Nuevo héroe indio: un fabricante de compresas para mujeres pobres

  • Hasta no hace mucho tiempo, las mujeres de la pequeña ciudad india de Coimbatore estaban convencidas de que Muruganantham era algún tipo de pervertido. Tras un fallido intento con su esposa y hermanas y un disparatado experimento casero con la cámara de una pelota de fútbol llena de sangre de cabra, finalmente dio con un método seguro para probar las compresas sanitarias de bajo coste que había desarrollado para las mujeres indias: entregar compresas gratis a las escolares y, una vez usadas, recogerlas para su análisis.
Jason Overdorf | GlobalPost

(Nueva Delhi, India).A. Muruganantham, de 47 años, tenía un almacén lleno de las compresas de bajo coste repartidas gratuitamente a las escolares indias. Cuando su madre lo vio, se echó a llorar y se fue a vivir con su hermana.“Todo el mundo decía que estaba loco, que estaba usando eso como excusa para acercarme a las niñas”, dice Muruganantham, que aprendió inglés sin ayuda, en parte para conseguir sortear los sistemas telefónicos cuando llamaba a fabricantes de EEUU.

Ya nadie piensa que es un psicópata.En 2006, Muruganantham, que no terminó sus estudios de bachillerato, creó contra todo pronóstico una máquina para fabricar compresas sanitarias baratas. En el proceso, además de aprender inglés por su cuenta, contrató a profesores universitarios locales para ayudarle a escribir cartas y buscar suministradores en internet, utilizó bragas (por no hablar de una compresa y una cámara de pelota de fútbol llena de sangre), y gastó varias veces más de lo que cuesta su ciclomotor en análisis de laboratorios.

Incluso se inventó un seudónimo para lograr pasar los sistemas de atención telefónica de los fabricantes de EEUU que suministran celulosa de pino (no algodón), que es la materia prima que necesitaba. “En el momento en que escuchaban a alguien llamar desde un lugar remoto en la India me preguntaban ‘¿Quién es usted?’. Así que les decía que era un millonario de Coimbatore que iba a montar una empresa de servilletas y necesitaba materia prima”, explica Muruganantham.Y finalmente triunfó.

Capaz de producir unas 120 compresas por hora, la máquina desarrollada por Muruganantham cuesta sólo unos 2.500 dólares, una ínfima fracción de los miles de dólares que Johnson & Johnson (J&J) y Procter & Gamble (P&G) invierten en sus fábricas. Y aunque producir 120 compresas por hora no significa mucho en una economía de gran escala, el invento de Muruganantham sí supone un nuevo modelo de negocios para pequeños grupos de autogestión y mujeres de pocos recursos, al crear puestos de trabajo que les permiten ganar el doble de lo que consiguen en otras tareas.

“Es una respuesta innovadora a la higiene femenina y está accediendo a un mercado al que los productos Kotex de Kimberly-Clark no llegan actualmente”, explica un portavoz del fabricante de compresas internacional Kimberly-Clark.

Pero aunque Muruganantham ha logrado intrigar a las multinacionales y recibir el reconocimiento del prestigioso Indian Institute of Technology y del National Innovation Foundation, además de cerrar un acuerdo con el Massachusetts Institute of Technology para suministrar sus máquinas a cooperativas de mujeres en África, un polémico plan del Gobierno indio amenaza con aniquilar su movimiento independiente.

Según informaciones de la prensa local, el Gobierno está cerrando acuerdos para facilitar compresas gratuitas “y altamente subvencionadas” a las mujeres pobres de India. El programa está diseñado para satisfacer a 200 millones de mujeres del mundo rural. Cada una de esas mujeres utiliza una media de 100 compresas al año, lo que en conjunto supondrá un coste para el Gobierno de unos 450 millones de dólares (368 millones de euros).

No se han revelado aún datos sobre quién suministrará esas compresas, pero en la India, al igual que en el resto del mundo, los principales fabricantes del sector son las multinacionales P&G, J&J y Kimberly-Clark.

“Este es un programa pionero, en el que se está explorando una asociación pública-privada para llevar productos de alta calidad a los pobres del rural a precios asequibles”, afirma el portavoz de Kimberly-Clark. “El modelo propuesto supone reformular totalmente la cadena de valor para rebajar los costes. Se intenta que el proyecto sea autosostenible. El Gobierno de la India está llevando conversaciones con los principales fabricantes de compresas sanitarias, y nada está cerrado todavía”.

Muruganantham no lo ve de ese modo.“Yo lo que digo es que si el Gobierno me deja, nosotros podremos suministrar compresas sin subsidios”, afirma. “Ya hacemos compresas por 1,50 rupias (2,5 céntimos de euro). Si el Gobierno se implica, podremos reducir ese precio en un 50 por ciento”.Y si el Ejecutivo indio garantiza pedidos de las mujeres de las zonas rurales, el plan no le costará al Estado ni un céntimo, opina Muruganantham.

