Es, en palabras de Obama,"una de las alianzas más fuertes del mundo": la de Alemania y Estados Unidos. Pese a los altibajos, las palabras pronunciadas este domingo por el líder americano reflejan que relación entre ambos países parece volver a encauzarse: ese mismo día, ambos dirigentes se sentaban a comer un tradicional plato bávaro y típica cerveza alemana. Una reunión cordial, alimentada por los intereses propios, que parece dejar atrás las críticas y tensiones de los últimos meses.
Desde que se descubriera que los servicios de inteligencia de EEUU habían estado espiando a ciudadanos alemanes, y, concretamente, el móvil de Angela Merkel, las relaciones entre ambos se enfriaron drásticamente. Merkel se lo dejaba claro a Obama: no podían seguir así. Los diarios alemanes se llenaron de críticas, y Merkel dio la apariencia de estar airada.
Hace cerca de un año, en el mes de julio, echaba al jefe de la CIA en Alemania del país. Lo hizo después de conocerse que dos espías americanos fueran descubiertos en Alemania. Un hito que marcó el punto más frío en las relaciones entre ambos países desde que se opusieran a la guerra de Irak.
Merkel se puso firme: le dijo a EEUU que sus respectivos jefes de inteligencia debían hablar, y en territorio alemán. Un paso más que forma parte de un movimiento más amplio: el de un acercamiento entre ambas naciones durante el último año, hasta culminar en la reunión del G7 que se celebra estos días en Alemania.
Así, todo apunta a que ambas naciones intentan dejar atrás los errores y críticas, y que, en interés de ambos, intentar reforzar una relación. Más por interés propio que por afinidad personal, Merkel y Obama saben que, a pesar de todo, una fuerte relación entre el país más poderoso del mundo y uno de los mayores de Europa no les daña.
Aunque no sin diferencias. Durante la cumbre, Obama solicitará a sus colegas europeos que amplíen las sanciones contra Rusia. Las actuales han conseguido, según fuentes de la administración estadounidense a la cadena CNN, debilitar la moneda rusa, el rublo, y generar el descontento entre la población.
Lo hará con la oposición de Angela Merkel, con creciente presión interna para aliviar sanciones, y que ha manifestado estar en contra del envío de armas al Ejército ucraniano, frente a la postura que mantienen algunos miembros de la Casa Blanca, como el vicepresidente Joe Biden, que no han descartado esta posibilidad.
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