Centenario del PC

Lenin implantó el capitalismo y pidió auxilio a EEUU por la "gran hambruna"

En apenas 30 meses, Rusia pasó de ser la quinta potencia económica del mundo a estar prácticamente en quiebra, por lo que se vio obligada a aceptar la ayuda de los americanos y de la Cruz Roja para salir adelante.

Escultura de Lenin
Lenin implantó el capitalismo y pidió auxilio a EEUU por la "gran hambruna". 
EFE

Hace exactamente un siglo, en 1921, la economía de la recién nacida Federación Soviética se desmoronaba por culpa del fracaso del “comunismo de guerra”, un sistema totalitario instaurado en Rusia poco después de que triunfara la Revolución Bolchevique. El Estado se había apropiado durante la Revolución de la propiedad privada de los capitalistas, tanto rusos como extranjeros: tierras agrícolas, fábricas, molinos, ferrocarriles, bancos y otras propiedades, todo sin compensación. Las tierras habían pasado a los campesinos pobres, pero la producción empeoró. Hasta el dinero se había suprimido, como si fuera un instrumento de la dominación del capitalismo.

El resultado del “comunismo de guerra” fue la destrucción del mercado, la implantación del trueque, la caída de las cosechas y la hambruna. La industria estaba casi paralizada; las locomotoras languidecían sin repuestos. La producción industrial cayó de una base 100 en 1913 a 12 a principios de 1921. La cosecha de cereales cayó de 78,2 millones de toneladas en 1913 a 48,2 millones en 1920. El historiador Stéphane Courtois, autor de “Lenin: el inventor del totalitarismo”, afirma: “En treinta meses, Lenin logró arruinar a Rusia, que en 1914 era la quinta potencia económica del mundo. Una hazaña única. La inflación era desenfrenada: de una base de 100 en 1913, los precios subieron a 755 en 1917, subieron a 10.200 en octubre de 1918, 92.300 en octubre de 1919, 962.000 en 1920, y 64 millones en 1923”. En febrero de 1920, las reservas de oro, plata, platino y divisas se habían reducido a 280 millones de rublos oro, incluidas 8,3 toneladas de artículos de oro incautados a particulares.

Lenin logró arruinar a todas las clases sociales. A ello se añadieron las deportaciones, los encerramientos en campos de concentración o el asesinato de la población que se rebelaba, especialmente a los kulaks, que eran los pequeños propietarios del campo. El resultado del “comunismo de guerra”, según los historiadores, fue entre tres y cinco millones de muertos, principalmente por las hambrunas. La hambruna más terrible fue la de 1921 hasta 1922.

Como consecuencia del desastre económico, las insurrecciones campesinas contra los bolcheviques se redoblaron en intensidad, especialmente en Siberia Occidental y en la región de Tambov. En Petrogrado, la Cheka (la policía política) arrestó a militantes comunistas moderados, y se decretó el estado de emergencia. Entre el 22 al 24 de febrero de 1921 surgieron disturbios debidos al hambre. Hubo una fuerte represión y al final estalló un motín en dos acorazados en Kronstadt donde, los marineros pedían “la libertad de expresión y de prensa para los revolucionarios, el cese de requisiciones y libertad de producción para artesanos y campesinos”.

Los marinos de Kronstasdt eran el orgullo de la Revolución de Octubre de 1917 pero ahora se rebelaban contra Lenin. En respuesta, el mandatario envió a Trotski y a Tugachevski a aplastar la rebelión. Se organizaron tropas que asaltaron el fortín donde se defendían los marineros. “La reconquista militar, lanzada el 7 de marzo, fue difícil, en medio de un golfo de Botnia helado y enfrentándose a combatientes endurecidos con artillería naval”, cuenta Courtois. “Kronstadt cayó tras diez días de feroces combates que dejaron 10.000 muertos, a los que se sumaron mil heridos y presos fusilados en el acto, 2.103 condenados a muerte y 6.500 deportados a un campo de concentración, de los cuales solo 1.500 seguían en prisión un año después; más de 8.000 habitantes huyeron a través del hielo hacia la Finlandia ‘contrarrevolucionaria’. Así fueron aplastados los auténticos revolucionarios opuestos a la "dictadura del proletariado”, dice Courtois.

Eran demasiadas pruebas contra su naciente estado comunista de modo que en 1921 Lenin decidió dar marcha atrás y en marzo de ese año lanzó la NEP (la Nueva Política Económica). “La idea era reemplazar la requisa de las cosechas por un impuesto en especie entregado por los campesinos y fijado con anticipación, para restablecer la libertad de comercio interno, otorgar concesiones a empresarios privados y finalmente desnacionalizar las empresas que empleasen a menos de 21 personas siempre que entregaran al Estado parte de su producción, según el decreto de julio de 1921”. Como dice Courtois, con este plan se admitía el fracaso total del "comunismo de guerra" y de la planificación centralizada al restaurar parte de la propiedad privada. “La doctrina había sido superada por la realidad”, puntualiza el historiador francés.

