OPINION

Cumbre OTAN: 70 años no es nada

Un helicóptero naval de Rumanía se prepara para aterrizar en la cubierta de una fragata durante unas maniobras de la OTAN en el Mar Negro. /NATO
Un helicóptero naval de Rumanía se prepara para aterrizar en la cubierta de una fragata durante unas maniobras de la OTAN en el Mar Negro. /NATO

La Alianza Atlántica cumple 70 años y celebra hoy y mañana una cumbre que ha adquirido un carácter extraordinariamente estratégico y complejo, en un Londres sacudido de nuevo por el terrorismo. Este último ataque ha puesto de manifiesto, en plena campaña electoral, la vulnerabilidad acrecentada de un Reino Unido desgastado y abrumado por su proceso inacabable de salida de la Unión.

Esta cita atlántica dejó de tener un mero carácter de celebración de logros una vez Macron marcó la agenda a principios de noviembre, reclamando a la OTAN menos Rusia y más lucha antiterrorista, y exigiendo un desfibrilador para una organización que necesariamente debía revisar su gestión política y redefinir su misión y prioridades en un mundo en el que el statu quo ha cambiado.

En realidad, mientras la Cumbre del Clima de Madrid en sus doce días de duración promete pocos avances concretos y concentra el desfile de mandatarios en su apertura, en estos dos días de Cumbre de Londres vamos a asistir con toda probabilidad a debates de alto voltaje, posturas enfrentadas y decisiones relevantes. Porque todo converge aquí. De hecho, el baile ya ha comenzado.

Trump prepara a buen seguro una aparición de infarto, centrada en su exigencia de incremento de gasto en Defensa y que sus socios europeos cumplan con el compromiso de invertir el 2% de su PIB en Defensa para 2024. La OTAN ya se ha adelantado a ello, pues revisó al alza el pasado viernes su previsión de gasto para los próximos años (España y Bélgica, por cierto, han mirado para otro lado). Aunque el secretario general Stoltenberg aseguró que no era " por complacer a Trump”, lo cierto es que la Alianza también ha firmado un contrato de 1.000 millones de dólares con Boeing para modernizar sus aviones de vigilancia.

Mientras Francia y España no dejan de mostrar su voluntad de tender puentes hacia un poco concreto nuevo diálogo con Rusia, Stoltenberg ya dejó claro que la situación en Ucrania y la implementación de los Acuerdos de Minsk estarán entre los temas prioritarios del debate. Además, claro está, del control de armas, tras el fracaso del tratado de reducción de misiles nucleares de corto y medio alcance que primero incumplió Rusia y luego abandonó EEUU con el apoyo de sus socios de la OTAN. La respuesta "defensiva, comedida y coordenada" al incumplimiento ruso será posiblemente la transacción que permita mantener una posición de defensa y disuasión fuerte mientras sigue abierta la ineludible vía de diálogo.

Y, por supuesto, será fundamental acordar y definir cuál es la posición de la Alianza con respecto a China. No sólo en lo que se refiere a la modernización del Ejército chino y sus grandes inversiones en infraestructura, sino, muy especialmente, a su creciente presencia “desde el Ártico hasta los Balcanes y en el ciberespacio", como ya ha remarcado Stoltenberg. No cabe duda de que la seguridad de las infraestructuras críticas de los aliados pasa por determinar de un modo certero y práctico sus requisitos en telecomunicaciones, especialmente en lo referido a las redes 5G.

Pero si en esta Cumbre septuagenaria va a haber un actor destacado, ése va a ser Turquía. Allí donde confluyen las políticas europeas exterior e interior, de inmigración y refugiados, de desarrollo y de derechos humanos, de seguridad y defensa común. Nuestro verdadero talón de Aquiles.

Las presiones turcas para que la Alianza reconozca a la milicia kurda como grupo terrorista han ido en aumento, hasta el punto de que, si no se acepta su pretensión, Ankara ha amenazado con no aprobar el plan militar de defensa de los miembros bálticos y Polonia en caso de ataque ruso. Con la Comisión Europea y el Consejo recién constituidos, parece, sin embargo, que serán Francia, Alemania y Reino Unido quienes se reúnan con Turquía en los márgenes de la cumbre, sin interlocución comunitaria presente. Esto no es cuestión menor, dado que las circunstancias actuales plantean serias consideraciones sobre el artículo 5 del Tratado, que prevé la solidaridad militar entre miembros de la Alianza si uno de ellos es atacado. ¿Qué ocurriría con la UE en el caso de que, por ejemplo, Siria decidiera atacar a Turquía?

¿Queremos coherencia y visión? ¿Multilateralismo del siglo XXI? ¿Una voz única en el mundo, unidos en la diversidad? Pues éste es un momento idóneo para que la Unión Europea lo demuestre.

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