Cada vez hay menos mujeres trabajadoras en Turquía

  • En Turquía, en vez de aumentar el número de mujeres trabajadoras con el paso de los años, cada vez hay más mujeres que se quedan en casa al cuidado del hogar y de los hijos. En muchos casos han dejado el medio rural -donde trabajaban en el sector agrícola- para trasladarse a la urbe. Allí a menudo no encuentran un puesto adecuado a sus conocimientos. Pero no es sólo una cuestión de educación, sino también de tradición y de las escasas medidas de ayuda implantadas hasta ahora por el Gobierno turco.
En Turquía está descendiendo el número de mujeres trabajadoras
En Turquía está descendiendo el número de mujeres trabajadoras
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Nichole Sobecki | GlobalPost

(Estambul, Turquía). Apoyada sobre el fregadero de la cocina, con el sol de mediodía reflejándose en un lado de su rostro, Medine Gezer parece tener más de 34 años. Desde otra habitación llegan los gritos de sus tres hijos, que se mezclan con el olor del arroz especiado que está preparando. "Mi madre trabajó en el campo todos los días de su vida. Pero aquí, en la ciudad, ¿qué puedo hacer yo?", se pregunta Medine, una mujer kurda que vive en el segundo piso de un edificio en el barrio Tarlabasi, de Estambul.

El edificio en el que vive Medine es una construcción destartalada, pero inmaculada, donde habitan ocho familias. "¿Dónde dejo a los niños si trabajo?", dice mirando hacia la habitación de sus hijos. "Aquí cocino, me encargo de limpiar, conozco a los vecinos. Mi marido es el que sale a trabajar por nosotros".

En la mayor parte de países con similares puntos de partida, el número de mujeres que accede al mundo laboral está aumentando de manera significativa desde la década de 1980. Pero en Turquía, sin embargo, esta cifra ha caído en picado, pasando de un 34,3 por ciento en 1988 a un 21,6 por ciento en 2008. En 2006 había menos mujeres participando en la economía turca que en cualquier otro país de la OCDE, o dicho de otro modo, en Europa y Asia Central.

"Turquía se está esforzando por ser una fuerza más competitiva, luchando con China, Rusia, India y Brasil en el mercado global", explica Diego Ángel-Urdinola, economista del Banco Mundial y líder de un grupo de expertos que ha escrito un informe sobre la participación de la mujer turca en el mercado laboral. "Pero del mismo modo que no se puede jugar un partido de fútbol sin un equipo al completo, los países no pueden competir globalmente si no utilizan por completo el potencial de todos sus ciudadanos", añade.

Los estudios demuestran que si Turquía aumenta su tasa de mujeres empleadas, se reducirá la pobreza y aumentará el crecimiento económico del país. "Más y mejores empleos para las mujeres significan mayores ingresos y mejores vidas, no sólo para ellas, sino para sus familias", afirma Ulrich Zachau, director del Banco Mundial en Turquía. "Si, por ejemplo, un 6 ó 7 por ciento más de mujeres turcas comienzan a trabajar a tiempo completo, se reducirá la pobreza en torno al 15 por ciento".

La urbanización y la pérdida de puestos en el sector agrícola son dos de las causas de la caída en el número de mujeres empleadas en Turquía. Mujeres como Medine Gezer, que se han trasladado de su entorno familiar en la zona rural, tienen dificultades para ajustarse al mundo laboral urbano, que a menudo las obliga a abandonar sus hogares y familias.

Unas condiciones laborales pésimas, salarios bajos, horarios interminables y la falta de servicios de guardería asequibles dificultan aún más el acceso del trabajo a las mujeres en la ciudad. La presión de la familia y la comunidad termina muchas veces haciendo que la balanza se incline hacia el hogar y que la mujer acabe quedándose en casa.

"Turquía siempre ha sido una sociedad conservadora, donde -a excepción de una muy pequeña porción de la población que accede a la educación superior- se considera normal que cuando una mujer se casa deje de trabajar, o no empiece a hacerlo", explica Jenny White, profesora de Antropología en la Universidad de Boston y autora de un libro en el que describe las condiciones laborales de las mujeres en Turquía en la década de 1980. "No es solamente la gente religiosa y pobre la que no quiere que las mujeres trabajen; en general se considera que una mujer debe de estar apoyando a su marido".

Sengul Akin, un comerciante del barrio de Fatih, uno de los más conservadores de Estambul, asegura que muchos de sus amigos animan a sus mujeres a quedarse en casa, pero no sólo por razones religiosas, sino para evitar que las exploten o abusen de ellas. "No creo que las mujeres deban quedarse en casa todo el tiempo", dice. "Pero sin un título universitario, ¿qué trabajos pueden hacer? Tienen que desplazarse lejos, y no es seguro".

El informe realizado por el Banco Mundial en colaboración con la oficina gubernamental de Desarrollo Estatal plantea que las autoridades de Turquía pueden impulsar la incorporación de la mujer al mercado laboral eliminando las barreras que hay para contratarlas, aumentando su nivel educativo y facilitándoles que salgan de casa a buscar empleo.

Ya se han dado algunos pasos positivos en estos aspectos. El Gobierno turco ha puesto en marcha recientemente un programa de ayudas a la contratación de mujeres, que incluye descuentos en la cuota de la seguridad social de los empresarios durante cinco años. También se están planteando iniciativas para ayudar a que las mujeres con hijos puedan trabajar, como guarderías económicas comunitarias y programas de educación preescolar.

Aún así, algunas voces aseguran que no se está haciendo lo suficiente, y que mucho de lo que se está planteando sólo ataca una pequeña parte del problema."Existe la idea generalizada de que la mujer que vive de una manera tradicional y que se cubre la cabeza, también tiene cubierto su cerebro. Estas mujeres pueden ser formadas para trabajar con ordenadores. Los microcréditos también son una excelente opción", dice White. "La clave está en que la mujer tenga cierto grado de autonomía; el error está en obligarlas a abandonar sus hogares para poder trabajar".

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