Con los pedidos en la mano, las mujeres podrían pedir pequeños préstamos a los bancos locales, permitiendo así a las emprendedoras crear unas 100.000 fábricas a lo largo del país.¿Pero puede un invento nacido desde las bases competir realmente con algunas de las multinacionales más grandes del mundo?

Debido a la pobreza y a los estigmas sociales que rodean a la menstruación, muchas mujeres indias todavía utilizan hoy en día paños o trozos de arpillera -un tejido basto empleado habitualmente para aislar del polvo y el agua- en lugar de compresas modernas, que o bien no las venden en sus pueblos o son demasiado caras.

Para el Gobierno esto supone un problema de sanidad pública, que aumenta la probabilidad de que millones de mujeres sufran infecciones en el sistema reproductivo o incluso cáncer cervical. Para los grandes fabricantes de compresas significa un enorme mercado sin explotar que les aseguraría el negocio durante décadas.

Viendo el enorme potencial de negocio que supone convertir a las usuarias de compresas caseras en compresas manufacturadas, J&J lanzó en 1997 Stayfree Secure, un producto barato que se convirtió en la marca más vendida en la India en el plazo de cuatro años, según fuentes de la propia compañía.

Gracias a su marca Whisper, lanzada en 1989, la división de productos de higiene femenina de P&G creció un 26 por ciento el año pasado, según el último informe anual de la compañía, generando ventas en torno a 100 millones de dólares (cerca de 82 millones de euros).El futuro está en hacerse con un mercado que incluya tanto a las mujeres urbanas como a las de las zonas rurales.

En su informe anual P&G describe su colaboración con la National Rural Health Mission para enseñar a las mujeres del Rajastán temas de salud reproductiva (que se va a extender al estado de Muruganantham, Tamil Nadu), y concluye que “significativamente, el programa ha sido capaz de convertir al 85 por ciento de usuarias de paños caseros en usuarias de compresas Whisper”.

“P&G y J&J se plantean esto meramente como un asunto de facturación por ventas”, dice el periodista PC Vinoj Kumar. “Pero como empresario social, el modelo de negocio de Muruganantham tiene objetivos socioeconómicos. Genera empleo para cientos de mujeres del rural, además de promover el uso de compresas sanitarias”.

Kumar, una de las primeras personas en descubrir el invento de Muruganantham, ha lanzado recientemente una campaña en Facebook contra el plan del Gobierno indio de subvencionar las compresas, que sospecha que será acordado con una de las tres grandes multinacionales que controlan el mercado mundial. En marzo, uno de sus colaboradores presentó una petición formal de información al Gobierno para obtener “copias de todos los archivos relacionados con este plan, desde el inicio del mismo hasta cualquier consulta realizada con agencias externas, la base por la que se anuncia este plan y otros detalles relevantes”.

Pero según Kumar la respuesta del Gobierno simplemente afirmó lo obvio: “Esto es para informarle que actualmente el Ministerio de Salud y Familia no tiene ningún plan para facilitar compresas sanitarias gratuitas a mujeres que viven por debajo del umbral de la pobreza. Se están estudiando fórmulas para hacerlo y analizando varios modelos en el ministerio, tras lo cual se propondrá un plan”.

El ministerio no ha aportado ninguno de los archivos relacionados con el plan ni ninguno de los detalles solicitados bajo la ley india de derecho de acceso a la información. Ahora Kumar está planeando una campaña de cartas para dirigirse al presidente, al primer ministro, al ministro de Salud y al de Finanzas, y pedirles que tengan en cuenta la propuesta de Muruganantham antes de aprobar su plan de compresas gratuitas.

Mientras tanto Muruganantham no está de brazos cruzados.Sus máquinas de fabricar compresas ya están funcionando en más de 200 puntos de la India, contribuyendo a dar poder a las mujeres locales y a erradicar el estigma de la menstruación y de la higiene femenina al convertirlo en un comercio lucrativo. Aunque han surgido muchos grupos autogestionados, algunos de ellos no han salido adelante por la falta de experiencia directiva, lo que ha despertado recelos en torno a la capacidad que podría tener una legión de organizaciones populares para manejar la ingente labor de suministrar compresas a todo un país.

Pero Muruganantham sostiene que si el Gobierno le apoyase a él en lugar de a P&G o J&J, sus máquinas no sólo resolverían el problema de la higiene femenina en la India, sino que también darían trabajo a un millón de mujeres. Queda por ver qué decidirá finalmente el Gobierno.

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