Brahimi no tira la toalla y niega discrepancias con la Liga Árabe

  • El mediador internacional Lajdar Brahimi negó hoy tener discrepancias con la Liga Árabe por la crisis en Siria y aseguró que "de momento" no tiene intención de tirar la toalla y seguirá trabajando para intentar que las partes negocien una salida pacífica que ponga fin a la guerra civil en ese país.

Naciones Unidas, 19 abr.- El mediador internacional Lajdar Brahimi negó hoy tener discrepancias con la Liga Árabe por la crisis en Siria y aseguró que "de momento" no tiene intención de tirar la toalla y seguirá trabajando para intentar que las partes negocien una salida pacífica que ponga fin a la guerra civil en ese país.

"¿Quién le ha dicho eso?. Yo no he renunciado. Cada día que me levanto pienso que tendría que hacerlo, pero por el momento no he renunciado", respondió Brahimi ante la prensa después de comparecer a puerta cerrada en el Consejo de Seguridad de la ONU para hablar sobre sus esfuerzos mediadores en ese país.

El veterano diplomático argelino salió así al paso de los rumores y especulaciones que arreciaron en los últimos días y que apuntaban a su intención de tirar la toalla ante la falta de avances en los esfuerzos de mediación que comenzó el pasado agosto, así como diferencias con respecto a la organización de países árabes.

"Es la primera vez que oigo que voy a quedarme otros tres meses", insistió Brahimi ante las preguntas de los periodistas sobre sus planes de futuro y añadió: "ya he dicho todo lo que tenía que decir" al respecto. "Puede que algún día dimita, y les aseguro que entonces se enterarán", zanjó.

La decisión de la Liga Árabe de reconocer a los líderes de la oposición como representantes legítimos del pueblo sirio es uno de los argumentos que se mencionaban para ilustrar el distanciamiento del mediador internacional, extremo que negó hoy en repetidas ocasiones ante las preguntas de los periodistas.

Por otro lado, Brahimi negó también haber recibido instrucciones del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, para intentar convencer al régimen de Damasco para que permita el trabajo de la misión técnica designada para investigar el posible uso de armas químicas en ese país.

"No me han pedido que intervenga", reiteró el diplomático argelino, que tomó el pasado verano las riendas de la mediación internacional en Siria tras la renuncia del exsecretario general de la ONU Kofi Annan.

El régimen de Damasco rechazó el pasado día 8 el envío a Siria de ese equipo técnico nombrado por Ban al considerar que la misión propuesta por el secretario general permite a los expertos "tareas adicionales" como desplegarse por todo el país, debido a las presiones de ciertos países.

En su comparecencia de hoy a puerta cerrada ante el Consejo de Seguridad, el mediador internacional reiteró que la situación en el país es "extremadamente seria" y pidió a los quince miembros del máximo órgano de decisión de la ONU que se tomen la crisis "en serio" porque, según advirtió, "no hay tiempo que perder".

Más de dos años después del inicio de las protestas en Siria contra el régimen de Bachar al Asad, que con el tiempo han dado paso a una sangrienta guerra civil, el Consejo de Seguridad continúa bloqueado a pesar de los intentos de algunos países de actuar para intentar frenar la crisis en ese país.

Los miembros del máximo órgano de decisión de la ONU lograron ponerse de acuerdo este jueves para condenar las violaciones de derechos humanos en Siria a través de una declaración unánime pero no vinculante en la que dijeron que la situación de violencia es "inaceptable".

Brahimi celebró hoy "algunos avances" entre Rusia y Estados Unidos, dos de los cinco países del Consejo de Seguridad con poder de veto, pero advirtió de que siguen siendo "insuficientes", mientras que reconoció que sus esfuerzos mediadores con los sirios "no han ido a ningún lado".

Siria vive desde hace más de dos años una situación de guerra civil que se ha cobrado la vida de más de 70.000 personas, además de millones de desplazados internos y refugiados, según datos de la ONU, que esta semana cifró en 6,8 millones el número de personas que necesitan asistencia.

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