El nuevo país de Sudán del Sur tiene un reto primordial: mejorar sus precarios servicios sanitarios

  • Más del 90 por ciento de los nueve millones de habitantes de Sudán del Sur viven con menos de un dólar al día. Una de cada seis mujeres embarazadas muere durante la gestación o durante el parto y uno de cada seis niños nacidos muere antes de cumplir un año. Estos son los relatos de la crisis humanitaria que vive el que será el país más joven del mundo.
Emergencia sanitaria en Sudán del Sur
Emergencia sanitaria en Sudán del Sur
Getty Images
Tristan McConnell, Sudán del Sur | Global Post

La mayor parte del sur de Sudán todavía está celebrando la abrumadora votación en favor de la independencia que será efectiva en julio, mientras médicos y estadísticas subrayan la desesperada necesidad que tiene el país por mejoras en los servicios sanitarios.

Tras 20 años de guerra civil en los que se calcula que han muerto unos dos millones de personas y años de subdesarrollo, Sudán del Sur ha acumulado una de las peores tasas de mortalidad infantil y de muertes de mujeres durante el parto.

 "Esta situación es consecuencia de las últimas décadas de lucha, pero de un mínimo desarrollo del país", explica Emmanuel Roussier, responsable de la misión de Médicos sin Fronteras en Sudán del Sur. "Los servicios sanitarios o bien no existen o son muy pobres; casi no hay médicos, enfermeras o matronas".

Agencias de Naciones Unidas y cooperantes que trabajan en la zona han recopilado un inventario de problemas  y alarmantes estadísticas: más del 90 por ciento de los nueve millones de habitantes de Sudán del Sur viven con menos de un dólar al día. Una de cada seis mujeres embarazadas muere durante la gestación o en el parto. Solo el 10 por ciento de las mujeres embarazadas reciben asistencia de personal médica durante el parto. Y uno de cada seis niños nacidos muere antes de cumplir un año.

La lista de las carencias sanitarias de la región continúa: más de la mitad de la población no tiene acceso a agua potable. Sólo el 13 por ciento de los niños son vacunados, lo que supone la tasa de inmunización más baja de todo el mundo. Aunque la malaria es "hiperendémica", sólo el 12 por ciento de las casas tienen camas con mosquiteras para evitar la infección.

"Sudán del Sur es una de las regiones menos desarrolladas del mundo", afirma Alan McDonald, portavoz de la organización no gubernamental Oxfam International. "La mayor parte de las personas no tienen acceso a agua potable, a servicios de higiene,  cuidados médicos, escuelas…. Las estadísticas y los indicadores de la situación humanitaria, bien sea si hablamos del número de mujeres que mueren en el parto o el número de niños escolarizados, son algunas de las peores cifras del mundo".

Gran parte de los escasos servicios médicos que se pueden encontrar en Sudán no los suministra el gobierno, sino agencias de ayuda internacional como Médicos sin Fronteras, que gestiona un hospital en Agok, una pequeña ciudad justo en el límite entre el norte y el sur. El pequeño hospital de ladrillo tiene 14 camas de maternidad, para las que suele haber lista de espera.

En mayo de 2008, cuando la disputada ciudad de Abyei (a un par de horas por carretera hacia el norte) fue arrasada por los combates, la población huyó hacia el sur, hacia Agok, una pequeña población que tenía un hospital improvisado. Sin descartar la posibilidad de que pueda haber aún más combates por el control de Abyei, MSF ha construido un nuevo quirófano en el hospital de Agok, un limpio, recién pintado y bien equipado oasis.

El pueblo de Rajaf, cerca de Juba, no tiene instalaciones de ese tipo y representa mejor las necesidades en Sudán del Sur. Aquí la mayor parte de las madres paren en el suelo de sus chozas de barro y paja, sin asistencia médica, tan sólo ayudadas por algún familiar e ignoradas por sus maridos, para quienes la participación en el parto es un tabú.

Susan Poni suda en silencio durante las ocho horas que dura el parto de su sexto hijo, una niña a la que llamará Doki. La madre y la hija están bien. Pero las estadísticas demuestran que muchas otras son menos afortunadas, lo que convierte Sudán del Sur en el lugar más peligroso del mundo para una embarazada o madre primeriza.

En Rajaf  hay una clínica de salud gestionada por Sudanaid, una organización local financiada por la organización caritativa católica Cafod, que se las arregla para servir a más de 1.000 familias.  "Carecemos de la mano de obra necesaria para desarrollar programas de salud maternal", se lamenta Felix Lodiyong, un asistente técnico sanitario que es el trabajador más preparado del centro.

Vincent Bold, el director de Cafod en Sudán, asegura que "la mayoría de las muertes maternales son totalmente evitables. Las autoridades de Sudán del Sur deben dar prioridad a las mujeres y conseguir que en los partos haya personas con formación sanitaria".

Si durante un parto Lodiyong detecta problemas, lo único que puede hacer es enviar a la madre al hospital de Juba, que cuenta con ocho salas de maternidad.

"Hace cinco años este hospital era tan sólo edificios con salas sucias y malolientes", dice la doctora Mergani Abdallah, encargada de Obstetricia y Ginecología. "Ahora tenemos 68 camas  para ginecología y maternidad y nuestro propio quirófano. Nuestro principal problema ahora es la falta de matronas".

En todo Sudán del Sur tan solo hay 100 matronas.

Suzy Mohamud, de 26 años, es una de las pocas mujeres afortunadas que ha podido parir con la ayuda de una matrona. Ahora descansa en una de las cinco camas de la sala post parto del hospital de Juba, en donde hay enfermeras y personal especializado para atender a las 15 madres que paren allí cada día.

En el techo de la sala hay ventiladores que agitan el aire caliente. A través de las ventanas abiertas no entra ni una brizna de brisa, pero a Mohamud no le importa: observa con satisfacción a su hijo de apenas 12 horas que duerme tranquilamente a su lado.

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