"Para nosotros coger cáncer es como coger un catarro"

  • Coincidiendo con el 30 aniversario del accidente nuclear de Chernóbil, LaInformacion.com habla con Svieta Shmagailo, superviviente del accidente.

    "15 años después, empezamos a ver las consecuencias. Mucha gente contrae enfermedades nuevas, y empiezan a morir", asegura a este medio.

Svieta Shmagailo
Svieta Shmagailo

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El 26 de diciembre de diciembre de 1986 explotó el reactor número 4 de la planta nuclear de Chernobil, con diferencia, el accidente nuclear más grave de la historia de la energía nuclear. Fue clasificado como nivel 7 (accidente nuclear grave) de la escala INES, el valor más alto. Aunque es el mismo nivel en el que se clasificó el accidente nuclear de Fukushima, las consecuencias del accidente de Chernobyl fueron todavía mucho peores.

Coincidiendo con el 30 aniversario de la tragedia, LaInformacion.com habla con Svieta Shmagailo, superviviente del accidente que ha sido invitada por Greenpeace a España” para mostrar la verdadera cara de la energía nuclear” y con Belén Lobos, periodista que visitó el pueblo de Chernóbil, el 20 de noviembre de 2013.

“Recuerdo que esa mañana fuimos a plantar patatas. Yo vivo en Orante, un pequeño pueblo a 35 km de Chernóbil. Aquella noche oímos un gran ruido de vehículos pasar por la carretera que lleva a Chernóbil. Ya por la mañana, todo parecía tranquilo, hasta que empezaron a venir a nuestro pueblo vehículos del ejército, de los que salían militares con máscaras. Pero no se nos dijo nada hasta una semana después”.

El carácter contradictorio de la información difundida por la Unión Soviética al ocurrir la explosión en Chernobyl agravó las consecuencias de ese accidente, el peor de la historia de la energía nuclear. “No nos decían nada”, recuerda Svieta en una entrevista teléfonica. “Solo que no abriésemos las ventanas y que saliéramos a la calle lo menos posible. Recuerdo que el pueblo se llenó de productos extranjeros y conservas”.

Tras el accidente nuclear, el gobierno decidió llevar a a todos los niños del colegio a Odessa durante un mes para limpiar el núcleo del reactor y las instalaciones. Aún así, nunca volvió a ser igual porque todo continuó muy contaminado. “En el colegio nos decían que con la radiación se puede vivir uno o dos años, y después mueres. Yo planeaba qué hacer con los dos años de vida que me quedaban”, explica, con ironía esta profesora de primaria y miembro del parlamento de su región.

La catástrofe sobre la salud humana de esta tragedia no ha terminado y sus efectos económicos y sociales afectan especialmente a los niños y niñas. Svieta explica que en la región se tomaron medidas durante el primer año, después la situación se normalizó. “Volvimos a pescar en el río y plantar patatas”, señala.

Las consecuencias más graves empezaron 15 años después: “empezamos a ver las consecuencias. Mucha gente contrae enfermedades nuevas, y empiezan a morir: infarto, cáncer, problemas en la sangre, ictus. En Chernóbil, tener un cáncer es como tener un catarro”, subraya.

A todos los problemas de salud y psicológicos hay que sumar la falta de ayuda económica del gobierno ucraniano. “El gobierno mira para otro lado y apenas recibimos ayudas. Mucha gente se muere porque no puede pagar las medicinas…y son muy caras”, concluye.

30 años después, la radiación sigue matando

Cuando se cumplen 30 años del aniversario de la tragedia de Chernóbil, la radiación sigue matando. El suelo permanecerá contaminado durante 300,000 años. Hay puntos que fueron afectados en los que no es permitida la entrada ya que los niveles de radiactividad siguen siendo peligrosos. No en vano, el plutonio 239 tiene una vida media de 24.000 años.

Belén Lobos, periodista freelance, visitó Chernóbil en noviembre de 2014. “La maquinaria que se usó entonces para limpiar o que simplemente estuvo expuesta a la radiación está almacenada en diferentes comentarios. Usan arcilla para enterrarla, que sirve para neutralizar la baja radiación, pero no los flujos radiactivos como transinario y plutonio. Debido a la precariedad de estas estructuras, las generaciones futuras seguirán expuestas a la radiación”, señala. Alrededor del 80 por ciento de los niños desarrollan una o varias enfermedades crónicas, según las estadísticas oficiales, citadas Charles Q. Choi, de Scientific American.    

A pesar del grave accidente nuclear del reactor nuclear 4 de Chernobyl, debido a las necesidades energéticas, los reactores 1, 2 y 3 siguieron en marcha. Ucrania cerró el último reactor de Chernóbil hasta el año 2000. En la actualidad varios trabajadores internacionales y locales vigilan la central y construyen un nuevo sarcófago para sellar la planta y evitar otra nueva catástrofe.

A raíz de este accidente se estableció la escala INES de accidentes nucleares. En estos treinta años, solo la catástrofe de la central japonesa de Fukushima tras el terremoto de 2011 ha alcanzado la misma categoría en cuanto a magnitud, aunque la consecuencias parecen más leves.

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