Queridos militares:
Os tengo que confesar que no hice la mili, que no tengo vocación castrense ni ilusión especial por que algunos de mis hijos ingrese en el ejército. No distingo un cetme de un otro fusil, ignoro el calibre de las principales armas y me confundo con los grados militares. Soy, en suma, un auténtico analfabeto militar. Pero creo que no hace falta nada de lo anterior para sentir hacia vosotros el respeto que os merecéis.
No sois más que cualquier otro servidor público. Eso está claro. Pero, desde luego, tampoco menos. Y eso, por desgracia, no lo tienen claro algunos. Incluso algunos que mandan. Nunca viene mal considerar que un tipo uniformado, y a veces armado, es aquel al que le pagan para que se ponga delante cuando llueven las balas, las piedras o las bombas que nos dirigen a todos. También a quienes les gustaría aniquilar a todos los militares. Y que lo hace en ocasiones con una retribución insultante si no estuviera incluida en ella algo que a algunos les resulta incomprensible: amor por tu país, amor por tu sociedad, amor por una historia común representada en determinados símbolos, como la bandera.
La palabra que mejor define un componente esencial de la vocación militar es ‘amor’. No, no es cursilería. Es pura objetividad. Lo dice alguien que, insisto, está muy alejado de los ambientes castrenses. Pero que tiene ojos en la cara y oídos en las orejas para reconocer lo que hacen miles de militares españoles, y extranjeros, por el bien de la Humanidad.Una escena indignante
La escena que he contemplado hoy en Barcelona me ha parecido indignante, oprobiosa, tristísima… estoy seguro de que la mayoría de los españoles, catalanes incluidos, no habrían consentido el agravio que ha protagonizado hoy la alcaldesa de la ciudad, Ada Colau, que ha expulsado con hipócrita cortesía a los militares de un evento sobre Educación.
VÍDEO: Ada Colau Ballano dice a un miembro de las Fuerzas Armadas que hubieran preferido "que no hubiera presencia militar" en el Salón de la Enseñanza de Barcelona.Posted by You Barcelona on miércoles, 9 de marzo de 2016
De esto último, de educación, han dado buena cuenta los dos uniformados que han aguantado el desplante. Es algo que honra a los militares. Saben obedecer órdenes mejor que nadie. Incluso las más absurdas, incoherentes y estúpidas.
No encuentro palabras de desagravio. Tan solo me gustaría que leyerais estas líneas y que las compartierais con vuestros colegas, para que todos pudieran recibir mi simpatía llena de respeto y admiración. Y de enfado, porque estoy seguro que muchos piensan exactamente como yo. Ha sido un agravio innecesario.
La alcaldesa os puede cerrar la puerta de los espacios que son de todos. Pero ha conseguido que la puerta de las casas de millones de españoles, empezando por la mía, estén siempre abiertas para un soldado de España.
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