Máxima tensión en África Central por la explotación del Nilo

  • Una guerra de declaraciones amenaza con convertirse en una verdadera lucha a medida que los países africanos aumentan su enfrentamiento en la batalla por acceder a las vitales aguas del río Nilo. Varios países de África central, donde nace el Nilo, están reclamando su derecho a usar sus aguas para regar y para fines hidroeléctricos. Pero Egipto, donde el río ocupa más territorio y desemboca, mantiene su férrea oposición a un nuevo reparto de las aguas del Nilo.
El Nilo, a su paso por la isla de Agilkia (Foto de Heinz Albers)
El Nilo, a su paso por la isla de Agilkia (Foto de Heinz Albers)
Heinzalbers.org
Tristan McConnell | GlobalPost

(Nairobi, Kenia y Adis Abeba, Etiopía). El legendario río nace en las montañas de Etiopía, donde un viejo monasterio vigila el sagrado manantial de Gish Abbai. Las aguas que surgen de la tierra alimentan el lago Tana y después fluyen hacia un cañón para convertirse en el Nilo Azul.

Esculpiendo un inmenso meandro en forma de u, llega hasta la capital sudanesa de Jartum, donde el Nilo Azul se encuentra con el Nilo Blanco, que mana desde el Lago Victoria. Desde allí, juntos, cruzan por Egipto al mar Mediterráneo, irrigando tierras de cultivo, aportando agua para beber y limpieza, y produciendo energía en centrales hidroeléctricas.

Este es el río más largo del mundo, con más de 6.600 kilómetros que dan vida al noreste de África y aportan casi toda el agua fresca que se consume en Egipto y tres cuartas partes de la de Sudán, si bien ninguno de los dos países controlan su nacimiento. Ambas naciones han protegido históricamente con celo su acceso al Nilo, pero el equilibrio comienza a cambiar y los analistas advierten sobre sus consecuencias potencialmente peligrosas.

"En los países de la cuenca del Nilo el acceso al agua de la gente vulnerable no es cuestión de desarrollo, sino de supervivencia, de vida o muerte", subraya Steven Sólomon, autor de "Water: The Epic Struggle for Life, Power and Civilization".

Egipto y Sudán basan su reclamación sobre casi todo el caudal del Nilo en dos tratados firmados hace más de medio siglo, que dieron a los egipcios gran parte del agua y poder de veto sobre su uso por parte de los países río arriba.Pero el mes pasado cinco de los países río arriba, liderados por Etiopía, se unieron en un nuevo tratado al que Egipto se opone.

El tratado original del Nilo fue firmado en 1929 entre Egipto y Gran Bretaña, entonces la potencia colonial en la zona. Treinta años más tarde, fue renegociado con una Sudán ya soberana: Egipto se quedaba con tres partes del agua y Sudán con el resto. Ninguno de los tratados prestó atención a las necesidades y deseos de las naciones río arriba.

Pero la cuenca del Nilo atraviesa 10 países, todos ellos pobres y todos ellos vulnerables al cambio climático, que les trae sequías, pérdida de cosechas e inundaciones. Todos ellos tienen además poblaciones que aumentan entre un 2 y un 3 por ciento cada año. Hoy en día más de 200 millones de personas dependen del Nilo para subsistir, y en una generación ese número se habrá duplicado.

"Aquí tenemos una gran fuerza que nos impulsa, y esa es la demografía", asegura el profesor Salif Diop, un experto senegalés en agua. "A lo largo de todo el río Nilo este es uno de los problemas más importantes, y por eso hay una necesidad de agua para riego y para la agricultura, para producir energía, y eso no va a desaparecer".

Y eso significa que los viejos tratados se tienen que renegociar."En algún punto los acuerdos históricos se tendrán que modificar para tener en cuenta los intereses de los países río arriba. No hay otra solución", explica Simon Mason, un experto en el Nilo del suizo ETH Zurich Center for Security Studies.

"El mejor escenario sería que los países tomen esta oportunidad para revisar viejos acuerdos, para emplear nuevas tecnologías que permitan utilizar mejor el agua y cooperar a nivel regional", afirma Peter Pham, director del Proyecto África del Comité Nacional de Política Exterior de EEUU en Nueva York.

En mayo Etiopía, Kenia, Ruanda, Tanzania y Uganda firmaron un nuevo acuerdo, concediéndose más libertad para usar las aguas del Nilo según les convenga, sin tener en cuenta los deseos de Egipto. Burundi y la República Democrática del Congo podrían sumarse al acuerdo en breve.

Egipto ha respondido al acuerdo con una retórica hostil. El ministro de Asuntos Exteriores, Ahmed Aboul Gheit, habló de una "línea roja" que no se puede cruzar, y dijo que el agua es un tema de seguridad nacional. Los comentarios de Egipto recuerdan lo que ya había dicho en la década de 1970 su ex presidente Anwar Sadat: "El único asunto que podría llevar a Egipto a una guerra de nuevo es el agua".

Aunque la tensión es máxima en las laderas del Nilo, ese no es el único lugar donde amenazan guerras por el agua."Hay una historia de conflictos sobre recursos hídricos a través de fronteras que se remonta a siglos atrás", afirma Peter Gleick, presidente del Pacific Institute, un grupo medioambientalista y de investigación con sede en California.

Este instituto ha estudiado conflictos sobre el agua en todo el mundo que se remontan a 3.000 años antes de Cristo. Hoy en día los puntos candentes son los ríos Nilo, Indo, Mekong, Tigris y Éufrates."Los mayores problemas se suelen producir en lugares donde el agua escasea y donde las instituciones son débiles", explica Gleick.

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