El acuerdo de reconciliación palestina de Doha, un pacto falto de entusiasmo

  • El acuerdo alcanzado esta semana en Doha por las dos principales facciones palestinas, Al Fatah y Hamás, para impulsar su reconciliación ha generado en pocos días más interrogantes que esperanzas, para frustración de muchos habitantes en Gaza y Cisjordania.

Saud Abu Ramadán

Gaza, 10 feb.- El acuerdo alcanzado esta semana en Doha por las dos principales facciones palestinas, Al Fatah y Hamás, para impulsar su reconciliación ha generado en pocos días más interrogantes que esperanzas, para frustración de muchos habitantes en Gaza y Cisjordania.

El documento, suscrito el lunes 6 de febrero, establece que el presidente y líder de Al Fatah, Mahmud Abás, encabezará el Gobierno de unidad nacional que formarán tecnócratas independientes para preparar elecciones presidenciales y legislativas.

Se trata del paso más importante dado por ambas facciones para llevar a la práctica el documento de reconciliación que firmaron el 4 de mayo de 2011 en El Cairo con el objetivo de poner fin a un enfrentamiento que mantiene desde 2007 a Gaza gobernada por Hamás y a Cisjordania por Al Fatah.

Sin embargo, pasadas las primeras felicitaciones de rigor, el pacto no ha hecho más que acumular reveses y obstáculos.

El primero tiene que ver con la brecha entre la dirección de Hamás en el exilio sirio, encabezada por el máximo dirigente y firmante del acuerdo, Jaled Meshal, y el liderazgo en Gaza, a cuyo frente está el primer ministro Ismail Haniye, ausente de la ceremonia de rúbrica en la capital de Catar.

El pasado miércoles, la dirección de Hamás en Gaza criticó el acuerdo por situar a Abás al frente del Ejecutivo interino, en una de las escasas ocasiones en que el movimiento, que siempre intenta dar una imagen de cohesión, airea públicamente sus divergencias internas.

"La declaración de Doha y la elección de Abás contradicen el espíritu del pacto de reconciliación de El Cairo", asegura Ismail al Ashqar, jefe del comité legal del Parlamento palestino, dominado por Hamás.

El pacto supone que la facción que ganó en 2006 las elecciones legislativas, Hamás, renuncie a la jefatura de Gobierno, a cambio de hacerlo más "aceptable" a ojos de la comunidad internacional, que boicoteó al Ejecutivo islamista tras su victoria electoral porque rechaza renunciar a la violencia, reconocer al Estado de Israel y los acuerdos que éste ha firmado con los palestinos.

Samir Awad, profesor de ciencia política de la Universidad de Bir Zeit, al norte de Ramala, cree que el patronazgo catarí puede ayudar a que el pacto reciba la "bendición internacional".

Pero, para ello, tiene que superar primero la prueba interna, donde ha sido acogido con frialdad y escepticismo, así como cosechado críticas de inconstitucionalidad y reproches de diputados de uno y otro movimiento.

"Designar a Abás para formar el Gobierno de unidad es una vulneración de la Ley Básica palestina, que fue enmendada en 2003 y separa los puestos de presidente y primer ministro", apunta Jalil Shahin, analista político en Cisjordania.

Shahin cree que en Doha se ignoró el pacto de El Cairo que abrió la puerta a la reconciliación, lo que -subraya- no sólo concierne a Hamás y Al Fatah, sino también a las facciones y partidos minoritarios que lo suscribieron.

Es la primera vez que un presidente es designado para formar Gobierno. De hecho, la figura de primer ministro fue creada en 2003 por Yaser Arafat en respuesta a las intensas presiones de las potencias occidentales en uno de sus momentos políticos más delicados.

Mientras que distintos diputados de Hamás cargan contra la inconstitucionalidad del nombramiento, también en Al Fatah se han alzado voces críticas ante un acuerdo que, consideran, impediría a Abás optar a la reelección presidencial.

Y es que, con una colección de líderes de la "vieja guardia" que desprenden aroma a "déjà-vu" y su dirigente más carismático, Maruán Barguti, encarcelado a perpetuidad en Israel, Al Fatah no anda sobrado de alternativas a Abás para dichos comicios.

Las elecciones llevan meses convocadas para el próximo 4 de mayo, pero el Comité Electoral Central ya ha advertido que resultará imposible prepararlos para entonces, a causa de los retrasos que han ido acumulando las negociaciones.

Pese al malestar, el Comité Central de Al Fatah y el Comité Ejecutivo de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) apoyaron ayer el acuerdo en una reunión en Ramala.

Los analistas palestinos también critican que la declaración de Doha no incluya un calendario de formación del Gobierno tecnócrata ni de celebración realista de las elecciones.

Para más inri, las autoridades de Hamás en Gaza están obstruyendo la labor del Comité Electoral, al que le impide actualizar el censo, según denunció ayer su presidente, Hana Naser.

El Ejecutivo islamista "nos ha pedido que nos demoremos en la preparación de las elecciones", agregó dos semanas después de recibir permiso para operar en la franja.

El texto de Doha ignora otros temas fundamentales, como las liberaciones de presos políticos, la incitación contra la facción rival o la composición de las fuerzas de seguridad, lamentan observadores.

Mejemer Abu Seda, profesor de ciencias políticas en la Universidad Al Azhar de Gaza, se muestra por ello pesimista sobre las implicaciones de una declaración "muy similar a muchas otras anteriores declaraciones, acuerdos y entendimientos que no han sido aplicados".

A su juicio, esta similitud explica la "frialdad" con que fue acogida, en contraste con el estallido de entusiasmo que provocó el pacto de la capital egipcia el 4 de mayo.

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