Camboya echa a los pobres

  • El gobierno camboyano lleva una estricta política de desahucios expulsando a residentes de un barrio entero de sus casas y forzándoles incluso a abandonar la ciudad en la que viven, según varias ONG que trabajan en el país. Echan a los pobres para atraer a los ricos, al menos según aseguran estas organizaciones que denuncian que sólo en 2009 el Gobierno expulsó a 20.000 personas de sus casas; y no de forma pacífica precisamente.
Vista aérea de Phom Penh, capital de Camboya
Vista aérea de Phom Penh, capital de Camboya
Usuario de Flickr KY Geologist
Joel Elliott | GlobalPost

(Phnom Penh, Camboya). El ruido de las máquinas excavadoras a las 2 de la madrugada sacó a los habitantes de Dey Krahorm de sus camas. Había llegado la hora del desahucio, no de un individuo o de una familia, sino la demolición de todo un barrio de Phnom Penh donde vivían 1.400 familias.Vecinos y familias enteras intentaron detener las máquinas y evitar que echasen abajo sus casas, enlazando sus brazos y formando una cadena humana alrededor del barrio. Pero no pudieron soportar el gas lacrimógeno, que les obligó a romper filas por la tos y el aire asfixiante. Además de usar gases lacrimógenos, la policía golpeó a los manifestantes con porras eléctricas y disparó pelotas de goma.

Este incidente, que tuvo lugar en enero de 2009 , fue el primero de una serie de desahucios en masa en Phnom Penh, los mayores desde 1975, cuando los jemeres rojos de Pol Pot vaciaron la capital de Camboya por completo y mataron a más de dos millones de ciudadanos.Durante el pasado año, según la organización no gubernamental Cambodia Housing Rights Task Force, dedicada a combatir estas acciones, el Gobierno de Phnom Penh ha expulsado y reubicado a unas 20.000 personas, como parte de una serie de acciones desarrolladas durante la última década para desplazar a la gente más pobre fuera de la capital y dejar el control de esas tierras en manos de poderosas empresas privadas.

Unas 133.000 personas han sido desalojadas desde 1990 tan sólo en Phnom Penh, según la organización de derechos humanos Licadho. Se calcula que otras 250.00 han sido desplazadas en toda la provincia desde 2003. "Mi vecino, cuando vio la máquina que destrozaba su casa, intentó colocarse delante de ella y morir, pero otro le detuvo", dice Lina, de 19 años, que vivía hasta hace un año en Dey Krahorm. "La gente lloraba. No tuvieron tiempo para coger sus cosas y sacarlas de sus casas antes de que las máquinas las echasen abajo".Lina recuerda lo que sucedió desde lo alto de un edificio cercano, mirando hacia el lugar donde vivía y que ahora sólo es un paraje lleno de escombros.

Los expulsados de Phnom Penh son las víctimas más visibles de estas decisiones, pero la confiscación de tierras y los desplazamientos forzados están sucediendo a lo largo de todo Camboya a un ritmo sin precedentes, según explica David Pred, director de la ONG Bridges Across Borders Southeast Asia."Este es el problema más serio de derechos humanos en Camboya en la actualidad, y no se le está prestando ni de cerca la atención que se merece", asegura Pred.

Pred asegura que más de una cuarta parte de la tierra cultivable de Camboya ha sido cedida a corporaciones privadas en forma de concesiones, lo que ha obligado a la gente a abandonar los campos y bosques de los que dependían para subsistir. Si tienen papeles legales que demuestran que son los propietarios de esas tierras, puede que reciban alguna compensación, pero la mayor parte de las personas no tienen esos contratos, afirma Phearum Sia, director de Housing Rights Task Force.

Quienes viven de alquiler no reciben ningún tipo de compensación por la expulsión.En Phnom Penh, el Gobierno suele meter a los expulsados en autobuses y llevarlos a lugares alejados. A veces les facilitan unos hogares adecuados en el nuevo lugar de residencia, pero otras veces las familias de desplazados se encuentran abandonadas en un campo vacío, sin nada. En algunos lugares, los desplazados que siguen trabajando en la ciudad dicen que gastan más dinero en gasolina viajando a Phnom Penh cada día que lo que ganan de salario.

A veces los vecinos se enfrentan a estas decisiones, pero el precio por las protestas es en ocasiones demasiado alto. En 2008, en una disputa por las tierras en Siem Reap entre cultivadores de arroz pobres y el gobierno, la policía terminó abriendo fuego contra un grupo de 200 personas, hiriendo a cuatro de ellas y deteniendo a otras muchas. Otras protestas fracasan aún antes de tener lugar, porque los fantasmas del terror de los jemeres rojos aún merodean por la psique nacional, asegura Sia. "Trabajamos para dar fuerza a la gente, pero la gente es pobre, y débil en su solidaridad", afirma Sia. "Nuestras comunidades todavía están afectadas por el régimen de Pol Pot, que mató sin ley ni justicia".

Mann Chhoen, vicegobernador de Phnom Penh, asegura que él es el responsable de los temas relacionados con los derechos de la tierra, pero ha declinado dos veces una entrevista para este artículo.La policía municipal de Phnom Penh vigila los lugares donde se producen los desahucios, evitando que entren trabajadores de ONG y periodistas. En un lugar de Boeung Kak Lake, donde la promotora inmobiliaria Shukaku se ha hecho con 3,6 hectáreas de tierra y ha empezado a utilizar a los municipales para expulsar a sus habitantes, la policía impidió a GlobalPost entrar hasta en tres ocasiones, amenazando con arrestar a los periodistas si se acercaban al lugar donde se estaba expulsando a tres familias.

En Dey Krahorm, 200 antiguos habitantes recordaron el 24 de enero pasado el primer aniversario de su expulsión con una procesión hasta el muro que rodea ahora su antiguo barrio. Policías de paisano, con las radios sobresaliendo por debajo de las camisas, siguieron de cerca la reunión y fotografiaron a los presentes, pero no intentaron reventar el acto. No tenía sentido hacerlo. Al fin y al cabo, el Gobierno ya había destruido las casas.

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