Lenin lo reconoció en su “Informe al Segundo Congreso de Departamentos de Educación Política de toda Rusia el 17 de octubre de 1921”. “En esencia, nuestra Nueva Política Económica significa que, habiendo sufrido una severa derrota en este punto, hemos iniciado una retirada estratégica. En efecto, dijimos: ‘Antes de que estemos completamente derrotados, retirémonos y reorganicemos todo, pero sobre una base más firme’. Si los comunistas examinan deliberadamente la cuestión de la Nueva Política Económica, no puede haber la menor duda en sus mentes de que hemos sufrido una derrota muy severa en el frente económico. Dadas las circunstancias, es inevitable, por supuesto, que algunas personas se sientan muy abatidas, casi presas del pánico, y debido a la retirada, estas personas comenzarán a ceder ante el pánico”. Lenin terminaba con un refrán ruso: “Un hombre que ha sido golpeado vale por dos que no. Después de ser golpeados comenzamos a avanzar lenta, sistemática y cautelosamente”.

Para Lenin, este giro al capitalismo podría se interpretado peligrosamente como que el capitalismo había triunfado y que el comunismo habría fracasado. Para que nadie creyera eso, Lenin afirmó con sus particulares rodeos lingüísticos que con la NEP “el poder estatal proletario, con el apoyo del campesinado, demostrará ser capaz de controlar debidamente a esos señores, los capitalistas, para dirigir el capitalismo por los cauces estatales y crear un capitalismo subordinado al Estado y que sirva el estado”.

Pero dentro de las concesiones al capitalismo, hubo algo que le revolvió las tripas. Lenin tuvo que aceptar las ayudas de Estados Unidos y de la cruz Roja para salir adelante. Sucedió que en julio de ese año de 1921, el escritor de fama mundial Máximo Gorki, escribió un mensaje a las potencias occidentales diciendo que la patria de Dostoievski, de Tolstoi y Mendeleiev se cernían días oscuros, y pedía ayuda.

El entonces secretario de Comercio de EEUU, Herbert Hoover, leyó el mensaje en un periódico, y decidió ayudar a través de la Agencia de Socorro de EEUU (American Relief Administration, ARA). “Sémola de maíz, cacao, leche condensada, pan blanco y azúcar. Este fue el menú de Estados Unidos para los millones de hambrientos en la Rusia soviética durante la hambruna de 1921-23, uno de los mayores desastres humanos en Europa desde la Peste Negra”, afirma un reportaje de “Stanford News”. Los biógrafos le atribuyeron a Hoover haber salvado más vidas que cualquier persona que haya vivido”. Se organizó una de las mayores ayudas en masa de la historia de Estados Unidos, principalmente para alimentar a los niños rusos. El Congreso aprobó un programa de 20 millones de dólares.

Basado en los testimonios de los estadounidenses que fueron como voluntarios a esa expedición de los años veinte, en 2012 el historiador Bertrand M. Patenaud escribió un libro: “The big show in Bololand”. La PBS, la cadena pública de EEUU, realizó un documental en 2011 basado en ese libro (“La gran hambruna”), contando aquel insólito hecho, no reconocido por los comunistas rusos. “La gente se había visto reducida a comer hierbas mezcladas con huesos molidos, corteza de árboles y arcilla, así como caballos, perros, gatos, ratas y la paja de los techos. El gobierno hizo esfuerzos para detener la venta de carne humana y colocó guardias en los cementerios para evitar invasiones”, cuenta “Stanford News”. El documental de la PBS recogía un testimonio de aquellos años de un norteamericano que formó parte de la expedición de ayuda. "He visto montones de cadáveres medio desnudos y congelados en las posiciones más grotescas con signos de haber sido presa de perros errantes. He visto estos cuerpos, y es un espectáculo que nunca podré olvidar", escribió William Shafroth, el hijo del gobernador de Colorado y trabajador de ARA en la Rusia soviética. Shafroth visitó orfanatos en varias ciudades de Rusia, y quedó conmocionado por la imagen de niños desnudos y esqueléticos viviendo en un sitio nauseabundo. Los norteamericanos conocieron testimonios de madres que habían sacrificado a sus bebés para alimentar a sus otros hijos. Los niños eran el objetivo de los caníbales.

El periódico “The Chicago Tribune” llevó varias veces a su portada las imágenes del hambre en la Rusia de Lenin, y solicitó donaciones, lo cual causó una ola de solidaridad en todo el país para enviar más expediciones con comida. Los 200 voluntarios norteamericanos del ARA contrataron a 120.000 rusos para repartir las ayudas, lo cual despertó las sospechas del gobierno pues la mayoría eran rusos blancos que sabían idiomas y tenían una buena formación. Alimentaban diariamente a más de 10 millones de personas. El aparato del partido comunista ruso pensaba que los norteamericanos se querían infiltrar en Rusia y por eso puso trabas a las expediciones. Los retrasos en las entregas y el mal sistema ferroviario, junto con la meteorología causaron 50.000 muertes adicionales, según el documental.

