Periodista retenido por Gadafi: "Pensé que todos íbamos a morir ahí"

  • Entrevistamos a James Foley, compañero del periodista Manu Brabo en su reclusión en Libia y reportero del medio colaborador de lainformacion.com, GlobalPost. Las fuerzas de Muamar al Gadafi les retuvieron a ellos y a otros dos periodistas durante mes y medio acusados de trabajar sin permiso.
James Foley fue compañero del periodista español Manu Brabo en su reclusión en Libia.
James Foley fue compañero del periodista español Manu Brabo en su reclusión en Libia.
Getty
GlobalPost

El 5 de abril de 2011, James Foley, Clare Morgana Gillis, Manu Brabo y Anton Hammerl fueron disparados mientras estaban informando cerca de la ciudad de Brega (Libia). El fotógrafo Anton Hammerl fue asesinado por las tropas leales a Gadafi. Foley, Gillis y Brabo fueron hechos prisioneros.

Éstos son los recuerdos de James Foley.

Desde el coche, la cámara intenta grabar la estampida de varios vehículos de los rebeldes. La amenaza llega del oeste, de la mano de las impasibles tropas leales al líder libio Muamar al Gadafi.

Captura

Queríamos llegar a la primera línea, pero era complicado. Los rebeldes se estaban reorganizando y cada vez había más puntos de control. Muchos reporteros estaban volviendo.

Así que para llegar al último punto de control fuimos a pie. No parecía nada seguro, era un poco locura.

Había un grupo de adolescentes alrededor del coche y nos dijeron: "Las fuerzas de Gadafi están a sólo 200 metros de aquí". No quería ser yo quién dijese "volvamos ya chicos", no quería.

Empezó el ataque con cohetes y ráfagas de disparos de tanques. La carretera en la que estábamos era su objetivo, así que decidimos desviarnos un poco del trazado de la autopista. Ese fue nuestro gran error. Unos segundos después dos camiones armados de Gadafi subieron a donde estábamos, rodeándonos y disparando. En ese momento nos quedamos paralizados, pero al momento salimos del coche  nos tiramos al suelo.

 

Entonces comencé a pensar que no estábamos en una zona de fuego cruzado, no había nadie al otro lado disparando también, estaban disparando contra nosotros. Se estaban acercando a nosotros, a unos 40 metros seguían disparando, como si creyesen que éramos rebeldes.

En ese momento, Hammerl gritó: "¡Ayuda! ¡Ayuda!" Estaba a unos 10 metros de mí. Mi corazón cayó hasta mi estómago, y grite: "¿Anton, Anton estás bien? ¿Estás bien?" Una ráfaga de disparos no me dejaba oír, finalmente pude escuchar que respondía: "No". Llegó otra ráfaga de disparos, volví a gritar su nombre, pero entonces no hubo respuesta. En ese momento me di cuenta de que Hammerl había muerto, de que íbamos a morir todos ahí.

Veía que no había ninguna salida y que nadie podía ayudarnos. Entonces salté con los brazos en alto y grité "¡Sahafa, Sahafa!" (Periodista, periodista).

Entonces fuimos golpeados varias veces por algunos de ellos con sus AK 47 y nos metieron en las camionetas. Manu y Clare también fueron capturados y golpeados.

Cuando sabes que alguien cerca de ti ha sido disparado todo es oscuridad, es la nada más absoluta.  

El cautiverio

Manu, Claire y yo fuimos trasladados en la parte trasera de la camioneta de los leales a Gadafi durante cerca de 20 minutos hasta la ciudad de Brega. Uno de los soldados de Gadafi dijo: "está bien, está bien, tranquilizaos un poco", mientras me tocaba la cabeza. Había un poco de humanidad en sus actos. A partir de entonces empezamos a ser conscientes de que Anton no lo había conseguido. Me di cuenta de que mi vida iba a cambiar para siempre en ese extraño y oscuro viaje.

Unas horas después nos taparon los ojos y nos metieron a los tres en un coche muy pequeño, íbamos atados. Fue un viaje terrible, y probablemente uno de los momentos más aterradores de todo el cautiverio.

El coche se paró en un punto de control y alguien dijo: "Jodete, que se joda Obama, que se joda todo el mundo". Y alguien más dijo: "Ahora estás en Trípoli." La única certeza que teníamos era que estábamos con el enemigo. Terrorífico.

Estado psicológico

Una vez en Trípoli no veía nada. No sabía lo que iba a pasar con nosotros. Lo primero que vi fue la celda, estábamos en un centro de detención. No tenía ni idea de si la diplomacia iba a venir o si iba a intervenir en nuestro favor.

Cuando estábamos en Trípoli y estábamos escuchando el ruido de las bombas estábamos extremadamente nerviosos. Cada vez que oíamos aquellas bombas pensábamos: "Vamos a ver. Estas bombas ¿Las lanzan porque están cerca de nosotros o estas bombas van a provocar que los que nos han capturado se enfaden todavía más?

Obviamente cada pequeña cosa hacía aumentar la tensión. No soy una persona religiosa pero sentía que lo único que podía hacer en ese momento era rezar, nada más. Aparte de eso, no tienes ningún control sobre tu vida, te sientes desesperanzado.

Personalmente es una lección extremadamente dura, quiero decir, pensar que podría haber muerto, como otros reporteros. Piensas en algunos comportamientos, piensas que algunas veces te has equivocado, has sido irresponsable.

Pero es un dilema, porque muchas veces hemos estado cerca de alguien que combate, hemos estado muchas veces muy cerca de la línea de combate y quieres regresar para poder contar esa historia. Quieres ponerte a salvo y no te gustaría hacer a tus amigos pasar por esa situación.

La despedida de Libia

Finalmente cuando te dicen: "Puedes irte", y sales caminando piensas: no estoy caminado hacia otro camino sin retorno, no estoy caminando hacia un tribunal o hacia otro centro de detención.

Estoy caminando hacia un vehículo, estoy caminando para ser libre en una pocas horas. Y va a mejor, a mejor y a mejor.

Foley, Gillis y Brabo fueron liberados el 18 de mayo de 2011.

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