Rusia busca nuevos aliados en China

  • Rusia sabe que con China tiene dos opciones: o aliarse con ella o asumir que le hará sombra, si no se la ha hecho ya, en todos sus negocios en Asia y a nivel mundial. Las empresas rusas han entrado recientemente en la bolsa de Hong Kong y el Gobierno de Medvédev y Putin busca nuevos acuerdos comerciales en China para dar salida a sus recursos energéticos, a sabiendas de que Occidente poco a poco dejará de necesitar su petróleo y su gas.
Miriam Elder | GlobalPost

(Moscú, Rusia). El Gobierno ruso dio a conocer el mes pasado su nueva doctrina militar en un documento, en el cual establece las prioridades estratégicas y posibles amenazas para la próxima década. Por primera vez desde el final de la Unión Soviética, Rusia menciona a la OTAN, o mejor dicho sus planes de expansión, como la principal amenaza a la seguridad nacional. Moscú también insiste en que el país está preparado para responder con armas nucleares en caso de agresión, pese a que continúan las negociaciones con EEUU para reducir drásticamente el número de cabezas nucleares.

Sin embargo, el informe no contenía ninguna mención sobre su cada vez más poderoso vecino de la parte oriental: China.

“Desde un punto de vista estratégico y práctico, las autoridades rusas prestan mucha atención al auge de China”, afirma Fyodor Lukyanov, editor de Russia in Global Affairs. “Existe el razonamiento de que un posible desarrollo chino podría presentar, si no problemas, al menos desafíos para Rusia”.

Si ese es el caso, nadie habla del tema. “No escribimos sobre nuestros aliados en nuestras estrategias militares”, afirma Vladimir Kozin, director de estudios del área Asia-Pacífico en el ministerio ruso de Asuntos Exteriores.

Moscú ha promovido vínculos con Pekín a través de grupos como la Organización de Cooperación de Shanghái, los proyectos de energía para integrar a Rusia en Oriente y la promoción de inversiones para crear una dependencia mutua.

En enero, el gigante del aluminio Rusal se convirtió en la primera empresa rusa –y la primera no asiática- en cotizar en la bolsa de Hong Kong. El conglomerado es propiedad del oligarca Oleg Deripaska, quien renunció a entrar en la bolsa de Londres, la capital financiera preferida por Rusia, debido a un juicio pendiente con un ex socio. El ingreso en Hong Kong tampoco estuvo libre de problemas, ya que se registraron retrasos en la aprobación y un comienzo más bien discreto. El asunto, no obstante, tuvo bastante repercusión dentro de las fronteras rusas y llevó a otras empresas a declarar que también deseaban cotizar en Hong Kong, el mercado con el mayor número de salidas a bolsa durante 2009.

“Los inversores rusos tienen un enorme interés por entrar en los mercados chinos, en particular a través de salidas a bolsa”, afirma Sergei Sanakoyev, director del Centro de Comercio y Cooperación Económica Rusia-China. “Rusal no era la empresa ideal para comenzar en Hong Kong, es demasiado grande. En el futuro veremos empresas medianas, que se dedican a la innovación, la alta tecnología o el comercio”.

Hasta antes de la crisis, el comercio entre Rusia y China llevaba registrando diez años de crecimiento constante. Según estadísticas del Gobierno chino, en 2008 el intercambio bilateral llegó a 41.200 millones de euros. “Ha habido varios cambios importantes en las operaciones de comercio”, afirma Sanakoyev. “Nos estamos alejando de las formas ilegales o inaceptables”.

El analista se refiere principalmente a casos como Cherkizovsky, un próspero mercado moscovita que operaba principalmente con mercancías chinas de contrabando. Rusia ordenó su cierre el año pasado y China protestó. Se calcula que en Cherkizovsky trabajaban unos 60.000 chinos.

Las regiones orientales, las más subdesarrolladas y menos pobladas, constituyen la mayor preocupación de Moscú. Se extienden a través de las 2.700 millas de frontera con China. Los dos países sólo dieron por superadas sus disputas fronterizas a finales de 2008, tras la cesión de dos islas al gigante asiático.

“La expansión económica china puede influir en el desarrollo ruso y Rusia podría perder influencia sobre la parte asiática de su país”, afirma Lukyanov. “No es una amenaza militar, es económica y demográfica”.

Los recursos energéticos son uno de los mecanismos claves para que China mantenga vínculos con Rusia. El mes pasado, Moscú inauguró un nuevo puerto petrolero en la costa pacífica. “Es uno de los mayores proyectos de la Rusia contemporánea; un proyecto estratégico que [nos] permite llegar a nuevos mercados, la creciente área de Asia-Pacífico”, afirmó Putin durante la inauguración. Las instalaciones reciben petróleo del oleoducto Siberia Oriental-Océano Pacífico (ESPO), un proyecto de 18.800 millones de euros que se sitúa entre las infraestructuras más caras jamás realizadas por el país.

Desde hace un tiempo, Rusia ha puesto mucho énfasis en temas energéticos en la zona oriental porque se ha dado cuenta de que, en el futuro, Europa y América del Norte probablemente no necesitarán el petróleo ni el gas ruso. “Rusia crea vínculos con Asia en parte para tener un contrapunto a la venta de energía a Occidente”, afirma John Webb, experto en energía rusa de la consultora IHS CERA. “Los motivos del oleoducto ESPO son principalmente estratégicos y no comerciales. También se trata de desarrollar esa enorme parte de Rusia con escasa población”.

Los acuerdos en materia de gas han resultado ser mucho más complicados que los del petróleo. A pesar de los años de negociaciones, Rusia y China no han logrado sellar un acuerdo debido a divergencias sobre el precio. China incluso ha buscado socios más flexibles en Asia Central. El año pasado abrió el primer gasoducto por tierra desde Turkmenistán. Y su influencia se nota en toda la región a través de proyectos de inversión en infraestructuras y recursos naturales.

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