La realidad de Avatar está en Brasil

  • La presa de Belo Monte en Brasil podría inundar más de 500 kilómetros cuadrados de la selva amazónica, desplazando a decenas de miles de personas y afectando a infinidad de tribus indígenas. Pero el Gobierno brasileño, con su floreciente economía y la creciente necesidad energética, se muestra decidido a seguir adelante con la cuestionada construcción. El director de Avatar James Cameron es una de las estrellas de Hollywood que están en contra.
Dom Phillips | GlobalPost

(Sao Paulo, Brasil).La gigante central hidroeléctrica que el Gobierno de Lula da Silva planea construir en el Amazonas, sería la tercera más grande del mundo, pero se ha convertido en un símbolo internacional de la lucha entre la protección medioambiental y el desarrollo económico. La oposición al proyecto de la actriz Sigourney Weaver y del director de “Avatar” James Cameron ha dado aún más notoriedad a la campaña.

Lo que ocurre en ‘Avatar’ está pasando en Brasil”, aseguró Cameron cuando visitó la zona en abril.Pero paralizar el proyecto de la presa, según dijo el presidente Lula da Silva en abril en su programa semanal radiofónico, sería “una locura” en la lucha contra el cambio climático. “La energía hidroeléctrica es la más barata, y por eso estoy feliz de que después de 30 años Belo Monte finalmente vaya a ser una realidad”, dijo.

Planificada por primera vez por el Gobierno militar de Brasil en 1979, Belo Monte ha sido rechazada por numerosas personalidades desde la década de 1980. En 1989 el proyecto fue aparcado tras una campaña liderada por el cantante Sting y el jefe indio Raoni (famoso por llevar una gran chapa en sus labios), que logró espantar a los banqueros extranjeros.

Veinte años más tarde, ambos vuelven a alzar su voz contra el proyecto. “No es para mejorar la calidad de vida de la gente”, asegura Antonia Mello, coordinadora del Xingu Movement Forever de la tribu xingu. “Es para beneficiar a los grupos políticos y a grupos de empresarios”.

La cuenca donde habitan los xingu será inundada. “Se producirán unos enormes daños a la biodiversidad. Más de 50.000 personas serán expulsadas de sus hogares y de sus tierras”, dice Mello. Protestas y acciones legales internacionales todavía intentan paralizar el proyecto.Pero con un crecimiento económico previsto para este año del 5 por ciento, Brasil necesita electricidad. “El consumo de electricidad ha crecido más que el PIB”, explica Ronaldo Seroa, del gubernamental Instituto de Investigación Económica.

En octubre de 2009 un apagón afectó a decenas de millones de personas cuando fallos en las líneas de alta tensión paralizaron la enorme central de Itaipú, otra hidroeléctrica gigante en la frontera de Paraguay que suministra el 20 por ciento de la electricidad de Brasil.Belo Monte ha estado rodeado de problemas.

Los gigantes de la construcción Camargo Correa y Odebrecht abandonaron el primer consorcio creado para construir la presa. Después de una batalla judicial un segundo consorcio ganó finalmente una subasta del Gobierno. El Gobierno tiene que garantizar el 80 por ciento de los costes a través del Banco de Desarrollo Brasileño.

Quienes están en contra de la presa dicen que el proyecto no generará la energía que aseguran las autoridades.“El Gobierno dice que producirá 11.000 megavatios”, asegura Mello. “Pero el Gobierno sabe bien que sólo serán 4.700 megavatios cuando el río esté lleno. En la estación seca, cuando el río baja con menos agua, serán tan sólo 1.000 megavatios, y la presa se podría paralizar por completo si el río está vacío”.

El Gobierno dice que el proyecto costará unos 19.000 millones de reales (8.200 millones de euros). Los especialistas creen que podría costar hasta 30.000 millones de reales (24.500 millones de euros).

Marcelo Fortado, de Greenpeace Brasil, dice que el país necesita una política energética más imaginativa, y que podría encontrar fácilmente la energía extra que necesita utilizando fuentes alternativas: molinos de viento, proyectos hidroeléctricos más pequeños, aprovechar los restos de la caña de azúcar y un mayor ahorro en el consumo. “Grandes proyectos como éste no son el modo de ir hacia adelante”, afirma.

En diciembre de 2009 un informe del Gobierno brasileño planteaba que el consumo de energía se podría recortar de manera radical con unas normas medioambientales más eficaces, además de un consumo energético y unos electrodomésticos más eficientes. Greenpeace asegura que el 30 por ciento de la energía que se produce en el país se pierde.

Pero Brasil es un país ambicioso; la décima economía del mundo quiere convertirse en la quinta. En la última década, 30 millones de brasileños han logrado salir de la pobreza, y el 50 por ciento de la población se considera ahora parte de una nueva baja clase media. Si se quieren evitar problemas sociales, la economía brasileña necesita crecer el 5 por ciento proyectado para este año, y Belo Monte forma parte del Programa de Crecimiento Acelerado de Lula.

“Si Brasil va a crecer, se necesita más electricidad”, explica David Fleischer, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Brasilia. “Necesitamos algunos grandes proyectos de infraestructura si Brasil se va a convertir en la quinta mayor economía del mundo”.

Desde la época de la dictadura militar, cuando se planteó por primera vez la presa de Belo Monte, grandes proyectos similares han formado parte del código genético de sucesivos gobiernos brasileños. “Políticamente, es llamativo y aporta una buena cantidad de propaganda”, asegura Fleischer.

Y es que Brasil está orgullosa de poder decir que el 80 por ciento de su energía es hidroeléctrica. En este momento, hay otras 70 presas en fase de planificación.En octubre Brasil elegirá a un nuevo presidente. Hasta entonces es poco probable que se adopte un cambio radical en la política energética del país.

Mostrar comentarios