Las familias australianas siguen en una situación desesperada un mes después de las inundaciones

  • La travesía de las familias australianas un mes después de las graves inundaciones que anegaron el estado de Queensland es lenta. Muchas siguen en búsqueda de alojamiento, porque sus casas han quedado reducidas a la nada. La recuperación va para largo y la rabia se apodera de los afectados.
Una ola gigante avanza por Australia
Una ola gigante avanza por Australia
Carmen Canfran, Queensland (Australia)

"¡Urgente! Una madre con tres niños busca una casa por la zona de Grantham. Han perdido todo con las inundaciones y ahora están viviendo con 11 personas más en una residencia de tres habitaciones". Esto no es un anuncio, sino una llamada a la solidaridad desde una web creada por Nury Barros para atender a sus vecinos y a la vez víctimas de las inundaciones en el Valle Lockery, en el Estado de Queensland, al nordeste de Australia.

Gracias a este portal de internet y a la generosidad de los propios australianos, esa madre desesperada cuenta con un lugar donde dormir que le ha ofrecido una familia. La búsqueda de alojamiento para las víctimas es uno de los problemas con los que se siguen enfrentando a diario los habitantes de este valle, a pesar de que hoy se cumple un mes desde que las aguas de los ríos llegaron a su nivel máximo. Las graves inundaciones que dejaron anegada una región entera, se cobró 32 víctimas, 9 desaparecidos y el sueño de miles de australianos.

Tras las tareas de limpieza, en Grantham, uno de los primeros lugares afectados por este desastre natural, los ciudadanos han debatido hace solo una semana el siguiente paso a dar en una primera reunión multitudinaria. En el encuentro reinó la confusión y la rabia, señala Barros.

La mayoría de los habitantes de esta zona son agricultores, por lo que han perdido la forma de ganarse la vida. Las plantaciones están destruidas, no hay tierras adecuadas para plantar y la maquinaria ha quedado inutilizada.

Sin seguro o sin indemnización a pesar del seguro

Mientras tanto, llegan las primeras facturas de luz, agua, o el cobro de las tarjetas del crédito. A esta situación se le añade que todavía las compañías de seguro no han empezado a pagar, de hecho ni siquiera han visitado algunos sitios de la comarca para dar parte de los daños. "Es normal que empiecen a enfadarse", opina la creadora de la web solidaria.

Ese mismo sentimiento de rabia es el que inunda también a Tracy Aisbett, que mira con miedo el cielo nublado en Rocklea, a 10 minutos de Brisbane, la tercera ciudad más grande de Australia y gravemente afectada por las inundaciones. "Ya no puedo ver la previsión del tiempo", dice con una sonrisa llena de resignación.

Esta profesora de secundaria todavía no ha terminado de limpiar su casa. El agua cubrió por completo lo que era su dulce hogar y que ahora se ha convertido en una especie de caja de cemento vacía por dentro: sin suelo ni paredes de madera y aún hoy llena de barro, por supuesto los electrodomésticos inservibles.

Aisbett vive su propia pesadilla al igual que muchos de los afectados porque no tenía seguro de inundaciones. "O era muy caro pagarlo porque es una zona con mucho riesgo de inundaciones o la mayoría de los seguros ni siquiera te lo ofrecen", indica esta mujer que lamenta su error.

Ayudas solo para unos pocos

¿Qué es lo que va hacer? Una opción es vender la casa al ayuntamiento, pero perdería mucho dinero, ni siquiera el precio de venta cubriría la hipoteca que tiene. Otra solución es rehabilitarla pero no tiene dinero. De hecho vive en una tienda de campaña en la planta baja de la casade una de sus amigas. La mayoría de su sueldo lo destina a pagar una letra, por lo que no tiene mucho margen para reunir hasta 50.000 dólares australianos (37.000 euros) que le costaría la reparación.

¿Solicitará las ayudas que el Gobierno destinará a las víctimas? "Ese es el problema", señala Tracy mientras se le encienden los ojos de rabia, "las ayudas van destinadas para las personas con salario mínimo y no para las ciudadanos de clase media como yo". Según las condiciones establecidas por el Ejecutivo, para recibir las subvenciones debe ganar menos que 704 dólares (520 euros) a la semana brutos, una cifra que supera esta profesora.

"Ninguna víctima cumple con los requisitos. Si tienes un salario mínimo no puedes comprarte una casa. Todo es contradictorio", indica esta australiana enfadada. "Puedo decir que he recibido 2.000 dólares (1.477 euros) del Gobierno de Queensland por perder mi casa que me costó 360.000 dólares (266.000 euros)", afirma de forma cínica. ¿Qué va hacer ahora? "Esperar", acierta a decir.

Tanto el Gobierno federal, como el estatal, más el apoyo de la Commonwealth contribuirán con un paquete de 5.000 millones de dólares (3.693 millones de euros), aproximadamente, para reconstruir las zonas afectadas y también para ayudar a los afectados. Mientras este presupuesto cuenta con el visto bueno del Parlamento, de momento se dará luz verde en breve a una partida de 400 millones de dólares (295 millones de euros) para cubrir las primeras necesidades de las víctimas a través de los ayuntamientos.

Todo reducido a la nada

A la espera de recibir esas ayudas se encuentra David Moore, el dueño del café y restaurante Drift, donde uno podía disfrutar de una buena comida con música en directo a la orilla del río en Brisbane. Ahora todo lo que queda de aquello es una estructura metálica.

"Mantengo la esperanza de que autoridades o aseguradoras encuentren una vía para ayudarnos", indica este hombre de negocios. La maldición de Drift es ser una mediana empresa por el número de trabajadores, por lo que no se puede beneficiar de las ayudas para los pequeños negocios. El otro pecado que cometió es que no tenía seguro de inundaciones "Ninguna aseguradora quería cubrirlo a un precio razonable sabiendo que el restaurante está encima del río", explica Moore con indignación.

Daños que van para largo

En cambio, la pareja Swuansong cuenta que llevaba 30 años pagando un seguro de inundaciones por su casa de Brisbane, pero ahora la aseguradora se niega a pagarles los daños derivados de este desastre natural. ¿El motivo? Según las explicaciones que han recibido de su compañía, su seguro les cubre la reparación de las inundaciones por causa de lluvias, pero no por desbordamiento de río. Una absurda, a su juicio, definición que ha puesto contra la pared a miles de negocios y familias de Brisbane y del Valle Lockery.

Ante situaciones como ésta Anna Bligh, la gobernadora de Queensland, hizo un llamamiento a las aseguradores pidiéndoles más flexibilidad en cuanto a la cobertura de estas inundaciones. No surtió efecto y el Gobierno pasó a la acción creando un Fondo de Donaciones para destinarlo solo a las familias víctima del desastre.

Todos son conscientes de que la reconstrucción de las zonas afectadas llevará años. Un claro ejemplo de esa lentitud se halla en el mismo estado. El huracán Larry golpeó la zona en 2006 y hasta diciembre de 2010 el Gobierno ha estado dando ayudas para la reconstrucción. Pero dentro de esa larga lista de tareas, las prioridades de las familias son claras: los realojamientos y empezar a conseguir dinero para pasar página.

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