Los hombres que no estaban allí

  • Las citas que impone el fútbol no admiten retrasos.

Hernán Bahos Ruiz

Río de Janeiro, 13 jul.- Las citas que impone el fútbol no admiten retrasos.

A media hora del comienzo del partido de la final del Mundial en el estadio Maracaná estaba ahí Sami Khedira con sus veintidós compañeros.

Él, resuelto a dar más de qué hablar en el Mundial gracias a un nivel técnico superlativo, en primer plano desde la paliza por 1-7 infligida a Brasil en las semifinales, y ante los ojos aún incrédulos de muchos por la recuperación de la grave lesión en la rodilla derecha que rompió los plazos.

Una rotura de ligamento colateral medio y otra del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha pusieron fin a su actividad durante casi toda la temporada 2013-2014.

Para la cita del Mundial Joachim Löw lo esperó y el centrocampista del Real Madrid correspondió con sacrificio. Por eso estaba ahí hoy, puntual el jugador de 27 años, calentando para el comienzo de la final. A metros de él, en la caseta ocupada hoy por la selección argentina estaba vencido, como con las alas rotas, Ángel Di María.

Su lesión le llegó como siempre llegan, en el momento más inoportuno, nunca en el final de una temporada. La molestia apareció en el recto anterior del muslo derecho, en el mismo lugar donde se había lesionado siete días atrás durante el primer tiempo de los cuartos de final contra Bélgica en Brasilia.

La fragilidad del 'Fideo' se hizo más evidente al no poder emprender hoy los vuelos por las bandas, dejando así en orfandad el manual de sorpresas en ataque de la Albiceleste.

Di María no acudiría a la cita, no estaría hoy para volar, como sí se preparaba Khedira, su compañero en el Real Madrid, para poner en acción el nuevo trabajo que le encargó Joachim Löw, el del hombre que en la demarcación de defensor en la mitad, se las ingenia para aparecer como primer atacante.

El jugador de 26 años tenía la ilusión de alcanzar una recuperación meteórica como la de Sergio Agüero, que en el partido de la fase de grupos ante Nigeria tuvo otra lesión muscular y tan sólo diez días después ya estaba en el banquillo de suplentes frente a los belgas.

El sábado, en el último entrenamiento para la final, Di María corrió pero el esfuerzo le resultó mayúsculo. Y Khedira que sí estaba para hoy, de un momento a otro sintió un tirón aparentemente en una de sus pantorrillas. Necesitó ayuda para salir y de Christoph Kramer para ocupar su plaza.

Los médicos no han precisado la razón de la súbita molestia del alemán mientras que los plazos para la recuperación del argentino, está claro, serán más largos.

Con Sami y Ángel quizá la final del Maracaná hubiera sido otra cosa. Con Khedira y Di María sus selecciones a lo mejor habrían dispuesto de más pirotecnia a partir de la mitad de la cancha.

Los últimos representantes del Real Madrid no llegaron a la última cita de Brasil 2014, pero aunque resulte un consuelo de tontos, fueros testigos de excepción del desenlace.

Miroslav Klose, el máximo goleador de todos los mundiales, estuvo ahí, pero a los 88 minutos salió discreto. Su paso lento y cansino parecía el de un hombre que había estado perdido en un bosque.

Como Ed Crane, el personaje del filme dirigido por Joel Coen, como si tampoco hubiera estado allí.

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