Cada mañana Bianca acude a la puerta de la biblioteca donde iba con su dueña, fallecida a mediados de septiembre. La emotiva historia la cuenta en su perfil de Twitter una mujer con un negocio al lado del que durante años regentó la fallecida. Eugenia murió de un paro cardiaco en Tunuyán (Argentina) a mediados de septiembre. Como cada noche se acostó con su libro para leer y no despertó. Durante los siguientes cuatro días Bianca esperó que su dueña apareciera para abrir el negocio. Ahora son los vecinos y familiares -no tuvo hijos pero sí sobrinos según recoge la prensa local- los que cuidan de un animal que cada día se sienta delante del negocio de su dueña que, según los que la conocen, "adoraba a todos los animales del barrio".
Eugenia tenía una librería al lado de mi negocio, sin dudas una de las personas más buenas y lindas que conocí. Hace unos días falleció y miren cómo su perrita la sigue esperando 🥺💔 pic.twitter.com/92BaBug0my
— Nerina (@NIrrutia) September 18, 2020
La historia recuerda a la de Hachiko, el perro japonés de raza Akita que esperó durante años en la puerta de la universidad donde falleció su dueño. Este suceso sería llevado al cine de la mano de Lasse Hallström y protagonizada por Richard Gere. Hace unos meses, una década más tarde, la historia se repetía en Wuhan, la ciudad china donde comenzó la pandemia del coronavirus.
Fue el pasado febrero cuando un paciente se acercó al hospital Wuhan Taikang con síntomas de Covid-19. Tras los análisis y certificar que estaba contagiado, le ingresaron. Mientras, su perro, un mestizo de unos siete años, decidió esperarlo en la puerta hasta que saliera. El hombre de 65 años pertenecía a uno de los grupos de riesgo, por lo que -pese al tratamiento- falleció cinco días después. Tres meses más tarde de que su dueño ingresase en la clínica, el perro seguía esperando en la puerta.
Cada día merodeaba alrededor del hospital, se sentaba en la entrada... mientras que el hospital seguía recibiendo cada vez más y más víctimas por coronavirus. Llegó un punto que los sanitarios decidieron ponerle el nombre de Xiao Bao ("pequeño tesoro") y le proporcionaban a menudo comida. Finalmente, el 13 de abril, después de que Wuhan levantase sus restricciones de confinamiento, un dependiente de un supermercado cercano al hospital atendió al animal.
Otra imagen que corrió como la pólvora fue la de Magui, una perra de raza bóxer que falleció por un ataque al corazón, al no poder soportar el ruido de una pirotecnia en la provincia argentina de Esquel. En la imagen que subió su dueño a las redes sociales se la veía abrazada a él.