Yemen coge carrerilla para luchar contra Salé

  • El mismo día en que el presidente egipcio, Hosni Mubarak, dejaba el país, los yemeníes comenzaban las protestas en contra de su presidente. Tres meses después, Alí Abdalá Salé se niega a dejar el poder, y los manifestantes buscan nuevas técnicas para disuadir al dirigente que lleva más de tres décadas al frente de Yemen.
Manifestantes antigubernamentales piden la salida del presidente yemení Ali Abdalá Saleh durante una protesta convocada por la oposición en Saná.
Manifestantes antigubernamentales piden la salida del presidente yemení Ali Abdalá Saleh durante una protesta convocada por la oposición en Saná.
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Jeb Boone, Saná (Yemen) | GlobalPost

Los manifestantes contra el gobierno de Yemen, que han visto pocos resultados positivos desde que comenzaron a acampar frente a la Universidad de Saná hace más de tres meses, dicen que han decidido pasar a la ofensiva.

Después de que más de 50 manifestantes hayan sido asesinados después de las oraciones del viernes 18 de marzo, se formaron varios comités en campamentos de protesta ubicados a lo largo del país, cada uno encargado de la elaboración de estrategias para promover el movimiento de protesta. Casi dos meses después de su creación, los planes están empezando a desplegarse.

Y así, después de semanas de estancamiento, la rebelión más larga de la denominada "Primavera Árabe" podría estar a punto de alcanzar su punto más álgido.

Las estrategias de los distintos comités, algunas de los cuales ya se han puesto en práctica, incluyen la ampliación de la zona de protesta más allá de la Universidad de Saná, varias huelgas en todo el país, el bloqueo de carreteras y puertos, y una marcha hacia el palacio del presidente de Yemen, Alí Abdalá Salé.

El lunes, amparados por la oscuridad, cientos de manifestantes dejaron la protección de los soldados desertores y comenzaron a ampliar su campo de protesta en la capital. Las filas de tiendas de campaña se ampliaron y se acercaron todavía más a los  puestos de control militares todavía leales al presidente.

En una declaración emitida  por los líderes de la protesta se ha comunicado que se intensificarán las huelgas generales y las manifestaciones en Yemen durante un plazo de 10 días para forzar a Salé a que deje el poder. Este ciclo terminará el 20 de mayo con una marcha hacia el Palacio presidencial.

"Tenemos la esperanza de unir a todas las partes implicadas en la revolución", dice el comunicado. "Con esta escalada de acciones esperamos cumplir los sueños de nuestros mártires y salvar la patria, lograr la victoria y alcanzar el deseado estado civil".

Los líderes de la protesta consideran que a pesar de los planes para intensificar su desobediencia civil, su objetivo es mantener un movimiento pacífico.

Muchos activistas han lamentado los efectos de la marcha que se organizó hacia la televisión estatal en Saná a principios de mes y que dio lugar a una violenta situación. Ahora hacen un llamamiento a los manifestantes para que se muestren pacíficos y dejen de tirar piedras y cócteles molotov, aún cuando lo consideren oportuno, aunque se pueda considerar defensa propia.

"Hacemos un llamamiento a los manifestantes para que sean lo más pacíficos posible. Cuando marchemos hacia el palacio presidencial, estamos pidiendo a la gente que simplemente se tire al suelo en caso de ataque, como sugirió Gandhi", explica Sarah, una de las jóvenes activistas del movimiento que ha pedido que no publiquemos su apellido.

El mes pasado, a modo de sesión práctica, más de 20.000 manifestantes marcharon hacia los límites de la Plaza del Cambio de Saná, a las afueras de la Universidad de la ciudad y el sitio donde empezaron las primeras protestas en Yemen.

Al evitar enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, la marcha demostró que es posible que un gran número de personas puedan movilizarse pacíficamente.

El ex presidente tunecino Zine El Abidine Ben Alí huyó de su país menos de un mes después de la famosa auto inmolación de Mohamed Bouazizi. De la misma manera, el ex presidente egipcio, Hosni Mubarak, renunció cuando no habían pasado treinta días desde el inicio de las primeras llamadas pidiendo su salida, el 25 de enero.

El movimiento de protesta de Yemen comenzó horas después de la renuncia de Mubarak, la medianoche del 11 de febrero. Sin embargo, tres meses después, Saleh sigue en su puesto, soportando las persistentes protestas y las llamadas internacionales pidiendo su renuncia.

Parte de la razón por la que se mantiene en el poder puede ser la escasa y rural población. La capital de Yemen y el mayor centro urbano es el hogar de tan solo 2,3 millones de personas, a diferencia de El Cairo que tiene 6,7 millones. Algo similar ocurre en Túnez, dónde más del 20 por ciento del país vive en la capital.

Pero en Yemen, menos del 9 por ciento de la población vive en Saná. Al carecer del tamaño de población suficiente en una sola ciudad para movilizar a millones de personas, los manifestantes yemeníes se han visto obligados a convertir la economía en una herramienta para la revolución.

"Hemos unido a gente de todo el país en las principales campañas de desobediencia civil. Tenemos que luchar contra el régimen de Salé, tanto económicamente como a través de manifestaciones", proclama Adel Al Surabi, uno de los jóvenes activistas en una tienda de campaña frente a la Universidad de Saná, que pide el fin del Gobierno de Salé que ya dura 32 años.

Como el país más pobre del mundo árabe, un pequeño goteo de petróleo en sus regiones desérticas ha sido la singular cuerda de salvación para la débil economía de Yemen.

Ahora esa cuerda de salvación se ha cortado, ya que los trabajadores del sector siguen en huelga en solidaridad con el movimiento de reforma.

En Saná, solo permanece abierta una de las pocas estaciones de servicio donde una línea de coches de más de un kilómetro y medio espera su turno para llenar el depósito.

En las ciudades portuarias de Adén y la más grande Hodeida, los trabajadores de los muelles se han negado a la carga y descarga, mientras los manifestantes han cerrado las instalaciones de transporte portuario. Con los puertos cerrados y sin encontrar gasóleo en ninguna parte, las importaciones de trigo no tienen salida hacia las panaderías de las principales ciudades.

A medida que la economía se desmorona a su alrededor y se va rumiando una gran marcha de 20.000 manifestantes hacia su palacio, la permanencia en el poder de Salé sigue estando en duda.

* Si quieres saber más sobre las protestas en Yemen, consulta nuestro especial sobre las revueltas en el mundo árabe.

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