La nueva gripe, una amenaza para los indios de Canadá

  • Las comunidades aborígenes de Canadá están entre las más afectadas por la enfermedad. La epidemia de 1918 llegó a matar al 90 por ciento de algunas poblaciones.
La llegada de la nueva gripe supone una amenaza creciente para la población nativa de Canadá |
La llegada de la nueva gripe supone una amenaza creciente para la población nativa de Canadá |
GlobalPost | Sandro Contenta – GlobalPost para lainformacion.com
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TORONTO – El fantasma de 1918, cuando una pandemia acabó con la vida de millones de personas en todo el mundo, amenaza particularmente a las comunidades aborígenes de Canadá. En ese entonces, el mortal virus de la influenza arrasó pueblos aborígenes enteros y en algunas zonas mató a más del 90 por ciento de sus habitantes. Hoy, los responsables de salud temen que la historia se repita.

Keiki Fukuda, subdirector general en funciones de la Organización Mundial de la Salud, ha llamado la atención sobre "el desproporcionado número de casos graves" de fiebre porcina entre las comunidades aborígenes canadienses. Y no se han hecho esperar las acusaciones de que el gobierno federal no ha actuado con rapidez.

La semana pasada, el Senado canadiense realizó una audiencia que investiga si el gobierno proporcionó a tiempo mascarillas, jabón desinfectante y respiradores. Según el protocolo de pandemia de Canadá, las autoridades están obligadas a abastecer de estos elementos a la población. Mientras tanto siguen empeorando los efectos del virus H1N1 entre la población aborigen.

Miedo al mal uso

Los funcionarios de salud del gobierno reconocieron que habían dudado a la hora de enviar el jabón desinfectante, que contiene hasta un 70 por ciento de alcohol, por temor a que alguna gente acabara bebiéndoselo.

"Es escandaloso", declaró Kim Barker, asesor de salud pública de la Asamblea de las Primeras Naciones, ante la comisión del Senado. Los aborígenes en las provincias de Manitoba y Ontario han sido los más afectados.

En la comunidad de Sandy Lake, en el norte de Ontario, 135 miembros de la nación Nishnawbe Aski han contraído la fiebre porcina. El gran jefe ha pedido al gobierno provincial y federal que suministre Tamiflu a todos los residentes en riesgo, antes de que el virus acabe con las 2.500 personas de esta remota comunidad, a la que sólo se puede acceder por carretera. Algunos ya han sido evacuados para recibir tratamiento.

En el norte de Manitoba, dos localidades de aborígenes –Garden Hill y St. Theresa Point- se han visto asoladas por la influenza. Decenas de personas han sido evacuadas. En toda la provincia, 31 pacientes con fiebre porcina están con respiradores, y dos tercios de ellos son aborígenes. Niki Ashton, parlamentario por Manitoba, ha calificado la situación de "desgracia nacional".

El pasado miércoles, los líderes aborígenes de Manitoba declararon el estado de emergencia en sus comunidades debido al virus. Hasta ahora, lo han contraído 458 personas. Más de un cuarto de los casos proviene de comunidades del extremo norte, donde viven muchos aborígenes.

Según el último informe, Canadá tiene más de 5.700 personas con gripe porcina. Los expertos en enfermedades infecciosas indican que la disposición genética puede ser un factor para explicar la rápida propagación del virus entre la comunidad aborigen. Sin embargo, todos coinciden en que las lamentables condiciones sociales y de vida de estas comunidades contribuyen a su virulencia.

Más de un millón de canadienses se declara aborigen, el 64 por ciento son miembros de las Primeras Naciones (un grupo que la ley denomina indios), otro 30 por ciento son Métis (un grupo cultural diferente que evolucionó a partir de matrimonios mixtos con los primeros europeos llegados a la zona) y un 4 por ciento son esquimales que viven en el Ártico.

Durante mucho tiempo, la difícil situación de estos pueblos ha sido considerada la vergüenza nacional de Canadá. Las condiciones de pobreza, desempleo, salud, educación y vivienda son mucho peores entre los aborígenes que la media canadiense. El paro en algunas reservas indias llega al 80 por ciento.

Casi la mitad de los indios de Canadá viven en 2.300 reservas. La Ley India, una normativa federal, impide que obtengan un título de propiedad. La mayoría de las viviendas de la reserva reciben subsidios del gobierno federal y son propiedad de los consejos indios locales. La escasez de vivienda y la sobrepoblación son severas.

En otoño de 2005, un brote de contaminación del agua obligó a evacuar la reserva de Cree, en el norte de Ontario. Cuando los medios de comunicación llegaron a la zona, descubrieron que había 230 casas para 1.600 personas, un promedio de siete personas por vivienda. El espacio era tan limitado que algunas familias dormían por turnos.

Todos los años, es casi normal que unas 100 comunidades de las Primeras Naciones reciban la alerta de hervir el agua para asegurar su potabilidad. El vapor producido aumenta el moho de sus viviendas y algunas de ellas ni siquiera tienen tuberías interiores.

No es de sorprender que la fiebre porcina y otras infecciones se propaguen tan rápidamente entre las comunidades aborígenes. Según un informe del gobierno federal de 2002, la tasa de tuberculosis es 20 veces superior a la de las comunidades no aborígenes.

Además de las enfermedades, estas comunidades también son focos de alcoholismo, rupturas familiares, fracaso cultural y un sistema de justicia insensible. Los aborígenes canadienses representan el 19 por ciento de los reclusos en las prisiones federales, pero son sólo el 3 por ciento de la población del país. (Sólo Groenlandia y Nueva Zelanda tienen una mayor proporción de población aborigen).

El gobierno federal reconoció el año pasado su responsabilidad histórica en la ruptura de las sociedades aborígenes. Durante gran parte del siglo pasado, las autoridades llevaron a cabo una política de asimilación. Unos 150.000 niños aborígenes fueron arrebatados a sus familias y ubicados en escuelas "residencias" religiosas, donde a menudo sufrían castigos y abuso sexual.

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