Ni las buenas noticias alivian a Israel

  • Las buenas perspectivas económicas tampoco alegran a Tel-Aviv. El país se encuentra en un momento complicado: Sus ciudadanos están descontentos, y sus vecinos también. El liderazgo de Netanyahu no pasa por una buena racha.
El liderazgo de Netanyahu, bajo mínimos.
El liderazgo de Netanyahu, bajo mínimos.
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Noga Tarnopolsky, Jerusalén (Israel) | GlobalPost

Con las relaciones diplomáticas entre los países vecinos en punto muerto, una votación de la ONU sobre un Estado palestino y las protestas persistiendo y apoyándose en sectores insólitos, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, está experimentando, por decirlo suavemente, una mala racha.

Aunque podría haber sido un rayo de luz en medio de dos semanas oscuras, el hecho de que el primer ministro fuese informado el viernes de que Standard & Poor´s, la misma agencia calificadora de crédito que degradó a Estados Unidos el mes pasado, elevó la calificación de Israel a una envidiable A+.

Sin embargo, la subida de la calificación sólo sirvió para provocar la burla de los manifestantes, que se han concentrado en cifras récord para protestar contra lo que ellos dicen que son desigualdades económicas y sociales enfermizas en todos los sectores de la población de Israel.

La paradoja entre la creciente economía de Israel y su movimiento masivo de protestas se puso de relieve todavía más por el reciente anuncio del Ministerio de Finanzas de que los ingresos de las empresas estatales israelíes crecieron en más de 800 millones de dólares en 2010. Según se dice en el comunicado de prensa, los ingresos de las empresas de propiedad pública ascendieron a casi 16.000 millones de dólares en 2010. Sobre el anuncio de Standard & Poor´s, el Gobierno israelí se felicitó por su administración económica a largo plazo.

La mayoría de los gobiernos estarían eufóricos. Pero en Israel, los anuncios económicos positivos sólo sirvieron para agudizar la percepción generalizada de que sólo los ricos del país se benefician de manera desproporcionada de su robusta economía, mientras que una estructura tributaria deficiente provoca que los trabajadores que están detrás de este impresionante dinamismo económico sigan dependiendo de unos salarios restringidos.

La crisis del país se agudizó aún más cuando los manifestantes, que se concentraron por cientos de miles de personas el 3 de septiembre, se enfrentaron abiertamente por primera vez con la policía cuando ésta intentó cumplir las órdenes municipales para demoler y acabar con las tiendas de campaña que se han apoderado de las plazas centrales en la mayoría de de las ciudades de Israel. Después de varias detenciones, el Tribunal Supremo, respondiendo a una petición urgente presentada por líderes de la protesta, suspendió la orden de evacuación.

El futuro de las ciudades de tiendas se encuentra ahora en entredicho. Los inviernos son suaves y no resulta inconcebible que las personas puedan permanecer durante un tiempo indefinido en los refugios improvisados que hay en todo el país.

Sin embargo, las protestas en curso son sólo una muesca de un asalto múltiple contra el liderazgo de Netanyahu. Los vínculos con los ex aliados de Turquía y Egipto, estados que están muy próximos a Israel, se desgastaron hasta tal punto que la semana pasada los embajadores de Israel en ambos países se vieron obligados a abandonar sus delegaciones. Al embajador en Turquía, el Gobierno turco le ordenó que se marchara después de que Israel se negara a excusarse por las muertes turcas en la última flotilla de Gaza. El embajador de Egipto fue evacuado por aviones de la fuerza aérea israelí en la madrugada del sábado después de que su embajada fuese invadida por una turba egipcia.

Al mismo tiempo, la contraparte palestina de Netanyahu, Mahmud Abbas, se mantiene inmune a los halagos de EEUU y está decidido a presentar ante Naciones Unidas una petición de declaración de su estado el 20 de septiembre.

Israel no se ha encontrado a sí mismo tan aislado en su región desde mediados de 1970, los años posteriores al Yom Kippur / Guerra de Octubre, antes de que empezaran las conversaciones de paz con Egipto en 1979. El lunes, el rey Abdullah de Jordania, respecto a una protesta anti-Israel anunciada este viernes en Amman, dijo que "el futuro de Jordania y Palestina está mucho más claro que el de Israel".

El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, visitando El Cairo el lunes en la primera visita a Egipto de un líder turco en 15 años, dijo que el ataque contra la flotilla de propiedad turca era "causa de guerra".

Erdogan se encuentra en la primera etapa de su "gira de Primavera Árabe", en la que está tratando de presentarse como el nuevo hombre fuerte de la región.

En el frente interno, nadie parece haber tenido compasión de Netanyahu. "El baile de máscaras ha terminado", escribió el columnista de opinión de Ha'aretz, Sefi Rachlevsky.

Siguiendo el estilo de Warren Buffet, algunas de las personas de Israel más influyentes de los negocios emergieron la semana pasada para apoyar a los manifestantes, entre ellos muchos de la exitosa industria de alta tecnología.

Erel Margalit, uno de los empresarios más importantes de Israel y ex candidato a la dirección del Partido Laborista, pasó varias noches durmiendo en tiendas de campaña y en los últimos dos meses organizó varias discusiones públicas con líderes de la revuelta en el bulevar Rothschild.

Respecto a la aparente incongruencia de que los nuevos millonarios de la alta tecnología apoyen a un movimiento de masas que, entre otras cosas, pretende reducir su riqueza, Margalit dijo que en Israel existen actualmente dos economías muy grandes y muy diferentes; por un lado un poblado de magnates anquilosados y por otro emprendedores de la industria de alta tecnología que se identifican con la justicia social.

Existe "la economía de monopolios, gestionada por un pequeño número de familias, que depende de los vínculos con el Gobierno para horadar los recursos naturales israelíes y mantener su control sobre el mercado israelí de productos y servicios. Cuanto más grandes son, más "favores" necesitan.

"Por otra parte, tienes el sector de alta tecnología, que no necesita ningún "favor" del Gobierno. Grandes compañías como Checkpoint y Teva nunca compartirán con el Gobierno las restricciones de la competencia o los caminos para monopolizar el mercado israelí. La economía de monopolio está succionando al país y dejándolo seco mientras que el sector de alta tecnología continúa haciendo que la nación prospere".

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