Opinión

¿Alcanzaremos el séptimo cielo en la distribución de energía eléctrica?

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¿Alcanzaremos el séptimo cielo en la distribución de energía eléctrica?. 
ASEME

Entendiendo el séptimo cielo como aquel estadio en el que se alcanza la máxima felicidad, he elegido este título para este artículo como símil de este anhelado estado personal, pues a mi entender, también es buscado en el ámbito profesional, en concreto en mi sector, situado en la de la distribución de energía eléctrica pues hay tantas esperanzas, estudios, proyecciones y deseos sobre la red que me han llevado a reflexionar si entre todos los actores y agentes somos capaces de conseguir una distribución mejor, “más emocionante” o “se disfrute más” especialmente para los clientes a ella conectados.

Creo es necesario hacer un recorrido global alrededor de los factores que pueden influir a tener esa red ideal e ir desgranando cada uno de sus aspectos.

El tema económico es de los más recurrentes y de los que más se habla, pero me gustaría decir que de todos ellos quizá es el más fácil para todos. En pocos días hemos visto cómo la Comisión Europea lanza mensaje de importantes aportaciones a la creación de infraestructuras y en paralelo, desde el Ministerio de abren dos flancos, el de una adaptación de la planificación del transporte existente dotado con casi 1.000 M€ y además se abre el nuevo ciclo de planificación con el horizonte 2030.

Pero requerir muchas inversiones y tener prisas es incompatible. Sin unos objetivos muy claros y consensuados entre todos los incumbentes, puede ser dinero “malgastado”. Desde muchas tribunas del sector, he visto sobre PowerPoint desfilar consultoras, expertos, administración, empresas, fabricantes, así como los propios agentes del sector defendiendo valores de crecimientos de la red muy dispares y casi opuestos entre ellos. Lo puedo entender, pero es necesario converger y evitar decisiones vistas desde un único ángulo, pues ya hemos visto en otras ocasiones y en otros sectores, infraestructuras grandiosas sin uso.

Técnicamente, la red, especialmente la de distribución, espera esta capa superpuesta de digitalización que le debería permitir ganar calidad, seguridad, estabilidad y capacidad de penetración de renovables. Para ello necesitamos que se aprueben los marcos de pruebas regulatorios sobre la red tan esperados por el sector que han de permitir realizar las adaptaciones legislativas para arrancar de forma masiva la implementación de la nueva tecnología.

La red en su conjunto, distribución y transporte sebe ser lo suficientemente amplias y extensas para que las líneas directas particulares o de uso exclusivo sean las mínimas. No deberíamos, al margen de su coste, duplicar infraestructuras sobre un territorio que la recibe con agrado.

Volviendo a este estadio, espero deseado por todos del “séptimo cielo”, podemos decir que, para alcanzarlo, no llegaremos solo con dinero, capacidad constructiva y un estado del arte suficiente. Hay dos aspectos sobre los que debemos claramente mejorar:


  • · Compartir más las visiones y proyecciones entre las distintas administraciones y agentes del sector, creando escenarios realistas de corto plazo para que estos sean de más fácil adaptación, evitando los actuales largos procesos administrativos y largas proyecciones que no se corresponden en ninguna manera a las necesidades inmediatas de hoy.
  • Debemos trabajar para evitar el actual rechazo a cualquier tipo de nueva infraestructura sobre los territorios con base a la transparencia de la información y a una verdadera compensación interterritorial que llegue realmente a los afectados.

Así pues, mientras los días pasan con miles de proyectos de todo tipo en los largos y tortuosos procesos “inter-administraciones” no vemos nada cerca esta deseada felicidad. Mientras, el autoconsumo nos está proporcionado “un tiempo” escondiendo los primeros brotes del impacto de la movilidad eléctrica. El éxito o el fracaso para los gestores de las redes se nos va a medir sobre nuestra capacidad de gestión eficiente en adaptar las inversiones (en cantidad y tiempo de construcción) al movimiento del llamado “coeficiente de simultaneidad” en base a los cambios de hábitos y uso de la red por parte sus usuarios.

Por todo ello, me asustan los conocidos afanes constructivos de nuestro país, los cuales, con tanta aportación económica encima de la mesa y visiones parciales, nos pueden llevar a confundir el objetivo de llegar al séptimo cielo a que se vean las infraestructuras desde el cielo.

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