La reconstrucción de Mogadiscio, entre los búnkers y la playa

  • Alambre de espino, farolas con energía solar, edificios en ruinas, flamantes infraestructuras, búnkers militares y campos de desplazados se mezclan en la nueva Mogadiscio, una ciudad en tímida reconstrucción tras dos décadas de guerra.

Javier Triana

Mogadiscio, 15 ago.- Alambre de espino, farolas con energía solar, edificios en ruinas, flamantes infraestructuras, búnkers militares y campos de desplazados se mezclan en la nueva Mogadiscio, una ciudad en tímida reconstrucción tras dos décadas de guerra.

Desde que el 6 de agosto de 2011 la milicia fundamentalista islámica somalí Al Shabab se retirara del frente de la capital, la urbe ha asistido a una mejora creciente de la situación humanitaria, económica y de seguridad.

Buena parte del mérito es de la cooperación turca, que desembarcó hace un año en Mogadiscio con planes específicos para reconstruir carreteras, hospitales, escuelas y otros edificios clave, como el aeropuerto, donde la media luna y la estrella blancas sobre fondo rojo lucen junto a la bandera somalí.

"No dicen que van a hacer algo: lo hacen", señalan, en referencia a los trabajadores de Turquía, desde el servicio de Información de la Misión de la Unión Africana en Somalia (AMISOM), y agregan que "los turcos son bien vistos porque son musulmanes".

"Cuando conocí al alcalde de Estambul, le pedí que enviara gente que preparara un plan maestro para Mogadiscio. Mandó 14 planificadores urbanos para observar y diseñar la ciudad. A través de ese plan, corregiremos errores pasados", asegura el primer edil de la capital somalí, Mohamed Ahmed Noor.

Con esa planificación se tratará de devolver el esplendor a Mogadiscio, que alterna hermosos edificios arabescos y guiños arquitectónicos italianos de los tiempos coloniales, como la catedral (o lo que queda de ella).

"¿Ves todas aquellas casas? Hace unos meses, todas las que rodean el mercado de Bakara estaban agujereadas", afirma, señalando en la distancia, el periodista somalí Abukar Albadri.

Ahora, sin embargo, el sol rebota en los nuevos tejados de uralita plateada que las cubren.

Aunque la situación no sea extrapolable al resto del país, el cambio de la dinámica en la capital puede verse en pequeños detalles: ahora los vehículos circulan de noche con las luces encendidas, no como antes, cuando se conducía casi a oscuras para evitar una emboscada.

Asimismo, en el hospital OPD de AMISOM, los heridos de bala de los tiempos de los enfrentamientos entre Al Shabab y las tropas pro-gubernamentales se han reducido drásticamente.

El responsable del centro sanitario, el ugandés Elias Biguma, precisa que en 2011 se trataba de estas heridas a unas 750 personas a la semana, mientras que la cifra ronda actualmente el centenar de pacientes, cuya procedencia ya no es la capital, sino las zonas aledañas, donde ahora se encuentra el frente.

Además, Biguma indica que la mayor parte de heridos que acuden al hospital hoy día lo hacen por dolencias derivadas de accidentes de tráfico, porque "ahora hay muchos coches".

Fe de eso dan las amplias avenidas arboladas de Mogadiscio, que soportan el tráfico de numerosos vehículos entre todoterrenos, utilitarios, blindados y multitud de "vespas".

En el puerto nuevo, el carguero "Barwaaqo" ("Prosperidad", en somalí), hace honor a su nombre y descarga cemento omaní, a cincuenta kilos por saco, que servirá para impulsar la reconstrucción de Mogadiscio.

"En agosto de 2011, sólo un barco con materiales de construcción, como cemento y madera, atracó aquí, mientras que el mismo mes de este año ya han llegado cuatro", comenta a Efe el subdirector del puerto, Abdiqani Osman Kabreto.

"En enero del año pasado, Al Shabab estaba a apenas unos cientos de metros", rememora, desde el último piso del esqueleto de lo que una vez fue el "Hotel Uruba" Ronald Kakurungu, portavoz del contingente ugandés de AMISOM, antes de conducir a un grupo de periodistas extranjeros a la capitalina playa del Lido.

Los viernes -aseguran los moradores de Mogadiscio-, la arena y las aguas se llenan de somalíes que acuden a disfrutar del rincón que el océano Índico tiene reservado a este enclave.

Sin embargo, un día de entre semana y al atardecer, tan sólo Hussein Mohaled Amed se atreve a darse un baño.

"Es la primera vez que vengo desde que vivo aquí, desde hace un año -apunta Ahmed-, porque antes era peligroso. Pero seguro que volveré muchas veces".

La postal que dibujan las barcas en la mar en calma en una bahía vigilada por el viejo faro de la ciudad hace pensar en que Mogadiscio podría ser un fabuloso destino turístico.

Así parecen creerlo también las autoridades somalíes de Inmigración, que en el nuevo formulario de acceso al país han incluido entre los posibles motivos de visita: "Vacaciones".

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