La "magia Madiba": pasos de baile, camisas de colores y una sonrisa que desarma

    • Un aura de grandeza y de simplicidad, pero también un paso de baile inimitable, camisas de colores y una sonrisa que desarma: esa es la "magia Madiba", nombre del clan de Nelson Mandela, convertido en apelación afectiva en Sudáfrica.
    • Mandela se enfundó el traje de "abuelo de la nación" y de "icono mundial de la reconciliación", en palabras del arzobispo Desmond Tutu.
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lainformacion.com

El mundo grabó en su memoria la imagen del primer presidente negro de la Sudáfrica democrática dando unos pasos de baile, al final de la solemne ceremonia de investidura en mayo de 1994. Una esbelta figura, comida por los años de cautiverio, unida a un innegable ritmo y una inmensa sonrisa.

"Madiba" no es sólo la apelación afectiva con la que los sudafricanos llaman al padre de la nación, es también el ritmo del "madiba jive" y la colorida elegancia de las "madiba shirts".

El "Madiba jive" (el swing Madiba) había nacido. Las radios lo difundieron, los humoristas lo copiaron. No había un mitin, una conferencia del Congreso Nacional Africano o una visita a una escuela, donde el presidente, más tarde ex presidente, no fuese invitado a ejecutar sus pasos. Inseparables del personaje, un catálogo infinito de amplias camisas de seda multicolor confeccionadas por un sastre de Abidjan. Las "madiba shirts" portadas por debajo del pantalón, que alargaban aún más si cabe su figura.

"Ningún otro presidente en el mundo ha tenido un impacto tan importante en la moda", afirmaba una revista sudafricana de moda en un anuncio de 1999 en el que deseaba una buena jubilación a Mandela.

Los niños de los guetos le adoraban, al igual que los jefes de Estados, obligados a menudo a mendigar a los fotógrafos una foto al lado del líder sudafricano durante las cumbres internacionales. Mandela embelesaba a aquellos que se le acercaban, por su simplicidad y su aparente candidez, que escondían un gran instinto político y un sentido del espectáculo.

Pocos hombres de Estado podían, sin mostrar una imagen artificial, decir sentirse honrados por la visita de un ciudadano anónimo o del jefe de un pequeño partido hutu de Burundi, como por la de la reina Isabel II de Inglaterra o las Spice Girls.

La "magia Madiba" también puede ser capaz de interrumpir una sesión del consejo de ministros para interesarse por la salud de una periodista embarazada, tocar su vientre con las inmensas manos de ex boxeador y preguntar por la fecha del parto.

"Él era capaz de abrir su corazón y de decir cosas que otros no podrían decir y mantener, incluso así, su dignidad", dijo de él su esposa Graça Machel, 27 años más joven.

Roelf Meyer, ex ministro y negociador del régimen del apartheid, explicó haberse dado cuenta del carisma de Mandela cuando, poco después de la liberación del prisionero política en 1990, vio a decenas de jóvenes militares blancos ponerse en fila para dar la mano al "antiguo terrorista".

Las alabanzas continuaron creciendo cuando, tras abandonar la gestión política diaria, Mandela se enfundó el traje de "abuelo de la nación" y de "icono mundial de la reconciliación", en palabras del arzobispo Desmond Tutu.

Convertido en un símbolo en vida, casi intocable, Nelson Mandela se convirtió en "Super-MadibaMan", como ironiza una serie de camisetas sudafricanas que le representan como un superhéroe de cómics estadounidenses.

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