Comer, degollar, recoger a los niños del cole... así es la vida de un verdugo en Arabia Saudí

    • La profesión de verdugo es una de las más solicitadas en Arabia Saudí, pese a su escaso sueldo.
    • La monarquía saudí aprobó los fusilamientos ante la falta de preparación de los nuevos matarifes.
    • En 2014, unas 90 personas en Arabia Saudí fueron ejecutadaspor homicidio o apostasía.
El yihadismo internacional se financia desde Arabia Saudita
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"Si el corazón es compasivo, la mano falla. Puedo necesitar dos, tres, cuatro o cinco golpes. Dios sabe cuántos. Y aun así puede que no muera. Tu mano te traiciona."Estas palabras corresponden a Abdallah Al Bishi, verdugo estatal de Arabia Saudí, una de las profesiones más solicitadas en el reino absolutista de Oriente Medio, pese a contar con uno de los salarios más bajos en comparación con el resto de funcionarios. Tanto es así, que hace pocos días, el Gobierno sacó a concurso ocho nuevas plazas.Al Bishi es de los pocos verdugos tradicionales que quedan en el reino. Su principal y más valorada cualidad reside en su efectividad a la hora de seccionar cabezas con la cimitarra, arma blanca que adorna la bandera del país, un arte que parece abocado a desaparecer ante la poca experiencia de las nuevas generaciones de matarifes.De hecho, ante la falta de verdugos experimentados, el Gobierno saudita ha aprobado los fusilamientos como forma alternativa a las decapitaciones. Una medida que, según matizaron también las autoridades, venía a rebajar la "sobrecarga laboral" que sufrían muchos de ellos; obligados a constantes viajes por todo el reino, por lo que al final muchas veces su sanguinario trabajo se resentía.Una vida como cualquier otraAl-Bishi parecería un tipo normal si no fuera porque se gana la vida degollando a los acusados del partidista y poco fiable sistema judicial saudí. Como cualquier hijo de vecino cuando empieza una nueva experiencia laboral, los primeros días estuvo "un poco preocupado", no por si al fallar alargaba la agonía del ejecutado, no, sino porque al errar, "la gente se reiría" de él."A nivel personalsoy muy normal. Me levanto por la mañana, rezo, preparo mi desayuno. Me voy a trabajar. Una vez cumplida la misión, llego a casa relajado. Puedo jugar con los niños. Nos divertimos. Comemos. A veces salimos", afirma un tipo que solo reconoce sentirse algo incómodo cuando las víctimas son mujeres, pues "están completamente vestidas y apenas se les puede ver el cuello", se disculpa el metódico profesional del mandoble.Cualquier atisbo de duda sobre su solvencia se borra cuando reconoce haber decapitado a muchas personas que en algún momento fueron amigas suyas. "Quien comete un delito se lo merece", zanja Al-Bishi, quien no solo secciona cabezas sino también manos o piernas, según el delito que haya cometido el condenado.Verdugos mediáticosAl-Bishi no es el único, en 2003 el diario local 'Okaz' entrevistó a Muhammad Saad Al-Beshi, verdugo que ostenta el dudoso honor de ocupar la primera plaza en todo el reino saudí en cuanto a ejecuciones se refiere, desde que en 1998 se pusiera manos a la obra.Su anterior trabajo en una prisión de la ciudad de Taif, una suerte de becario que se encargaba de esposar y vendar los ojos de los que iban a ser ajusticiados, le hizo desarrollar "el deseo de ser verdugo". Profesión que ha ejercido con profusión desde entonces. "No me importa que sean dos, cuatro o diez; no importa a cuántas personas ejecute siempre que esté cumpliendo la voluntad de Dios"."Estoy muy orgulloso de hacer la obra de Dios", dice Al-Beshi, para quien el salario parece ser lo de menos, siempre y cuando se cumpla ese supuesto y macabro mandato divino. En cuanto a sus relaciones personales, afirma que sus allegados no le temen, pese a llevarse el trabajo a casa: "A veces me ayudan a limpiar la espada".Sangriento año saudíLas asociaciones de Derechos Humanos Amnistía Internacional y Human Rights Watch han informado que en 2014 unas noventa personas, entre saudíes y extranjeros, fueron ejecutadas, lo que viene a ser la cifra más alta de los últimos cinco años en ese país, después de juicios carentes de procedimientos internacionalmente aprobados.La tradición saudí de condenar a la pena capital data de 1744, cuando la monarquía absolutista y los líderes clericales fundamentalistas adaptaron las escrituras del Corán, apunta la agencia rusa de noticias 'RT'. El país de Oriente Medio está por detrás de Irán y China en cuanto a ejecuciones, pero por delante de Irak y Estados Unidos.

La pena de muerte se aplica en casos de apostasía, asesinato, blasfemia, homosexualidad, adulterio, en este caso se utiliza la lapidación, y brujería, entre otros. Para el consumo de alcohol, se infligen latigazos, mientras que para el robo y el bandidismo se amputa alguna de las extremidades del reo.

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