Gerard Soler
Santiago de Chile, 15 mar.- El joven atleta argentino Federico Bruno, campeón en los Juegos Sudamericanos de los 1.500 metros, muestra orgulloso su antebrazo.
Ahí, justo debajo de la muñeca, tiene dibujado un tatuaje en honor a su ídolo, un personaje por el que siente auténtica devoción.
Hay unos anillos olímpicos, un nombre y un tiempo: Hicham El Guerrouj y 3:26.00, el crono que el mediofondista marroquí hizo en julio de 1998 en Roma, y que se mantiene como la plusmarca mundial de 1.500.
"Es un ídolo, el más grande que hay en la historia y siempre va a ser el más grande para mí", cuenta a Efe el argentino, de 20 años, mientras se arremanga la sudadera para mostrar y besar el tatuaje.
¿Y si alguien algún día rebaja la marca de El Guerrouj que lleva marcada con tinta debajo su piel? Para Federico Bruno, eso no cambiaría nada porque admira el espíritu de sacrificio y superación del marroquí, más allá de sus logros deportivos.
"Si lo superan, igualmente va a ser el más grande. Porque nunca se rindió pese a sus derrotas en los Juegos Olímpicos y eso me motiva mucho", explica.
Lo cierto es que El Guerrouj fue un ejemplo de garra y perseverancia. En los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 abandonó al sufrir una caída en la final.
Cuatro años más tarde, en Sydney 2000, llegó de nuevo como favorito pero se vio sorprendido en la recta de meta por el keniano Noah Ngeny.
Lo gloria olímpica tendría que esperar hasta Atenas 2004, cuando se colgó el oro en una apretadísima carrera.
Lejos de los focos olímpicos, en la pista del Estadio Nacional de Santiago, Bruno pareció, por momentos, poseído por el espíritu de El Guerrouj en la final de los 1.500 en los Juegos Sudamericanos.
Se mantuvo en el pelotón durante buena parte de la carrera y a unos 300 metros del final, comenzó a esprintar. Fue dejando atrás a sus rivales y cruzó la meta en solitario, con un crono de 3:39.96, su mejor marca personal.
"No pensé que iban a salir tan fuerte, pero yo venía preparado para esto. Lo que me sorprendió fue el remate final y la distancia que les saqué a mis rivales. Hasta llegué saludando, podría haber seguido un poco más", señaló un sonriente Bruno.
A sus 20 años, Federico Bruno es una de las grandes promesas del mediofondo argentino. Discípulo del español José Luis Mareca, viaja un par de veces a España durante unos meses para entrenar y el resto de la preparación la realiza en su natal Concordia, en la provincia argentina de Entre Ríos, en la frontera con Uruguay.
Ahora viajará a Europa para participar en todas las carreras que pueda para llegar en buena forma a los Iberoamericanos de Atletismo que se disputarán en agosto en Sao Paulo.
Y de nuevo, espera que el tatuaje de su admirado El Guerrouj le dé fuerza para subir a lo más alto del podio.
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