Brexit o inmovilismo: Johnson y Corbyn se disputan el futuro de Reino Unido

Boris Johnson y Jeremy Corbyn
Boris Johnson y Jeremy Corbyn
EFE

Los británicos tienen esa incómoda sensación de que no hay opción buena de cara a las elecciones de este jueves en Reino Unido; de que su voto simplemente decidirá entre avalar el Brexit de Boris Johnson o permanecer en el inmovilismo parlamentario del último año, a tenor de la escasa diferencia entre ambos candidatos en las encuestas: entre cinco y 10 puntos. El escenario postelectoral, por tanto, se divide entre una mayoría de los conservadores que permita aprobar el acuerdo con la UE en la Cámara de los Comunes o una mayoría insuficiente para sacarlo adelante, exactamente lo que lleva ocurriendo desde que Theresa May lo intentara desde noviembre de 2018.

La tercera opción, prácticamente descartada, es que Corbyn ganase las elecciones. Sin embargo, aunque lo hiciera, las posibilidades de que pueda aprobar un tercer acuerdo negociado con Bruselas en el Parlamento (convirtiendo el de Johnson en papel mojado) son nulas. El problema es que el Partido Laborista necesitaría una mayoría suficiente para sacarlo adelante, exactamente igual que le sucede al Partido Conservador; la diferencia estriba en que tendría que producirse un auténtico vuelco electoral para que Corbyn logre una ventaja suficiente y termine logrando esa mayoría parlamentaria.

Sin embargo, la distancia entre Johnson y Corbyn se ha recortado esta semana tras un incidente vivido el lunes, cuando el primer ministro recibió duras críticas tras negarse a mirar la fotografía de un niño de cuatro años enfermo y arrebatar el móvil al reportero británico que se la mostraba. Ocurrió durante un acto de la campaña electoral: Johnson arrancó el teléfono al periodista de ITV Joe Pike cuando, al preguntarle sobre el estado de la Sanidad pública, este le quiso enseñar la imagen de Jack Willimant que, afectado con posible neumonía, tuvo que dormir en el suelo por falta de camas en un hospital de Leeds.

El Brexit de Boris Johnson, con o sin acuerdo

Sea como fuere, lo cierto es que Johnson parte con una ventaja que hace pensar que logrará imponerse en las elecciones del jueves. Si esto sucediera (y consiguiera mayoría suficiente en el Parlamento), teóricamente intentaría aprobar ante los 'comunes' el acuerdo alcanzado con Bruselas el pasado octubre. Pero cabe otra posibilidad: los términos incluidos en el pacto con la UE entonces estaban pensados para contentar no solo a los conservadores rebeldes, sino también a laboristas y a indecisos; por eso, ahora, una opción podría ser que el primer ministro trate de renegociar esos términos con Bruselas a su antojo, un movimiento que a su vez podría derivar en una ruptura de las conversaciones y en una salida sin acuerdo del club comunitario.

En cualquier caso, si Johnson no lograse una mayoría suficiente en el Parlamento para aprobar el acuerdo con la UE, sus opciones pasarían por repetir el proceso de convencer a la oposición de que se sume a una salida negociada. Y, a pesar de la limpia que ha realizado el Partido Conservador de 'tories' contrarios al Brexit, la firme oposición de laboristas, nacionalistas escoceses y liberal-demócratas volverá a situar a la Cámara de los Comunes en una situación de estancamiento, tal y como lleva ocurriendo en el último año. El futuro de Reino Unido, en este sentido, es tan imprevisible que podría decidirse solo por un voto.

Corbyn y su indefinición ante el Brexit

El escenario inverso, que implicaría una victoria de Corbyn en las elecciones del jueves, significaría también la apuesta por una alternativa al Brexit, así como por una segunda oportunidad para los británicos de decidir su futuro. Cabe recordar que, en 2016, el referéndum para la salida de la UE salió adelante solo con un 51,9% de los votos. En este panorama de profunda división, la campaña fraudulenta y plagada de 'fake news' de los proBrexit influyó decisivamente en el resultado, por lo que quienes se oponen a la salida de la UE llevan exigiendo desde entonces una segunda consulta popular.

Y ese es el punto más controvertido de Corbyn, que hace unos días se declaraba "neutral" respecto al Brexit y que tampoco ha terminado de definir su plan alternativo al de Johnson: lo primero que haría si llegase a Downing Street sería tratar de buscar un nuevo acuerdo "creíble" con Bruselas (el tercero distinto en 13 meses), aunque a partir de ahí todo son incógnitas. Ha prometido un segundo referéndum (basado en ese texto concreto, en lugar de un mero "a favor" o "en contra"), pero la división en su partido respecto a una segunda consulta, una marcha atrás del Brexit (en virtud del Artículo 50 de la UE) o simplemente aprobar el nuevo acuerdo (y ejecutar así el Brexit) plantea numerosas dudas sobre la orientación del voto de los diputados laboristas. 

La gran pregunta es, pues: ¿qué diablos quiere Jeremy Corbyn? Sus detractores argumentan que solo busca hacerse con el poder y que si llegase a ser primer ministro de Reino Unido lo utilizaría para llevar a cabo reformas ideológicas y 'antisistema': desde implantar impuestos sin precedentes a la banca a salir de la OTAN y poner en riesgo el futuro geopolítico de la nación. Sin embargo, con la cuestión del Brexit nadie está seguro de lo que haría.

Tampoco está clara su postura si lograse impulsar un segundo referéndum: al margen de su recientemente autoproclamada neutralidad, en el pasado Corbyn ha protagonizado varias polémicas en torno a su visión del Brexit, ya que en 2016 votó por la permanencia en la UE, mientras que en el referéndum de 1975 votó en contra. En cualquier caso, su cuestionado europeísmo no es tan importante como el hecho de que a estas alturas Corbyn no tiene otra opción que liderar el movimiento antiBrexit. Al menos, el que se opone firmemente a una salida sin acuerdo.

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