Piratas en Somalia: así empezó todo

  • La piratería es responsable del actual cautiverio de 199 rehenes y un coste de más de 6.900 millones de dólares. ¿Pero cuáles son su razones de ser?
Un grupo de piratas asume la autoría del asesinato de 4 rehenes de EEUU y amenaza con más
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Tristan McConnell, Mogadiscio (Somalia) | GlobalPost

"Hay dos actos de piratería, pero sólo se habla de uno", dijo Abdiweli Mohamed Alí, el primer ministro de Somalia, en declaraciones a nuestra publicación en su casa en Mogadiscio.

El coste de la piratería que todo el mundo conoce se estima que subió hasta los 6.900 millones de dólares el año pasado.

La piratería también es responsable del actual cautiverio de 199 rehenes, con 14 barcos actualmente amarrados a lo largo de la costa abrasadora y desolada de Somalia.

Cada vez es peor: los ataques han aumentado desde los 111 en 2008 a 237 en 2011, según la Oficina Marítima Internacional, y la violencia está aumentando de forma espectacular.

Pero la piratería a la que se refería el primer ministro es el robo de los peces de las aguas territoriales de Somalia.

Alí culpa al saqueo de los arrastreros internacionales del empobrecimiento de los pescadores del país que les empuja a llevar a cabo acciones desesperadas.

"La piratería más peligrosa es la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada en la costa de Somalia", afirma Alí. "Hay que abordar esto".

Con al menos 65 muertes a causa de los ataques armados a bordo de los buques en los últimos cinco años, muchos podrían cuestionarse la afirmación del primer ministro.

Sin embargo, tiene su parte de razón: la pesca ilegal - que cuesta a Somalia cientos de millones de dólares cada año– dio lugar en gran medida a la piratería.

"Esto es un hecho, no es algo que nos estamos inventando. Y así es como comenzó (la piratería), declaró Alí.

"No estoy justificando el secuestro de buques frente a Somalia, pero... si vamos a luchar contra la piratería se deben abordar todas las piraterías".

Alí también criticó "el vertido de residuos tóxicos en nuestras aguas costeras".

 

Afirmaciones similares se pueden escuchar de otros somalíes, en los lugares menos placenteros.

Por ejemplo, Farah Ismael Eid, desde su celda en la cárcel, se hace eco de la alegación del primer ministro.

Eid es un pirata convicto, y uno de los pocos que admiten su culpabilidad. Es raro que los periodistas tengan acceso a los piratas; nuestra publicación entrevistó a Eid en el año 2009 en la prisión de Mandheera, Somalia – un territorio escindido en el norte de Somalia que cuenta con su propio Gobierno y que persigue a los piratas.

"Creo que el título de piratas se debe dar a aquellos que vienen a nuestras aguas (para pescar) ilegalmente", dijo.

Eid solía vivir en Eyl, un puerto pesquero que se convirtió, durante un tiempo, en la capital de los piratas de Somalia.

Dice que era dueño de dos barcos y que tenía un negocio de comercio de peces prosperando hasta que los arrastreros ilegales saquearon y arruinaron las aguas. "Los peces que capturábamos solían ser suficientes para la población local, y suficientes para vender, pero ahora no hay ni siquiera lo suficiente para comer", denunció.

Él, al igual que Ali, también acusó a los buques extranjeros de verter desechos tóxicos en aguas somalíes.

Recordó ir a pescar un día y encontrar bancos de peces flotando en la superficie. "Pensamos que éramos afortunados. Recogimos los peces y los almacenamos en congeladores; después descubrimos que eran como de plástico", explicó.

"Estos problemas cayeron sobre nosotros como la lluvia", dijo.

Somalia no ha tenido un gobierno funcional desde 1991 y el país ha sido devastado por las guerras civiles. Sin autoridades operativas - sin guardacostas para proteger sus aguas territoriales y sin gobierno que presionase su caso en el escenario mundial - Eid y otros pescadores se tomaron la justicia por su mano.

Compraron las armas y se dedicaron a exigir un impuesto a los operadores de los barcos extranjeros. Su "impuesto" era secuestrar un barco y exigir por él un rescate.

Eid justifica estos ataques como una forma de llamar la atención sobre las preocupaciones de los pescadores. "Somos conscientes de que lo que estamos haciendo está mal, pero ésta es una forma de gritar al mundo", dijo. "El mundo debería preguntarse: ¿Están equivocadas están personas o se les indujo a equivocarse?

La piratería resultó lucrativa.

Cosechó 160 millones en rescates durante el último año, según la Fundación One Earth Future. El dinero se invirtió en nuevas villas y vehículos 4x4, malgastado en grandes fiestas, sesiones maratonianas de mascar khat (una hoja usada por los somalíes como un estimulante) y grandes enlaces.

O se invirtió en grandes motoras fuera de borda, más armas, teléfonos vía satélite y aparatos GPS - y rápidamente se fue fuera de control, según los expertos de Somalia.

Se olvidaron los motivos de la retribución cuando las bandas armadas atacaron a los buques de crucero, buques de carga y yates privados.

Más recientemente, las bandas de piratas se han convertido en pura y simplemente secuestradores, capturando a trabajadores de ayuda humanitaria, turistas y periodistas en Somalia y Kenia, y reteniéndolos para exigir un rescate.

La solución, según se apresuran a señalar los analistas, se encuentra en tierra. Es necesario un gobierno efectivo para ejercer el control de sus aguas territoriales para disuadir a las dos piraterías somalíes y a los arrastreros ilegales extranjeros.

El Gobierno Federal de Transición de Somalia, con una considerable ayuda internacional de la ONU y la Unión Africana, está haciendo progresos en la batalla contra los rebeldes islamistas y está recuperando el control del país.

A finales de febrero, el ministro de Defensa Hussein Árabe Essa anunció la formación de un nuevo Servicio de Guardacostas Nacional de Somalia para interceptar a los piratas y  hacer cumplir la zona económica exclusiva del país, incluyendo el océano alrededor de la costa.

Esto permitiría a las comunidades costeras volver a la pesca y tener una alternativa económica a la piratería.

Mientras Somalia logra una estabilidad muy provisional, con los militantes islamistas en los talones, los donantes y las organizaciones no gubernamentales están tratando de desarrollar las áreas costeras pobres.

"Estos chicos que se juegan su suerte en alta mar no tienen nada que perder. El coste de oportunidad es cero", dijo el primer ministro. "La tasa de desempleo entre los jóvenes en esas áreas es del 90 por ciento, así que, ¿qué tienen que perder? Nada. Y ¿si ganan?"

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