aunque no tienen playa, los serbios ofrecen una calidad-precio inmejorable, la invasión turística todavía no ha llegado.
Diez años después de la guerra, Serbia quiere volver al ritmo de Europa.
Diez años después de la guerra, Serbia quiere volver al ritmo de Europa.
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Paul Ames, Belgrado (Serbia) | GlobalPost

En la mayoría de capitales europeas, la taberna 'Two Stags' (Dos ciervos) de 140 años sería una trampa para atrapar turistas extranjeros regocijados cuando sus mesas se rodean de músicos cantando canciones folk indescifrables o entusiastas versiones de 'Yesterday' y de 'Fernando' de Abba.

Pero esto es Belgrado y en esta cálida noche de primavera no hay turistas.

Ha pasado una década desde que la guerra que desgarró a Yugoslavia llegó a su fin. Pero mientras que su antiguo enemigo croata se ha restablecido como un destino turístico de primer nivel y está a punto de entrar en la Unión Europea, Serbia sigue luchando por salir del aislamiento de la posguerra.

La UE todavía tiene que reconocer a Serbia como un candidato y la tensa imagen del país se traduce en que los turistas provenientes de fuera de los Balcanes son poco comunes, más allá de las escalas breves de los cruceros fluviales que surcan por el Danubio.

Los brotes de agresión por parte de hooligans o los manifestantes anti homosexuales han hecho que la reputación de violencia, la intolerancia y la anarquía haya permanecido aquí desde la Guerra de los Balcanes de la década de 1990.

Pero Serbia está haciendo un decidido esfuerzo para cambiar esa imagen, en parte promoviendo a Belgrado como capital europea de la fiesta. La esperanza es que se haga muy visible la dedicación de Belgrado a conceder buenos momentos y esto atraiga a extranjeros ávidos de unirse a ellos.

La ciudad de las discotecas flotantes gigantes, conocidas como splavovi, ya es un atractivo importante para los discotequeros más aventureros de Europa.

La oficina de turismo ofrece los programas 'cool Belgrade' destacan playas urbanas en la Isla Ada Ciganlija en el río Sava, conciertos de artistas como Shakira, Sting o el DJ David Guetta, con entradas que cuestan la mitad del precio que en los conciertos del oeste de Europa; o una barra de degustación de rakia, los aguardientes de fruta que son una institución y un tesoro nacional.

Puede que Belgrado no ofrezca las glorias arquitectónicas de Praga, los encantos medievales de Tallin (Estonia) o la elegancia del mundo antiguo de Budapest, pero los ciudadanos de la capital serbia creen que ninguno de sus rivales ofrece a los visitantes una oportunidad mejor de pasar un buen rato.

"El hedonismo es nuestro mejor producto", destaca Vesna Vujic, un funcionario del Gobierno. "Tenemos que encontrar una forma de promocionarlo".

Un indicio del buen tiempo es que la ciudad se echa a las calles. El paso marítimo Knez Mihailia está de bote en bote con los compradores y con los amantes de ver el atardecer sobre el Danubio, desde las murallas de la fortaleza Kalemegdan. Las mesas de hombres mayores achispados cantando en torno a las parrillas de salchichas Cevapcici en los restaurantes al aire libre del parque Cubura. Chicas modernas con minifaldas copan los bares de Strahinjica Bana, sus encantos a veces inflados se han ganado en la calle el apodo cruel de 'Silicon Valley'.

"La vida nocturna es una de nuestras grandes ventajas, por supuesto, pero no queremos promocionarnos únicamente con una ciudad para la fiesta", explica Ivana Milatovic, directora de marketing de la Organización de Turismo de Belgrado. "Esta es una ciudad moderna, estamos haciendo referencia a la atmósfera que se respira, no sólo sobre fiestas locas hasta el amanecer o algo así. La gente aquí tiene un amor por la vida, un amor por la buena comida y ofrecemos una buena relación calidad-precio".

Para el Gobierno pro-occidental de Serbia, el turismo no sólo significa atraer dinero extranjero. Se ve como un camino crucial para restablecer los contactos internacionales, superar el aislamiento de los años de guerra y conseguir que el país vuelva a la corriente europea.

Viajar al otro lado se hizo más fácil cuando la UE relajó las restricciones en materia de visado a finales de 2009, pero muchos serbios se quejan de que simplemente no pueden permitirse el lujo de visitar los costosos destinos de la zona euro.

La detención y traslado al tribunal internacional el pasado mes de mayo del criminal de guerra más buscado, Ratko Mladic, ayudará a mejorar la imagen de Serbia. Sin embargo, su comercio turístico aún tiene mucho camino por recorrer antes de que pueda ponerse al día con respecto a sus vecinos.

Serbia registró tan sólo 1,5 millones de pernoctaciones extranjeras en 2010, frente a los 50,9 millones de Croacia.  Por supuesto que Serbia no tiene el esplendor de la costa adriática de Croacia, pero es que además se queda muy atrás en las pernoctaciones con respecto a los países de Europa central. Los visitantes extranjeros pasaron 9 millones de noches en Hungría el año paso y 17,7 millones en 2009 en República Checa.

Un factor de lastre para el turismo es la escasez de vuelos low-cost que han revolucionado los viajes en Europa, convirtiendo a ciudades como Liverpool (Inglaterra), o Larnaca (Chipre) en destinos asequibles para un corto descanso para los viajeros de toda Europa.

Las ciudades del este de Europa han estado entre los mayores beneficiados, pero el auge del bajo coste también tiene su contrapartida negativa. La combinación de vuelos baratos, alcohol barato y emociones baratas ha atraído a multitudes de jóvenes de Gran Bretaña y otras naciones de Europa Occidental a Europa Oriental para sus fines de semana de solteros o fiestas de despedidas de soltero.

Aunque algunas compañías de bajo coste están operando vuelos a Belgrado, ante la perspectiva de un gran número de británicos encontrándose con el lado salvaje de la juventud serbia, las autoridades turísticas se sienten aliviadas de que hasta el momento su capital no haya experimentado una invasión de alcohol y de testosterona de los fiesteros de fin de semana.

"Estamos preocupados por eso. Tal vez el hecho de que algunas de esas compañías low cost todavía no hayan llegado aquí tiene sus ventajas", admite Milatovic. "No caer en ese masivo turismo de despedidas de soltero nos permite mantener la calma".

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