Y mientras Lenin aplicaba la doctrina del capitalismo y aceptaba ayudas de la potencia americana, saqueaba a la Iglesia. Un decreto firmado por Lenin en febrero de 1922 establecía: “La confiscación inmediata en las iglesias de todos los objetos preciosos en oro o plata, todas las piedras preciosas que no se utilizan directamente para la adoración. Aquellos Los objetos se transmitirán a los órganos de la Comisaría Popular de Finanzas que los transferirá al fondo de la Comisión Central de Ayuda a hambrientos".

Lo que horroriza a los historiadores es que los dirigentes rusos emplearon el hambre como una excusa ideológica. El hambre que acabó con la vida de millones de personas era el resultado exclusivo del “comunismo de guerra”. “Con un cinismo increíble, Lenin utilizó el pretexto de la hambruna para arruinar la Iglesia al tratar de vender estos bienes en el extranjero para cubrir el agujero de las finanzas públicas”, dice Courtois. Trotsky, recomendó utilizar a los especialistas de Fabergé y Mosesev para valorar la riqueza de los bienes de la Iglesia en joyas. Algunos feligreses en las pequeñas villas del interior se opusieron a este desfalco, y las autoridades comunistas respondieron enviando tropas y disparando a matar, como sucedió en Chouia, en la provincia de Ivanovo.

Basado en este hecho, Lenin procedió a emitir una orden secreta (que se desveló muchas décadas después). “Creo que nuestro enemigo está cometiendo un error estratégico monumental. De hecho, el momento actual es excepcionalmente favorable para nosotros y no para ellos. Nosotros tenemos una probabilidad de 99 en 100 de golpear al enemigo fatalmente en la cabeza con total éxito y asegurar posiciones esenciales para nosotros en las próximas décadas. Con toda esta gente hambrienta se alimentan de carne humana, con los caminos sembrados de cientos, miles de cadáveres, es ahora y solo ahora que nosotros podemos (y por lo tanto debemos) confiscar la propiedad de la Iglesia con energía feroz y despiadada. Es precisamente ahora y sólo ahora que la gran mayoría de las masas campesinas puede apoyarnos o, más exactamente, puede no ser capaz de para apoyar a este puñado de cien clérigos negros y pequeña burguesía reaccionaria. [...] Todo indica que no lograremos nuestros fines en otro momento, porque sólo la desesperación engendrada por el hambre puede lograr una actitud benévola, o al menos neutral, de las masas hacia nosotros”.

Este documento fue publicado en los años 90 por el historiador Richard Pipes como documento número 94 en su obra “The unknow Lenin” (El Lenin desconocido). Este profesor de Historia de la Universidad de Harvard escribió que Lenin dio la orden de detener a los sacerdotes, monjas y personas relacionadas con la Iglesia, y en caso de resistencia, se les matase. “Cuanto mayor número de representantes del clero y de la burguesía ejecutemos, mejor”, fue su orden, según ese documento obtenido por Pipes. “En 1922, 2.691 sacerdotes, 1.962 monjes y 3.447 monjas fueron asesinados”, dice Courtois.

¿Qué resultados tuvo la Nueva Política Económica? Cómo era de esperar, se recuperaron las cosechas casi a niveles de la pre-guerra de 1914. Por ejemplo, en 1913, Rusia había producido alrededor de 80 millones de toneladas de cereales. En 1921 quedó por debajo de los 50 millones de toneladas, pero cuatro años de la NEP lo vieron aumentar a 72,5 millones de toneladas (1921-1925). También mejoró la producción industrial y los salarios de los trabajadores industriales se duplicaron entre 1921 y 1924.

Las reformas monetarias introducidas a finales de 1921 permitieron controlar la inflación. En pocos meses, volvieron los productos a las estanterías. Los agricultores que prosperaban podían adquirir mas tierra, poner en venta sus productos en los mercados populares y contratar más gente. También surgieron los especuladores e intermediarios. Se les llamaba los hombres-NEP: eran comerciantes, tenderos y vendedores que conseguían artículos al por mayor o de segunda mano, para venderlos con un gran margen de beneficio. Esto era un descarado lucro capitalista para la línea más ortodoxa del Partido.

Poco a poco empezaron a surgir críticas de la línea dura porque el país se entregaba de nuevo al capitalismo. Lenin respondía que si bien aquello era un pequeño capitalismo, el gobierno soviético retenía el control de la industria, la minería, la industria pesada y la banca. La verdad es que los resultados se reflejaron en la agricultura, pero no en la producción industrial. Muchos obreros habían emigrado al campo. Además, no había fondos para comprar maquinarias más modernas, pero tampoco operarios con cualidades para manejarlas.

Era la excusa que necesitaba el régimen para dar un golpe al NEP. Lenin había fallecido en 1924, y su sucesor, Josif Stalin, esperó a 1928 para decretar sus planes quinquenales de industrialización y acabar con la NEP. Rusia entraba entonces en la economía dirigida, y con un objetivo: industrializar el país a cualquier precio. Se colectivizó la agricultura, especialmente en Ucrania, lo que llevó a la gran hambruna: entre 5 y 10 millones de ucranianos murieron de hambre, un hecho tan terrible que ha quedado en la historia como Holodomor.

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